Parte 10 Capitulo Uno

112 9 0
                                    


Pues yo te digo -insistió Manfredo, tratando de averiguar si el joven había descubierto la trampa- que oí el ruido por aquí, y también lo oyeron mis criados.

-Mi señor -intervino uno de ellos en tono obsequioso-, seguro que era la trampa y que se disponía a escapar por ella.

-¡A callar, estúpido! -le ordenó el príncipe, airado-. Si iba a escapar, ¿cómo es que sigue aquí? Yo sabré por su boca qué ruido fue el que oí. Dime la verdad, porque tu vida depende de que no mientas.

-La verdad me es más cara que la vida, pero no compraré la una por el precio de la otra.

-¡Vaya! ¡Un joven filósofo! -se mofó Manfredo-. Dime, pues, qué fue el ruido que oí.

-Preguntadme aquello a lo que pueda responder, y dadme muerte instantánea si os miento.

Manfredo, cuya impaciencia se acrecentaba ante la firmeza del valor y la indiferencia del joven, exclamó:

-¡Pues bien, hombre veraz! Contesta: ¿fue la caída de la trampa lo que oí?

-Lo fue.

-¡Lo fue! ¿Y cómo llegaste a saber que aquí había una trampa?

-Vi la placa de latón a la luz de la luna.

-Pero ¿cómo supiste que eso era un cierre? ¿Cómo descubriste el secreto de su apertura?

-La Providencia, que me liberó del yelmo, fue capaz de encaminarme al mecanismo de cierre.

-La providencia hubiera podido ir un poco más allá y ponerte fuera del alcance de mi resentimiento. Cuando la Providencia te enseñó a abrir el cierre, te abandonó por ser un estúpido que no sabe hacer uso de sus favores. ¿Por qué no proseguiste el camino que se te señaló para escapar? ¿Por qué cerraste la trampa antes de haber bajado los peldaños?

-¿Puedo preguntarte, mi señor, por qué, sin estar familiarizado en absoluto con vuestro castillo, había yo de saber que esos peldaños conducían a algún sitio? Pero no quiero eludir vuestras preguntas. Quizá debiera haber explorado esos peldaños, pero no podían llevarme a una situación peor. La verdad es que dejé caer la trampa, y acto seguido llegasteis vos. Acababa de dar la alarma: ¿qué me importaba ser capturado un minuto antes o después?

-Para tu edad eres un villano decidido, pero pensándolo bien sospecho que te burlas de mí: aún no me has dicho cómo abriste el cierre.

-Os lo mostraré, mi señor.

Y tomando un fragmento de piedra caído de lo alto, se agachó sobre la trampa y empezó a golpear la placa de latón, con el propósito de ganar tiempo para que huyera la princesa. Esta presencia de ánimo, unida a la franqueza del joven, desconcertó a Manfredo. Incluso se sentía dispuesto a perdonar a alguien que había sido reo de un delito. Manfredo no era uno de esos tiranos salvajes que disfrutan mostrándose crueles sin que les provoquen. Las circunstancias de su fortuna habían vuelto adusto su temperamento, humano por su propia naturaleza, y sus virtudes estaban siempre dispuestas a manifestarse, a menos que la pasión oscureciera su juicio.

Mientras el príncipe permanecía sumido en estas cavilaciones, el eco multiplicó un confuso rumor de voces por las distantes bóvedas. A medida que el sonido se acercaba, Manfredo distinguió el clamor de algunos de sus criados, a los que había distribuido por el castillo en busca de la princesa.

-¿Dónde está mi señor? -llamaban-. ¿Dónde está el príncipe?

-Aquí estoy -dijo Manfredo cuando se aproximaron-. ¿Habéis encontrado a la princesa?

El primero que había llegado respondió:

-¡Oh, mi señor! Me alegra encontraros.

-¡Encontrarme! ¿Habéis encontrado a la princesa?

-Así lo creíamos, mi señor -explicó el criado, con expresión aterrorizada-, pero...

-Pero ¡¿qué?! -gritó el príncipe-. ¿Ha escapado?

-Jaquez y yo, mi señor...

-Sí, Diego y yo... -le interrumpió el segundo criado, que llegaba aún más agitado.

-No habléis a la vez -exigió Manfredo-. Os pregunto dónde está la princesa.

-No lo sabemos -respondieron al mismo tiempo-, pero el miedo nos nubla el sentido.

-Ya me doy cuenta, estúpidos. ¿Qué os ha asustado así?

-¡Oh, mi señor! -dijo Jaquez-. ¡Diego ha visto algo! Vuestra alteza no creería lo que hemos visto.


El Castillo De OtrantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora