Capitulo 4 / Sweater Weather.

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 El timbre acababa de sonar, y eso significaba que solo quedaban tres  ardas horas en el gimnasio del colegio para terminar con esto.

¡Que ser podía ser tan cruel para poner en el horario escolar tres horas seguidas de educación física!

Todo mi curso se dirigió a los vestidores para ponerse el equipo de gimnasia.

Constaba de una musculosa blanca con el logotipo del colegio en rojo, y bermudas también blancas, al igual que las medias largas hasta debajo de las rodillas. Odiaba esa cosa.

Espere que no quedase nadie allí para cambiarme. No me gustaba hacerlo frente a otros, quizás era soso de mi parte, pero tenía vergüenza, y así seguiría siendo.

Metí todas mis pertenencias en mi  casillero y me dirigí a abrir la puerta que daba al pasillo conectado al gimnasio, pero para alguien con tanta suerte como la mía, nótese el sarcasmo, me quede con el picaporte en la mano.

Abrí exageradamente los ojos sin perder la vista de este.

Si dicen que pisar excremento de perro trae mala suerte, seguro yo me había zabullido en una piscina llena de ello porque, ¡No podía estar pasándome esto!

De repente comencé a escuchar gemidos de un voz afeminada que salían de alguna parte cercana a allí.

Venían de las duchas, no podía ser otro lugar.

El picaporte cayó de mi mano, y quise que el suelo me tragase en ese mismísimo momento.

Los ruidos cesaron y me apresure a abrir nuevamente mi cubículo para sacar el celular y así llamar a James o a Connor, alguien que me pudiese venir a socorrer de ese infierno.

La mano me temblaba y no podía girar bien la pequeña perilla para abrir el casillero, no estaba seguro bien porque, si era por el hecho de estar encerrado, y aunque no sintiera que las paredes se serrasen, debía admitir que no me gustaba para nada la situación. O también podía ser porque de seguro había dos personas cogiendo en el medio de las duchas, las cuales habían forzado la cerradura para que nadie los molestase y yo, inútil, había cortado su pequeña fiesta y ahora estaban por venir a por mí. GENIAL.

No logre abrir el casillero, una voz resonó preguntando que hacia allí, tartamudee, y el chico con solo unos boxers, al que por suerte no conocía, golpeó mi rostro con su enorme puño.

Vi a Jessica, la más zorra del colegio asomándose por detrás del muchacho, y entonces la nube borrosa alrededor de mis ojos, ocupo toda mi vista.

Cuando desperté estaba en casa acostado con un paño fresco en forma diagonal sobre mi frente y mi ojo.

Saque una mano por debajo de la sabana y me lo quité, descubriendo que no era un paño, sino una simple bandana mojada, una que jamás  había visto.

Al menos eso veía con la poca luz entrante de la ventana, ya era tarde.

—Es mía, la moje un poco en tu baño, te hará bien, créeme, no te la quites.

No, no me jodas Bradley.

Me incorpore un poco y lo observé sentado con las piernas cruzadas en canastita sobre la esquina de la cama, con unos cuadernillos sobre su regazo y una laptop que no era la mía a unos centímetros entre él y yo.

Solté un quejido, resignado y sin ganas de pelear, volví a recostarme, tapando todo mi cuerpo.

— ¿No me preguntaras como entre?

Hazle un poco mi cabeza y lo mire entrecerrando una ceja, una puntada de dolor recorrió mi cabeza.

Llevaba una camiseta y unos jeans negros ajustados, solo tenía las medias puestas y su cabello se veía un poco más claro de lo normal.

The Bunker ►TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora