#230 Bondad

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"Guau. Es muy bello," dijo Kier. "Se ve casi tan impresionante como tú, Menta."

"Casi," contestó Menta.

El lince gris con ojos azul claros y rayas negras puso su nariz al aire, volteando su cabeza hacia las bolsas que Kier había traído con provisiones.

"Tiene hambre," dijo Ina.

"Y está nerviosa," dijo Menta. "Hay que retroceder, Medes."

"Las mejores historias siempre son interrumpidas," dijo Medes mientras seguía a la zorra blanca al fondo de la cueva.

Muy lentamente, anunciando cada uno de sus movimientos, Ina gateó hacia las bolsas. La lince se asustó al principio, lista para irse. Pero le dio curiosidad cuando Ina empezó a buscar entre las bolsas. Sacó la carne de una de ellas, la puso en el suelo, y regresó gateando hacia la piedra en llamas con una de las piezas de carne.

La lince se movió hacia la carne en el suelo. La olió, vio a los humanos, luego a los familiares, tomó dos trozos de carne en su boca y salió corriendo de la cueva.

"Me gusta como gateas," dijo Kier.

Ina le guiñó un ojo.

"Eres buena con los animales. Pensé que huiría."

"Los animales suelen ser curiosos. Gateé para que no se asustara por mi estatura, me moví lento para que percibiese todos mis movimientos, y tomé un pedazo de carne para que supiera que no había que evitar el resto."

"Creo que tiene gatitos," dijo Menta. Ella y Medes se reunieron con el grupo. "Tomó más carne de la que necesitaba sólo ella."

"Y se arriesgó a salir a la tormenta para buscar comida," dijo Kier.

Hubo silencio mientras todos consideraban lo que Kier quiso decir. La Madre y sus gatitos debían estar muy hambrientos para que hiciera eso.

"¿Estarán bien?" preguntó Irel.

"Lo estarán," dijo Kier. "Esta tormenta se termina mañana. Ya sea natural o mágicamente."  


Palabras y Hierbas 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora