Capítulo 16 / Max.

659 53 185
                                    

Él no quería moverse, las fuerzas eran nulas, tanto físicas como mentales, pero ese idiota no dejaba de empujarlo. Ambas manos atadas detrás de su espalda.

¿Porque debía de ser el héroe?

Las películas mentían, cosas como esas no eran nada fáciles de realizar.

El no quería morir como un asesino. Sentir las manos sucias de culpa.

Quería parar el tiempo e ir a algún universo alterno donde la paz reinara, donde llevara una vida tranquila, sin engaños.

Ilustró aquella playa paradisíaca que solían mostrar en la tv. Las hojas de las palmeras moviéndose a compas del viento, junto al sol quemando su piel y la cálida agua tocando sus pies.

Alzaría su cabeza y allí estaría él, sonriendo. Su risa retumbaría en sus oídos y no podría evitar acompañarlo.

Estiraría su mano para alcanzar aquéllos blanquecinos nudillos y apreciar su calor.

Su cara chocando con el áspero suelo.

— ¡Levántate! —Max gritó en su oreja, mientras lo sacudía del pavimento.

— ¡Ya déjame!

—Mira, te explicare algo Bradley —continuó, se colocó detrás de él y hablo lentamente en su oído —. Si quieres seguir con vida y recuperar a ese mocoso rubio para que te siga follando, haz lo que yo diga. ¿Entiendes?

El morocho no dio ninguna señal.

— ¡¿Entiendes?! — replicó sacudiendo su cuerpo.

— ¡Si, joder!

El sol se ubicaba en un costado del cielo, a unas horas de ocultarse.

Caminaban por las partes más desoladas de la ciudad, atajos que Brad jamás había visto en sus años de chico de calle, de todas formas, aquel barrio se acercaba cada vez más y no paso mucho tiempo hasta que aquella casa se formara delante de sus ojos. Ojos vacios.

El clima se tornaba cada vez más frío, y su musculosa dejaba que sus brazos se helaran, produciendo en él algunos escalofríos. Aunque quizás, solo se trataba del miedo.

Max lo arrastró hasta el jardín de una casa paralela al objetivo, sentándolo bruscamente en el suelo y ubicándose a su lado.

—Escucha.

La cabeza del menor permaneció agachada, haciendo que sus rizos ocultaran su frente.

Su acompañante, si podía llamarse así, lo observó un momento.

— Oye, yo no suelo decir esto, trato a todos como la mierda porque el mundo siempre me trató así. Caí aquí de la misma forma fracasada que tú y no tengo vuelta atrás —levantó su mano y corrió aquellos rizos de su frente, e intentó que lo viese a las cara, Bradley seguía sin moverse, sintió asco pero por alguna razón quería escuchar lo que ese bastardo le diría —. Eres un chico muy lindo sabes. No sé porque lo diré, después de todo, tendrás que hacer tu trabajo igual, pero cuando vuelvas a ese maldito basurero, no será fácil recuperar a tu amigo. Esto es la vida real, no una película barata.

El rizado soltó una leve mueca, ¿ya no era obvio?

—No espero que me perdones, pero siento lo que te hice. Busca a Tristan, y no lo pierdas. Lamento esto, pero si no lo hago, moriré y tú también lo harás.

El castaño asintió sin más, provocando medía sonrisa en el muchacho frente a él.

—Bien, dejemos este rollo cursi. Son las ocho de la tarde. Aquel tipo llegara del trabajo en medía hora, la puerta de su garaje se abre automáticamente cuando él está a una cuadra de aquí. Ahí es cuando entraremos, y desde allí a su casa —se levanto del suelo y limpió sus jeans —. Su hija llegara más tarde junto con la niñera, a las diez de la noche exactamente. Suele abrir la puerta principal ella misma y ver como la niña entra a su hogar, luego simplemente se va. Su padre ya tendrá que haber muerto para entonces, ella no es una presa difícil de manejar.

The Bunker ►TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora