Capítulo 7 / La pequeña Emma y sus helados.

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Tristan.

Esperé sentado en las escaleras de la entrada del sótano a que Brad saliera del baño, cuando por fin lo hizo estaba levemente colorado y no había rastro de delineador negro en su rostro.

No me miró a los ojos en ningún momento.

Me levanté de mi lugar y me hice a un costado para que pasara.

— ¿Seguro que no quieres hablar? —pregunté.

—Quiero olvidarlo por hoy, no me hagas recordar lo que sea que me haya ocurrido. ¿Tienes una cerveza o algo? —era frío al hablar.

—Oye, mañana tengo clases, mi suspensión terminó, mi madre no me dejara tomar con ella ahí.

—Es verdad, tu madre se preocupa por ti, lo siento, a la mía no le importaría —se encogió de hombros y yo no supe que responder, él jamás había hablado de sus padres frente a mi y menos pensé que lo haría de esa manera.

—Lo siento, vamos, vamos a comer, ¿Si?

Bradley pasó frente a mí y subió las escaleras.

En la cocina mi madre sacaba una gaseosa del refrigerador cuando nos escucho entrar, giró sobre sus talones y dejando la bebida en la mesada, mientras daba saltitos se acercó a abrazar al castaño.

Brad correspondió su abrazo, y hasta podría decir que lo disfrutó, por alguna razón creí que él no recibía muchos de esos y me sentí mal por no quererlos cuando mi madre me los daba a mí.

— ¡Bradley querido! ¡Estás tan lindo! —se separo de él— bueno, estas un poco colorado, ¿Está la calefacción muy alta? ¿Quieres que le baje? —dijo presionando sus mejillas.

—No, estoy bien, de verdad, no se preocupe —respondió él regalándole una sonrisa.

—Si tu dices. No te oí llegar, pero ya estás aquí así que —junto sus manos haciendo un fuerte ruido— comamos. Váyanse a sentar en la mesa, ahora iré por la comida.

Ambos fuimos hasta el comedor, él tomó el lugar junto a mí. Estaba serio, actuaba frente a mi madre, quien apareció con una enorme bandeja, pizza casera.

— ¡No vale chuparse los dedos eh!

Y cuando ella estaba por sentarse, el timbre sonó.

—Pero primero iré a abrir la puerta, espérenme.

—Come —le susurré agarrando una porción de la pizza frente a nosotros.

Brad estiró la mano y agarró una.

—Sí, quédense por favor, estamos con Bradley también —la voz de mi madre se acercaba junto al ruido de otras pisadas.

Giré mi cabeza hacia la puerta y divise a James, con Connor y mi madre detrás.

James abrió bien los ojos, mientras que un amigable Connor pasó por delante de él y estrelló la mano de Bradley.

—Hola, soy Connor, Bradley, ¿verdad?

El castaño se paró.

—Si —y le mostró una sonrisa.

— ¿Ustedes no se conocen? —preguntó mi madre sentándose— Tomen asiento, vamos, coman.

Connor tomó lugar frente a mí, James se sentó en la punta de la mesa, de mi lado.

—No, jamás oí de él —dijo el chico con el piercing en la nariz, Connor amaba hacer amigos nuevos, se estiró y tomó una porción de pizza.

The Bunker ►TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora