Capítulo 24º: La memoria no es/será tu amiga

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Fabio y Castillo.

Llegó a la comisaría en cuestión de 10 minutos. Había recibido una llamada en plena cena de nochebuena. De todas formas, Fabio lo agradeció, pues la cena con sus suegros y su mujer había sido un fracaso y se sintió aliviado de tener que marcharse.

-¿Qué coño ha pasado? ¿Cómo que ha muerto una presa? ¿Palacios dónde está? ¿Está bien Vila y Cavila? –preguntó apresurado Fabio entrando por la puerta de la comisaría en plena madrugada.

-Entra rápido. Castillo está muy nervioso y es un caos todo. –le respondió una vigilante.

Fabio no lo dudó ni un instante y sin llamar a la puerta entró en el despacho de Castillo. No entendía como habían detenido a Palacios.

-¿Pero qué has hecho Damián?- preguntó airado Fabio entrando en el despacho.

-No entiendo nada joder. No puede haber sido Antonio, pero las cámaras parecen decir lo contrario. –Castillo le enseñó a Fabio los monitores del ordenador con las grabaciones del módulo de presas de esa misma tarde. – ¡Es Palacios! Además en el turno ponía que estaba en Cruz del Sur.

-Imposible.... ¡No puede ser el Damián! Antonio está tarde tenía una cita en la óptica. No puede ser. –Fabio no se creía lo que veían sus ojos.

-Eso dice él. Nos ha dado una tarjeta del local. Mis hombres están yendo ahora para allá, para corroborar la coartada.

-¿Cómo una persona puede estar en dos sitios a la vez? –Fabio no daba crédito a la situación. –Esto tiene que ser una broma. Palacios nunca haría una cosa así. Sabes que no es él.

Castillo estaba muy desesperado por la situación, no sabía ya que hacer. Estaba siendo una nochebuena muy caótica.


Leopoldo, Román y Karim.

Las palabras del Sirio se quedaron en el aire como el eco lejano de una pesadilla, pero no era un mal sueño, esto era real, demasiado real.

Román temblaba, su mente era un hervidero de ideas, necesitaba algo a lo que agarrarse. Este no podía ser el final, no podía. Leopoldo tenía la mirada fija en la pared evitando que la cámara le grabase los ojos. Una inmensa frustración se había apoderado de él. Le habían ganado y nunca, nunca hubiera imaginado que fuese de esa forma. El combate estaba a punto de empezar y fuese cual fuese el resultado, la familia Ferreiro no se repondría nunca.

-Salah, acércate vamos a ir empezando.- Karim se apartaba discretamente. Sabía que está venganza no la olvidarían nunca, y creía que así se libraría de las molestias de esta maldita familia para siempre. -En cuanto se lo inyectes a los dos espera tres minutos y di las palabras mágicas. Yo me voy a apartar por aquí, es un asunto familiar y deben resolverlo entre ellos.-soltó una carcajada que resonó en todo el almacén; Karim se sentía como una estrella televisiva, buscaba la cámara y se hacía notar.

Pasaron los tres minutos y Salah los desató, puso al uno en frente del otro y les indicó que eran contrincantes y que el combate era a muerte. Román estaba bastante aturdido, la droga había actuado, pero su mente no sabía bien lo que debía hacer nunca se había peleado y solo tenía algunas referencias de películas. Al otro lado Leopoldo parecía haber rejuvenecido quince años. Se movía ágil, su memoria tenía varias de las peleas de entrenamiento y las ilegales que hacían para divertirse y hacer apuestas en los días libres.

A simple vista podía parecer un combate equilibrado, pero al primer golpe que Leopoldo le tiro a su hijo, se pudo apreciar que la pelea tenía un claro ganador. Román era incapaz de ver los golpes, recibía sin poder esquivar ninguno, cayendo al suelo y levantándose solo porque las voces en la sala se lo ordenaban.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora