Polluelo

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Rápidamente Magnus hizo aparecer varias bolsas llenas de sangre y se las pasó a Raphael. Éste las tomó y con cuidado se acercó al muchacho que acababa de hacer su camino por su propia tumba.

-"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto,- empezó a recitar Raphael en voz baja, como un tenue murmullo- así es necesario que el hijo del hombre sea levantado para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna".

-Podría jurar que el apóstol Juan no se refería exactamente a una situación como esta cuando escribió eso en la Biblia.

Raphael lo ignoró y se concentró totalmente en el pelinegro.

-Alexander- lo llamó con voz calmada.

Alec lo miró pero solo por un momento antes de que pareciera dar una fuerte inhalación al aire y su mirada se fijara en las bolsas que el moreno llevaba en las manos. Raphael se las acercó y Alec las engulló sin tener cuidado alguno al romperlas para extraer hasta la última gota de sangre.

El líquido escarlata chorreaba en finas hileras por los lados de su boca mientras él bebía. Los otros dos solo lo observaban. Era mejor que no lo interrumpieran hasta que su sed estuviera zaceada.

Raphael miró a Magnus.

-¿Tienes el teléfono del vampiro diurno?

Magnus lo miró con sorpresa.

-Sí, lo tengo. ¿Por qué preguntas?

-Llámale.

Magnus lo miró extrañado pero obedeció de todas formas. Sin quitarle la vista de encima a Alec, sacó el celular de su bolsillo y marcó el número. Le pasó el celular a Raphael y éste, asegurándose de que Alec estuviera ocupado bebiendo, tomó la llamada.

-¿Hola?- contestó una voz somnolienta del otro lado de la línea.

-¿Simón?

-¡¿Raphael?!- se escuchó como si algo se hubiera caído- Creí que serías Magnus, ¿por qué me estás llamando de su celular? ¿Por qué me estás llamando en realidad?

-Necesito que me des la dirección del lugar donde vives.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque hay un polluelo que tendrá que vivir contigo un tiempo y necesito saber la dirección para poder llevarlo ahí.

-Espera, espera, espera... ¿Qué?

Raphael rodó los ojos, harto.

-Vives con un miembro del Preator Lupus, ¿cierto?

-Eh... bueno, sí, así es.

-Y es su deber cuidar de los subterráneos perdidos ¿no?

-Bueno, sí, supongo. Eso es lo que Jordan me ha dicho.

-Bueno, pues yo tengo a un polluelo que no tiene a dónde ir y necesito que lo cuiden hasta que pueda traerlo conmigo al hotel.

-No entiendo, ¿por qué no lo puedes cuidar tu o por qué no se puede quedar en otro lugar?

-Estoy totalmente convencido de que estará más cómodo contigo, créeme.

-¿Ok...? Bien, de acuerdo.- respondió Simón torpemente.

Después de tomar su dirección Raphael se despidió secamente y le dijo a Simón que llegarían a su casa antes del amanecer.

Se volteó para darle el celular a Magnus y se topó con los ojos inquisidores de éste.

TMI: Ciudad de conversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora