—Maldición, qué desastre —gruñe Midorima pasándose una mano por el cabello.
—¡Kagami-kun!
—¡Auch! —Se soba la cabeza Taiga pues ha sido golpeado por Akashi.
Suspirando Midorima se soba las sienes, aquella ha sido de las peores noches de su vida y apostaba a que Takao no quería volver a invitarlos o a si quiera querer volver a verles. Unas risas escandalosas lo saca de sus pensamientos.
—¡Por Dios, ha sido una noche estupenda! Shin-chan tenemos que salir más seguido —propone divertido enroscando sus brazos en el cuello de Midorima.
—¿De verdad? —Pregunta sorprendido.
—Sí, sí. ¿Por qué no vamos a un Magi Burger? —Todos asienten.
En el recorrido siguen hablando, riendo por la experiencia vivida en el pub; a Kagami se le ha bajado la borrachera solo un poco, disculpándose con Kuroko por pasarse de mano larga. Al llegar al local juntan tres mesas, piden un montón de hamburguesas, refrescos y malteadas; a los pocos minutos Kagami cae rendido, tan cansado por el alcohol que no puede más.
—Es hora de irse. Ey Shin-chan, ¿vienes a mi casa? —Todos hacen bulla provocando en Midorima un gran sonrojo —. Ki-chan, cambiemos números —sonríe sacando su celular para pasárselo al rubio y recibir el contrario.
Miyaji y Otsubo se van juntos cargando a un inconsciente Kagami quien susurra cosas inentendibles; Aomine, Kise y Kuroko se acompañan pues la pareja primero debe dejar a Tetsuya antes de retirarse a sus respectivos hogares; mientras Midorima y Takao se van tomados de la mano al igual que Akashi y Murasakibara, cada quien por su lado; la noche es recurrida pero no les interesa pues lo único que ellos quieren es sentirse.
—Ey Shin-chan, ¿te quedarás a dormir en mi casa? Tengo ganas de hacer cosas —se lame los labios con sensualidad provocando en Midorima un gran sonrojo brillante.
No podía, de verdad que no, pero era Takao quien se lo pedía, quería resistirse y negarse con un rotundo no, pero al ver aquellos ojos suplicantes le derriba todas las barreras, aceptando después de pensarlo unos pocos segundos.
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La mañana llega siendo Takao el primero en despertar pues Shintaro se quedó más tiempo despierto viendo dormir en completa paz a Takao, y es que parecía un querubín después del sexo, con esas mejillas como manzanas, una media sonrisa y el cabello cayendo desordenado por todos lados; con todo el cuidado del mundo ha quitado los prendedores del enmarañado cabello y colocándolos en la mesita de noche para después acomodarse a su lado y acariciar su mejilla, se sentía todo un idiota, en conclusión: un total enamorado.
Takao se queda ahí, pensando con una meca de preocupación, sentado mientras sostiene en un abrazo sus piernas, tan pegadas a su pecho para poder recostar su cabeza en las rodillas; se encontraba asustado, solo una vez sintió aquello y las cosas no salieron para nada bien, por eso aquel sentimiento de temor, no quería pasar por lo mismo una vez más, aunque parecía ser un poco tarde ya.
Shintaro es extremadamente atractivo, amable, elegante, caballeroso, en pocas palabras el hombre que todos quisieran, el macho ideal, la pareja perfecta.
No comprendía, lo prometió, juró no volver a enamorarse, a tener una historia compartida, a acostarse con la misma persona más de una vez; y ahí estaba, acariciando las hebras verdes de Shintaro mientras reparte pequeños besos a su frente. Le encantaba, de verdad que lo tenía.
—Ey Shin-chan, buen día —susurra bajando sus labios a los contrarios y uniéndolos en un tierno rose. Shintaro se remueve algo molesto, estaba cansado y lo único que necesitaba era dormir —. Despierta Shin-chan~. Los niños buenos como tú tienen que asistir a la escuela~
—Guarda silencio. La cabeza me va a explotar —se queja contra la almohada.
Takao sonríe, se daba palmadas de felicitación en el hombro por haber corrido las cortinas el día anterior, el Sol no lo ha despertado ni la iluminación exagerada molesta su resaca.
—Okay~ iré a preparar el desayuno niño malo —sonríe dándole un beso en la nalga a Midorima antes de salir al pasillo desnudo directo a la cocina.
Por alguna razón sonríe, era de los pocos días en los que se levantaba de buen humor y lo agradecía, hoy tendría ensayo para una presentación privada, ahora que lo recordaba tenía que apartar lugares para Midorima y sus amigos.
—Oh, creí que no te levantarías hasta más tarde —sonríe sintiendo las manos de Midorima abrasarle por la cintura mientras su rostro reposa en su hombro.
—Te necesito —aquello provoca un sonrojo en Takao, baja la mirada avergonzado, ¿qué le pasaba?
—¿Necesitas aspirinas? —Le separa con amabilidad para dirigirse a uno de los cajones y sacar una caja —. Te prepararé café pero primero toma mucha agua con la pastilla —señala.
Midorima toma asiento agarrando las pastillas, se sirve un vaso de agua helada y se sienta en el desayunador, esperando por el arroz frito con verduras, todo recalentado de hace dos días.
—Hueles horrible —olisquea Midorima, Takao ríe llevando una cucharada a la boca.
Al terminar de cocinar se ha sentado sobre las piernas de Shintaro para sentirlo más cerca y comer con "comodidad"; a Midorima aquel gesto le ha gustado pues puede hacerle mimos a su antojo.
Después de unos arrumacos más e insistencia en el teléfono de Shintaro esté se tiene que retirar a su casa no sin antes recibir la grandiosa noticia de que "Daяe MØ βetā" tendría otra presentación privada, nada podría arruinar aquel día.
Pero estaba equivocado, precisamente "hoy" llegaba su padre del Caribe, después de un exhaustivo recorrido por las playas, buscando un buen terreno para levantar uno de aquellos hoteles lujosos, con el nombre "Akashi" como protagonista.
Y ahí estaba, encogiéndose cada vez más al escuchar la voz alzarse a los cuatro vientos, ha sido un imprudente al dejarse puestos los piercings, pero es que el estar con Takao le nubla la razón, pero aquello no le quitaba lo idiota.
—Lo lamento —se disculpa por veinteava vez.
—Por Dios Shintaro, con esas cosas en tu rostro ¿piensas ser un buen doctor ¿Has visto a un doctor con ese aspecto? —Shintaro se queda callado, no quería responder aquellas preguntas porque de antemano sabe de sobra que su padre conoce las respuestas —. ¿Qué te ha sucedido? Tú no eras así, ¿tienes algún problema? ¿En la escuela, con tu madre... conmigo?
—N-no es eso, yo... yo... s-solo quería... experimentar —murmura sin levantar la mirada. Los ojos de su padre, aunque parecidos a los suyos, pero más alegres, siempre le han incomodado porque sabe que ven a través de él, son como un par de cámaras de rayos x que le dejan desnudo.
—Te pediré un favor —posa ambas manos en sus hombros para que le preste atención —, quiero que te quites esas cosas...
—Pero...
—Y, que te quedes en tu habitación estudiando. Estas castigado Shintaro.
—¿Qué? No habla en serio
—¿De verdad? Entrégame esas cosas —le extiende la mano mirándole desde arriba; como odiaba aquella postura de superioridad.
Soltando un silencioso bufido se va quitando los piercings, entregándoselos posteriormente a su padre. Sube las escaleras pensando un y mil maneras de insultar a su progenitor, obviamente, dentro de la seguridad de su mente. Al llegar a la habitación cierra la puerta, dejándose caer de bruces contra la cama; abraza una almohada ahogando sus maldiciones. Por más respeto que le tuviera a su padre no podría no odiarlo por obligarle a quitarse lo que Takao le podio, además de quitarle la oportunidad de no ir a un concierto privado; aquello... aquello era lo que más odiaba.
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NOTAS DEL AUTOR: Solo una cosa: ¡EL MES MIDOTAKA ME ABSORBE! Ugh. Si no han leído los escritos dedicados a este mes les recomiendo que lo hagan, son bastante buenos :D
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"Daяe MØ βetā" (PremiosKnB2017)
FanfictionShintaro es un joven fanático de "Daяe MØ βetā", una banda de talla mundial, es un estudiante común y corriente aunque su admiración llegue a extremos inhóspitos. Algo bueno sucede en uno de los tantos conciertos a los que asiste. ¿Eso podrá cambiar...