Palabras y Hierbas 6

#213 Petrificado

Kier abrió la puerta de su casa. Dejó a Irel entrar primero, de lo cual se arrepintió inmediatamente cuando vio a una chica de cabello rojo sentada en su silla.

"Se lo reconoceré a Ina. Haces agua la boca," dijo la chica. Se paró. "Pero, ¿mantener a una chica esperando sola en tu casa? Eso está muy mal."

La chica lanzó un pequeño frasco de vidrio al pecho de Kier. Él se movió justo a tiempo para evadirlo. El vidrio se rompió en el piso y un polvo brillante se dispersó.

Kier chasqueó sus dedos, pero nada pasó.

"¿Me haces esperar y además insinúas que soy estúpida? ¿Cómo es que Ina cayó por un cerdo tan misógino? No voy a dejarte usar tu magia, idiota." La chica usó sus propias uñas para desgarrar una de sus muñecas. Frotó la sangre entre sus dedos, la cual pareció brillar y la nube de polvo brillante se movió para envolver a Kier.

El Mago dejó de poder moverse. Sus músculos se tensaron como si se convirtieran en piedra. No dolía. Pero la impotencia que sentía lo hacía querer gritar. En vez de eso, vio a Irel. La niña se había pegado a una pared, dónde se sentó abrazando sus rodillas.

"Todo está bien, Irel," Kier agradeció poder hablar aún. "Todo está bien."

La chica pelirroja caminó hacia Kier. Su mano acarició la entrepierna del Mago.

"Ah. Con que esto es lo que vio en ti." Sus labios estaban prácticamente pegados a los de Kier. Sus ojos verde claro miraban directamente a los del mago. "No puedo esperar a llevarte a casa y jugar contigo." Olió el cuello de Kier y lo lamió. "Mmm." Rasgó la camiseta del Mago para morder su trapecio. Mordió hasta sacarle sangre.

Kier hizo mueca de dolor pero contuvo su grito.

"Hasta sabes bien," dijo la chica. Su rostro estaba frente al de Kier de nuevo, y él podía oler su propia sangre en su aliento.

"Pero ni siquiera me has preguntado mi nombre. Te criaron bárbaros, ¿verdad? Me llamo Gail. ¿Y tengo entendido que tú eres Kier?"

Kier tenía un tic en el ojo. Pero mantuvo a Irel en su mente, pues podía escuchar los susurros de la Locura acrecentándose.

"Irel," dijo el Mago. "Hoy no va a haber historia. Sólo una lección. Es una lección importante, así que escúchala bien."

La niña asintió mientras temblaba.

"Siempre, siempre esperas lo peor de la gente. Siempre esperas que sea mala. Será una grata sorpresa si no lo son, pero lo más seguro es que sean malos. Y así no te sorprenderán para nada cuando demuestren que lo son."

Gail lamió la sangre de la mordida que dejó en Kier. "Ese es muy buen consejo, de hecho," dijo al echar su cabeza hacia atras y gemir. "¡Por las mil noches carnales de Paymon! Creo que te tendré en este momento. No me importa el plan de mi tía." Volvió a acariciar la entrepierna de Kier mientras lo mordía de nuevo.