Mi estómago se tensó en un pequeño nudo, pero yo apreté los dientes y me volví hacia el campo. Me encantaba el fútbol. Quería el universitario. Donar un poco de tiempo con mis amigos apestaba, pero valía la pena. Ellos no me entendían, no esta parte de mí. La parte de mí que amaba tener manchas de pasto en mis shorts y sudor rodando por mis sienes. La parte que amaba estar allá fuera con el balón, en un mundo en el que nada importaba excepto cómo jugabas.
Comencé a trotar, manejando el balón frente a mí, mientras una sensación de estar haciendo lo correcto se asentaba dentro de mí mientras mis músculos comenzaban a trabajar. Nada de Kirk alrededor para juzgarme y hacerme sentir estúpida porque no me importara mí cabello. Nada de chicos haciendo comentarios tontos acerca de peleas de chicas en lugar de apreciar que una chica podía ser atlética...
Crucé la esquina y vi al chico que noté durante la práctica. Inmediatamente me tropecé con mi pelota de fútbol y me fui hacia abajo. Me levanté de nuevo, viendo como dribleaba a dos balones a través de una carrera de obstáculos de conos.
Su cabeza estaba baja y su cuerpo suelto. Tenía la contextura que todos los buenos jugadores de fútbol tienen, con piernas fuertes y bien formada la parte superior de su cuerpo. Su cabello era castaño y pegado a su cabeza. A diferencia de Kirk el *******, había estado sudando. Y era bueno también. ¿Por qué no lo había visto antes? Conocía a todos los que jugaban fútbol.
No es que importara. No era como si fuera a hablar con él.
Tomé mi balón y comencé a correr lejos para encontrar algún otro lugar para practicar, cuando levantó su cabeza y me vio.
Y olvidé completamente lo que iba a hacer.
