Palabras y Hierbas 6

#212 Abuso

"Ha pasado tanto, querida," dijo Cirilia. "Pensé que quizás te gustaría tomar una taza de té con tu madre."

Menta se escondió bajo la mesa y gruñó. Cirilia vio a la zorra agazapada y sonrió.

"Oh, yo pensaba que ya habías sacrificado a tu familiar a estas alturas. Yo estoy buscando al próximo. Hace mucho que no disfruto de una buena cacería. Pero si preferirías ahorrarle la molestia a tu madre y darme a ese insecto-"

"No eres bienvenida," la interrumpió Ina. Quería azotar la puerta, pero se contuvo. Su mamá tenía mal carácter.

Cirilia se inclinó hacia adelante un poco. "Lo sé." Echó su cabeza hacia atrás. "Jajajajajajajajajajajajajajaja."

Ya que terminó de reír, Cirilia pellizco el mentón de su hija. "He extrañado tanto hacerte menos, mosquita roja. Sigues con esa estúpida idea de hacerte Druida? Hasta te construiste una horrible cabaña en medio de un horrendo bosque. Por el odio de Akaeren, Ina. Ya deja esto. Averguenzas a la familia."

"¿Qué quieres?" preguntó Ina.

"Bueno, hablando de la familia, gusanito rojo, noté que hace una semana visitaste un pueblo de brujas. También noté que te conseguiste un juguete para concebir una hija. Se espera de nuestra familia que presentemos a una nueva miembra pronto, insectito rojo. Y tú lograste atrapar a un Mago, y nada menos. Puede que no vuelva a sentirme tan orgullosa de ti jamás.

"Deja de llamarme así."

"Pero claro, conociéndote, pulguita roja, me preguntaba si eras la indicada para eso. Así que invité a tu prima Gail para que viniera a inspeccionar la mercancía, por así llamarle. Ya es mayor de edad. Y compensa más que bien por tu torpeza."

Los ojos de Ina se abrieron. Aferró con fuerza la puerta y sus dientes se apretaron.

"Puede que quieras apresurar las cosas con tu bocadillo de Mago, pequeña sanguijuela. Bien puede que Gail te lo gane. No lo creerías, pero tiene una forma increíble de tratar a los hombres...