Capítulo 18 / Fiesta de inauguración.

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Bradley se recargó sobre la pared de ladrillos mientras sentía las ráfagas de viento enfriar su nariz.

El cielo era gris, dándole una vista aún más melancólica al lugar.

Hacía mucho tiempo que no se encontraba en un ambiente como aquél, hasta podía creer que nunca lo había hecho realmente. La bandera del colegio flameaba libre sobre el techo de texas y sé preguntó cuántos años llevaría ella allí.

Abrigó sus manos entre los bolsillos de su pantalón, contando los minutos que faltaban.

Cuando el timbre finalmente sonó, las puertas se abrieron de tal forma que pensó qué estaban a punto de desprenderse de la pared. Adolescentes de todo tipo y tamaño salieron desaforados desde adentro, así que prefirió hacerse a un lado hasta que el lugar se despejara un poco.

¿Así funcionaban los colegios actualmente? Era evidente como todos se reunían en grupos, era como tener una enorme película de estereotipos frente a sus ojos.

Tres chicas lo miraron al pasar, y por alguna razón se sintió desnudo. Dentro de su cabeza dió gracias por no tener que formar parte de alguna de esas extrañas fraternidades de adolescentes con hormonas al máximo.

Una cabellera rubia dio paso a un largo y flacucho muchacho frente a él, y por fin se olvidó de los demás.

— ¿Te haz levantado para venir a buscarme? No lo puedo creer —se carcajeó Tristan delante suyo.

—Oye, no puedes quejarte, he tenido un lindo gesto, admítelo —le respondió subiendo los hombros.

El alto muchacho esbozó una gran sonrisa y prosiguió a pasar sus brazos alrededor del cuello del contrario, el cuál no se opuso al abrazo, dejando un leve beso debajo de su oreja.

Alguien carraspeó detrás de ambos y estos se separaron atentos al individuo.

— ¡Ey! ¡Brad! ¿Tío que coño haces aquí? Si yo tenía tu suerte me quedaba durmiendo bajo las sábanas — rieron frente al chico— ¡Que va en serio! ¡El entrenador nos ha hecho correr en sudadera por el campo de verano! ¡¿Sabes lo que es ver a James alejarse de ti a cien kilómetros por hora mientras tú no puede ni mover las piernas?! —siguió hablando mientras intentaba recrearlo con los movimientos de sus brazos.

—Connor, hombre, no fue para tanto, ya olvídate —dijo James  llegando por detrás de él. Su tono era extremadamente calmo, hasta podía notarse la gracia que le causaba el estado de su amigo.

— ¡Claro! ¡Eso lo dices tú! ¡Señor cien pies! —replicó el rubio.

James río otra vez y paso de Connor, saludando al chico con rulos.

—Hola James, —respondió alegré— he venido por Tris.

—Que todavía no te creo, seguro haz ido a alguna parte y te quedaba de paso venir a por mi  —respondió el rubio.

—Vamos, sí, tienes razón, Guss tenía turno con el  veterinario, me han dicho que todo está bien.

— ¡Lo sabía! Yo tampoco me hubiera levantado de todas formas...

—Tú madre me ha dicho que invitáramos a los chicos a comer —lo interrumpió.

— ¡¿Entonces que esperan?! ¡Me estoy helando, entren al jodido auto ya! —gritó Connor caminando hasta la calle.

—Es como convivir con una niña histérica con su período todos los días —comentó James, mientras lo seguían desde más atrás.

Tristan y Brad rieron a la par.

The Bunker ►TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora