Capítulo 14º: Purgatorio

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Fabio.

'' ¿Pero qué tipo de normas son estas?'' Fabio estaba muy enfadado con Miranda. Las nuevas reglas de la cárcel eran demasiado duras. Él ponía unas quince faltas al día, y las reclusas habían visto reducidos sus privilegios. Las raciones de comida se habían visto disminuidas en un cuarenta por ciento, y las reclusas solo podían comer tres veces al día. No solo eso, sino que además cada pastilla de jabón debía ser usada por cada tres reclusas, vamos, totalmente antihigiénico. Además no podía quitarse de la cabeza el beso que había tenido con Macarena. Ya había pasado cinco días de eso, pero aún seguía muy nervioso cada vez que se encontraba con ella, y además ella parecía evitarle. Se sentía muy incómodo, parecía como si se estuviera engañando a sí mismo. No entendía nada.

-Creo que Miranda se está pasando. Esto no es vida para las reclusas... –Richi estaba triste, Rizos llevaba ya en aislamiento cinco días.

-La directora tiene miedo desde la fuga, y considera que de esta manera la prensa no le hará demasiadas críticas, sino al contrario, alabaran sus métodos penitenciarios. –Fabio estaba disgustando por la situación. –Tranquilo Ricardo, Cavila saldrá mañana.

Richi parecía ponerse rojo y evitó la mirada acusadora de Fabio. Él sabía que Rizos y Richi eran amigos, pero tampoco pensaba que a Ricardo le afectara tanto el hecho de que Rizos estuviera en aislamiento. Fabio se fue de la sala de descanso y se marchó a hacer su ronda nocturna. Esa noche le tocaba llevar la cena a Rizos, o mejor dicho, su escasa cena. De camino a aislamiento, Fabio pensó en Cavila. No solo llevaba cinco días en aislamiento sin salir, sino que además por orden de Miranda, la despertaban cada cinco horas para que no supiera que hora era. Además le daban tres comidas al día mezcladas, y sus raciones se habían visto reducidas al cincuenta por ciento.

Cuando Fabio llegó a la celda, vio en un estado lamentable a Rizos. Estaba sentada apoyada con la espalda en la pared, mirando al infinito. Estaba hecha una mierda, sucia, más delgada y con ojeras, desde luego nunca había sentido tanta lástima por una presa.

-Cavila, te traigo la cena, y tranquila, la comida está a su hora, son casi las nueve de la noche.- Fabio le pasó la bandeja por la rendija sin mirar a Rizos.

-No tengo ni ganas de levantarme. –Rizos parecía devastada.

-Tienes que comer, llevas todo el día sin probar bocado, venga come. –Apremiaba Fabio.

-¡He dicho que no puedo levantarme!- Sus ojos parecían salirse de las órbitas mientras miraba a Fabio. –Además, para la mierda que me dais no merece la pena comer.

-Bueno te lo dejo aquí, haz lo que quieras. –Fabio estaba dispuesto a irse, cuando Rizos le llamó.

-Fabio... quiero decirte una cosa... y no hay otra persona capaz de esto más que tú. –Rizos estaba seria y parecía preocupada. –Tienes que estar atento al doctor... No sé qué está haciendo, pero me pone muy nerviosa, y sé que ese hijo de puta está haciendo mucho daño a las presas –Fabio se había quedado anonadado.

Fabio no daba crédito a lo que estaba escuchando. Rizos lo sabía. Sabía que Sandoval hacía daño a Macarena. Uff...la situación  se le estaba escapando de las manos. Fabio en ese momento pensó en que si Rizos se preocupaba por Macarena de esa manera, podía de nuevo volver a juntarlas, y no podía permitir eso... Pero también tenía que hacerle caso a Rizos y desenmascarar por fin al maldito psicópata de Sandoval.



Zulema.

Ella nunca lo reconocería, pero estaba tremendamente deprimida y harta de la situación. No tenía ningunas ganas de volver con el resto de presas, ahora estaba en el foco del huracán. Su fuga había fracasado, tendría que volver a ganarse el respeto de la cárcel y ella ya no estaba para esos juegos. Sentía que su vida se iba, se estaba haciendo mayor, y no era su plan morir encerrada, nada de lo que había hecho o pensado tenía sentido ahora.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora