Capítulo 2: Coyote y Correcaminos

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Leopoldo:

-Has matado a ese hijo de puta. ¡Debería haberlo hecho yo!- gritaba Román.
-Y dejar que lo matarás tú. No hijo no.- se lamentaba Leopoldo- Dios mío, que he hecho.
-Hemos hecho lo que debíamos hacer papá- Decía Román mientras miraba serio en el hoyo el cadáver del egipcio.
-¿Pero no te das cuenta de lo que hemos hecho? He matado a un hombre. Ahora su tío querrá vengar su muerte. ¡Joder!
-Nadie sabe que hemos sido nosotros. Será mejor que tape el hoyo. Debemos ir a la vista de Maca.-

Román agarro la pala que estaba en el suelo y comenzó a tapar el hoyo con la tierra que Hanbal había sacado hacía escasos 10 minutos. Leopoldo no daba crédito de lo que acababa de suceder. Había asesinado al egipcio porque si no Román lo habría hecho. No podía permitir que su hijo cargara con eso en su conciencia. Pero en el fondo Leopoldo sabía que no solo había matado al más perseguido por a interpol para salvar a su hijo, sino porque también el egipcio había sido la causa de los males de toda su familia. Sí, debía morir. Así Zulema también sufriría.

Cuando Román acabo de tapar el hoyo donde estaba el egipcio, lo recogieron todo, metieron la pala y la escopeta en el maletero y se metieron en el coche dispuestos a ir a la comparecencia de Macarena.

-Bien hijo. Ahora debemos mantener la calma. Será mejor que nos limpiemos un poco antes de ir a la vista.- dijo Leopoldo con la mirada perdida sentado en el asiento del copiloto.
-s...sí papá. Te...tenemos que ir por Maca.- Leopoldo se fijó en que su hijo no paraba de temblar. Estaba muy nervioso.
-Será mejor que conduzca yo, estas demasiado estresado.- Afirmó Leopoldo.

En esto Leopoldo agarró su móvil y observó que tenía 3 llamadas perdidas de Encarna.

-Mierda, tu madre me ha llamado. Anda cámbiame el asiento. -Dijo todo esto tranquilo con el móvil en la oreja.
-Vale- dijo Román.

Se bajaron del coche para cambiarse los asientos. Cuando se subieron de nuevo al coche Leopoldo estaba hablando con su mujer Encarna.
-Leopoldo, Leopoldo cariño ¿estás bien?, ¿dónde estás? La niña no ha aparecido, hablan de una fuga, no sé qué pensar, ¿tú sabes algo?- explicaba Encarna muy nerviosa.
-Tranquilízate, por dios, no entiendo nada de lo que dices ¿cómo que maca no está? -Leopoldo no daba crédito a lo que escuchaba.-Román tenemos que irnos, tu hermana está en un buen lío.- Mientras Leopoldo decía todo esto muy deprisa, Román estaba con la boca abierta.
-¿Estás con Román?, ¿dónde estáis?- Leopoldo sabía que Encarna pensaba que algo no iba bien.
-Si estamos juntos, vuelve ahora a casa y veremos qué es lo que está pasando con nuestra hija.-

Leopoldo colgó el teléfono, arrancó el coche y se fueron en dirección a su casa. No entendía que estaba pasando. Empezó a darle vueltas a lo que había dicho su esposa. ¿Una fuga?, pero... ¿Macarena envuelta en una fuga? Seguro que era cosa de esa Zulema.

De pronto las palabras de su hijo Román le devolvieron al mundo real.
-Papá, ¿qué está pasando? ¿Dónde está Maca? ¿Está bien?- Román hablaba muy deprisa y estaba histérico.
-¡Espera que lleguemos a casa hijo, por dios!- Gritó Leopoldo.

Durante el trayecto a casa no se dirigieron una palabra más. Estaban pasando demasiadas cosas y para colmo, Leopoldo empezó a notar un dolor en el pecho...

Encarna:

Estaba ansiosa esperando la llegada de Macarena al juzgado, hoy era el gran día podría llevarse por fin a su hija a casa, y terminar con la pesadilla que les estaba llevando a la locura. Nerviosa no paraba de mirar el reloj.

-Se retrasan- le dijo al abogado
-Es normal en los traslados desde la cárcel por los controles a veces lleva más tiempo, tranquila llegará pronto- respondió este tranquilizándola.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora