Capítulo 11 / Miedo al agua.

1.4K 100 85
                                    

— ¡Tristan! ¡Ve por otra chaqueta cariño!

— ¡Ya llevo dos, déjame en paz mujer! —gritó el rubio desde dentro de la casa, haciendo que su padre y Bradley rieran fuera junto al auto.

El castaño volvió a reír por lo bajo cuando otro gruñido de Eli se escuchó. Apoyó su espalda en la puerta del automóvil, cruzando los brazos sobre su pecho.

Mark hizo lo mismo a su lado, haciendo que Brad lo observase por el rabillo del ojo por unos segundos.

— ¿Qué tal andas Bradley? La otra vez no tuve la oportunidad de decirte lo bien que cantas, perdóname.

—Bien, podría estar peor sabe. Gracias, no se moleste.

—No me trates de usted, me siento muy viejo, por favor —el hombre rubio lo miro sonriente.

Brad rio.

—Seguro, no volverá a pasar.

El castaño le devolvió la sonrisa.

— ¿Cómo es eso de que podrías estar peor muchacho? —preguntó curioso el mayor.

Bradley sintió que había metido la pata. No debería haber dicho eso, pero solamente le había salido, después de todo, era la verdad.

—No es para tanto, simplemente algunos problemas de familia, lo normal, ya sabes —respondió intentando no darle mucho interés.

— ¿Qué te pasó en el ojo? —dijo señalándolo.

Bacilo por unos segundos, y optó por mentir.

—Me caí de la escalera, tropecé, y ¡pam!—imitó una explosión con sus manos— Me estampille contra el suelo.

Mark lo miró serio por un momento. Era más una mirada pensativa, como si estuviera intentando recopilar lo que Bradley le había dicho, y decidir si creerle o no.

—Veo... —hizo una pausa, y el chico a su lado tragó en seco— Mira Brad, en realidad tú me caes muy bien y creo que desde que mi hijo te conoció, comenzó a salir un poco más y eso me agrada mucho. Yo quisiera saber si tú, y quizás no sea de mi incumbencia o el momento más adecuado, pero estamos solos aquí así que proseguiré. ¿Sigues...ya sabes...¿consumes?

Bradley escuchó cada cosa con atención. Hacia un par de días que no lo hacía, Tristan lo tenía entretenido, y no se le había presentado la ocasión, pero si vagaba por su mente en momentos, y no pretendía dejarlo. Sabía que no le quedaba mucha, y no tenía donde conseguir, porque no volvería a aquel lugar, aún se sentía sucio al pensar en ello.

Parpadeó seguidamente y movió levemente su cabeza intentando olvidar las manos de aquel inútil muchacho tocando su cuerpo.

Algún día tenía que negociar otra vez, buscar un nuevo vendedor, y lo haría, estaba claro, esa cosa era adictiva. ¿Debía mentirle otra vez? ¿Pero qué pasaba si encontraba alguna de las pequeñas bolsitas que llevaba en su maleta, incluso una aún más pequeña en la parte trasera de sus jeans?

Bajó la cabeza.

—Lo siento, solo puedo decirle que jamás dejaría que le pasase algo a Tristan, es alguien muy importante para mí.

—Lo sé, y también sé que no apoyo aquella idea que tienes sobre esa mierda, y no puedo decirte que la dejes, porque no soy nadie para ello, pero mi hijo te quiere, eres su amigo, él te considera mucho, y solo quiero que sepas que no me gustaría que cayera en ello también. Perdona mi sinceridad Brad, pero debía decírtelo, por el bien de ambos.

—Entiendo —lo miro a los ojos—. Yo tampoco quiero eso para él. No sucederá, créeme por favor.

—Te daré mi confianza muchacho. Ahora sube al auto, vamos —dijo palmeando su espalda, mientras de fondo se escuchaban los rezongos del rubio saliendo por la puerta delantera con otra chaqueta en sus brazos.

The Bunker ►TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora