Capítulo 30: Oso blanco

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Zulema.

Su situación había dado un giro de 180 grados en muy poco tiempo, pasó de ser la líder y la más temida de Cruz del Sur, a que las otras presas tuvieran que preocuparse porque no se hiriera a sí misma.

Su depresión nunca mejoro y cada día su locura subía un escalón más. Empezaba a ser una preocupación real, porque había llegado al punto en el cual no se sabía como iba a reaccionar ni si tenía medida hacia los peligros que tenía alrededor.

-Zulema, me han dicho que es mejor que te traigamos la comida a la celda, así que yo te la dejo aquí que bastante he hecho ya.-Antonia era la encargada de la cocina desde hacía muchos años. Le dejo la bandeja en la mesa a Zulema con bastante precaución, aunque ahora estuviera débil y pareciese que su enemigo era ella misma Zulema era Zulema.

-¿Cómo? Ya ni siquiera me creen apta para ir al comedor, me están convirtiendo en un monstruo una loca.- Zulema saltó de la cama y le pego una patada a la bandeja que Antonia había dejado.

Sola en la celda maldecía, en español y en arabe mezclando los dos idiomas, estaba tremendamente desquiciada. Y tenía alucinaciones, sus fantasmas la perseguían. En especial uno, las otras reclusas llevaban días escuchando a la reina Mora hablar sola y dirigirse a Hambal quien parecía ser el que manejaba sus actos ahora.

-Hanbal, cariño ¿te parece normal? Ahora ni me dejan ir al comedor, ¡a mí! ¿ Qué crees que debo hacer?

Verla actuar así era muy chocante y las denuncias para que se la llevasen a un centro psiquiátrico se acumulaban en el despacho del doctor pero no parecían ser suficientes.

-Hanbal, tú eres mi puto príncipe azul, el que me sacara de aquí y voy a hacer lo que dices.- Zulema salió de la celda con la cara desencajada pero muy segura de donde quería ir, o eso parecía, porque desde que estaba en ese estado su orientación iba de mal en peor y se perdía por los pasillos, olvidaba que quería hacer y era bastante lamentable. Se confundió un par de veces por los pasillos, terminó en el baño donde encontró a una joven novata a la que agarró por los hombros y le chillo que el rapto estaba cerca mientras la zarandeaba, se subió a uno de los bancos y lo chillo más alto, el resto de presas alucinadas y asustadas le pedían que bajara que se calmara. Zulema no las escuchaba, se bajó cuando recordó donde quería ir de verdad, las esquivo y salió corriendo dejando a todas estupefactas.

Sole que estaba en el baño en ese momento decidió ir rápidamente al despacho de la directora y alarmarla de lo que estaba pasando.

Zulema por fin había encontrado el camino correcto para ir a la cocina donde quería ir de verdad. De camino siguió gritando cosas sin sentido e inconexas.

-Ya está, estoy aquí, justo donde no se me quiere.- Zulema paseo un momento por la cocina, vio que las encargadas allí estaban empezando a hacerse con los cuchillos y cosas puntiagudas por si acaso, pero ella Cogio uno que tenía a mano.-¿ Qué es eso que eso que os da tanto miedo? ¿Qué me corte las venas?-Zulema se pasó el cuchillo acariciandose el dorso del brazo, sintiendo el frío y la presión de la punta en su piel, su adrenalina subía mientras las otras presas gritaban que no lo hiciera. Aparato rápidamente el cuchillo de la piel.- No, eso no os preocupa, me suicido y soy un problema menos. ¿Sabíais que trabaje un pequeño tiempo en un circo? Si mientras me escondía, era lanzadora de cuchillos.- Al decir esto apuntó con el cuchillo al grupo de presas y lo lanzó con decisión, se clavo a unos centímetros de la cabeza de una de ellas, que chillaban totalmente atemorizadas.- Siempre me tienen miedo Hanbal, antes me creían una brillante mente criminal y ahora una loca psicopata sin nada que perder. ¿Qué hacemos?- Zulema miraba a su derecha siempre que hablaba con Hambal, en su imaginación él estaba ahí a su lado.- ¿Quemar todo es esto? Me parece una gran idea, sería eliminar muchos problemas a la vez.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora