Capitulo 3: Incognitas

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Rizos:

Acompañaron a Rizos a la salida de dirección. Una vez que salió al pasillo se dirigió con paso firme a su celda, dispuesta a desplomarse en la cama y tratar de pensar que ostias había sucedido. Durante el trayecto solo era capaz de pensar en Macarena y en la mancha que le había hecho en la camisa. Sabía perfectamente que Macarena volvería a la cárcel si la conseguían capturar. Porque... esa era otra. ¿Conseguiría Maca salir con vida del lio en el que estaba? Además ¿sería Macarena capaz de perdonarla después de haberla metido en ese lío? Cada vez que pensaba en eso le daba un vuelco al corazón.

De repente en la mente de Rizos se destapó un pensamiento demasiado perturbador y egoísta. Pensó en que debido a todo el follón que se había armado, era muy posible que Macarena volviera a la cárcel y de este modo Rizos estaría otra vez con ella. Sin embargo, la morena se quitó ese pensamiento de la cabeza. ¿Cómo podía ser tan egoísta? No, Maca debía salir de prisión, era inocente. Pero le entristecía tanto saber que no volverían a estar juntas...

En ese momento pasó por delante de la enfermería y por su mente pasó una vaga idea de que a lo mejor el doctor Sandoval tenía algo que ver con todo el tema de la fuga, pero no podía culparle por haber tenido una corazonada. Al fin y al cabo era el doctor Sandoval, y ella una simple reclusa.

A llegar a su celda, se desplomó en la cama que había pertenecido a Macarena, y abrazando la almohada trataba de no pensar en lo mismo. En estas entró Tere por la puerta de la celda.

-Rizos, ¿qué pasa? No estés triste. Macarena estará bien, en su casa, no te preocupes no te olvidará, y la mami tendrá su corazón fuerte y sano- dijo mientras le guiñaba el ojo.
-No Tere, no está bien, ni en su casa. Esto es una mierda la he cagado pero bien.- se desesperaba la morena.
-¿Cómo que no está en su casa? Hoy era el juicio y saldría- Tere no se enteraba de lo que estaba ocurriendo.
-La manché joder, ¿para qué cojones me maquillaré? Soy imbécil - Rizos no dejaba de imaginarse la escena con el sentimiento de que quizás inconscientemente lo hubiera hecho a propósito.
-Pero cariño... por una mancha no va a perder el juicio, tranquilízate.-intentaba calmarla Tere.- Además tengo muy buenas noticias... voy a...-intentaba decir mientras Rizos la interrumpió. Ni siquiera la escuchaba solo pensaba en Macarena.
-No, no, la envié a la fuga ¿cómo pude ser tan manazas? Ahora está por ahí con Zulema y Saray, si es que no le han hecho algo ya... ¿lo entiendes Tere? Y yo estoy aquí sin poder hacer nada cuando todo esto ha pasado por mi puta culpa.- Rizos estaba desesperada.

Tere se quedó boquiabierta sin saber que decir, cuando de repente entro en la celda Anabel, en el peor momento posible.

-¿Qué pasa Rizos? ¿Llorando porque no conseguiste follarte a la rubita y ahora que se ha ido a casa se olvidará de ti? - espetó la proxeneta mientras se subía patosamente a la litera.

Estas palabras desataron la ira de Estefanía que se levantó de la cama de un salto hecha una fiera dispuesta a callar de cualquier modo a su compañera de celda.

-¡¡Cállate o te reviento!! ¡¡Y esta vez no me para nadie!!- gritaba.

Pero justo en ese momento los altavoces silenciaron sus palabras.

-¡Recuento! ¡Todas las reclusas en la puerta de su habitáculo inmediatamente!

La joven salió de la celda fulminando con la mirada a Anabel, tuvo que tranquilizarse. Sí la metían en aislamiento no conseguiría enterarse de nada, y bastantes errores había cometido ya.

Castillo:

Eran las 19.00 de la tarde, y ya habían pasado dos horas desde la desaparición de Macarena, y por tanto la hora del inicio de la fuga de Zulema. Castillo se dirigió inmediatamente a la casa del abogado de Zulema para averiguar donde se hallaban las presas. Cuando Castillo y su equipo llegaron al piso del abogado se encontraron con que estaba totalmente desordenado, como si alguien hubiera tenido mucha prisa en irse. Así pues empezaron a rastrear todo el piso con la esperanza de hallar alguna pista. En esto Castillo se fijó en que una pared tenía chinchetas pegadas, y en la pared se podía observar una sombra, como si hubiera habido un papel.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora