Furia

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-Contesta... contesta... contesta...!

Alec Lightwood no dejaba de pasearse de un lado al otro en la casa de su novio. Magnus estaba ocupado recogiendo lo que había quedado regado por el piso con el hechizo que había estado haciendo anteriormente mientras que el ojiazul intentaba contactarse con su hermano.

-¿Hola?- la voz de Jace respondió. Sonaba cauteloso pero había un dejo de emoción en su voz. Parecía alegre de poder hablar con su antiguo Parabatai.

-Jace,- respondió el morocho con urgencia. Su voz agitada ayudaba al rubio a imaginarse a su hermano moviéndose inquieto por la habitación.- necesito saber que ha ocurrido. Mamá me ha estado llamando y supongo que quiere hablar de algo serio, sino ni siquiera me llamaría.

-Bueno, sí- Jace se llevó la mano detrás de la cabeza y rascó su nuca con nerviosismo- ocurrió algo en la corte Seelie.

Alec sintió un nudo en la garganta. "Por supuesto." Si las cosas iban bien, siempre tenían que ser las hadas las que hicieran de las suyas de algún modo. Nunca le había parecido prudente confiar en ellas, estaba en su naturaleza ser engañosas y jugar con quien pudieran aunque fuera para entretenerse un rato.

-¿De qué se trata?

-Hubo un asesinato, Alec. Mataron a un par de hadas de la corte. No sabemos quiénes exactamente, pero las heridas eran de armas de cuchillos serafín.- el morocho sintió como si un balde de agua fría le cayera encima y el nudo en su garganta se apretó. Esto no era nada bueno.- La reina se lo tomó como una violación a los acuerdos. Se acabó Alec. Ya no hay Acuerdos con la Corte Seelie.

El chico se quedó congelado en su lugar.

Los Acuerdos. El tratado de paz más importante del submundo. Lo único que evitaba una guerra entre las criaturas de las sombras. Sin las hadas en él, ¿cuánto tardarían los demás en dejar la Alianza también? ¿Cuánto tardarían en empezar un conflicto mayor? No, esto no era nada bueno.

Trató de pensar rápido. Tal vez algo podría hacerse para remediar toda esta situación.

-¿Ella sabe que los ataques son de Cazadores Oscuros? ¿Le dijeron algo de eso?

-Claro que se lo dijimos, Alec, y claro que lo sabe. Pero no le importa. Ella sólo quiere un pretexto para complicarnos más las cosas, le encanta fastidiar a la Clave, y si quiere hacernos daño, nunca va a tener un mejor momento que éste.

-¿No crees que pueda ser que sólo se quiere mantener a salvo de Sebastián?

-Podría ser, pero vamos a tener que estar alertas.- bajó un poco la voz y continuó- Maryse todavía no sabe nada sobre tu... condición.

Alec sonrió. Se sentía muy culpable por toda la responsabilidad que estaba poniendo en los hombros de sus hermanos, pero también muy agradecido por todo el apoyo que le daban ahora que lo necesitaba más que nunca.

-Gracias. Y perdonen por todo el estrés extra que tienen por mi culpa. No tendrían por qué estar lidiando con mis secretos...

-¿Hablas en serio?- Jace sonaba casi ofendido- Alec, somos hermanos, y Parabatai. Tus problemas son mis problemas, nefilim o no. "Donde tú vayas, yo iré..." ¿Recuerdas?

Los ojos de Alec brillaron al escuchar las palabras del juramento Parabatai salir de los labios de Jace.

-En serio,- se escuchaba la emoción y los sentimientos como agua cristalina corriendo en un arroyo en la voz del morocho- Gracias.

-Ni lo menciones.

-Bueno,- respiró hondo y se sentó en el mullido sofá- hablaré con mamá. Le diré que he estado ocupado con los patrullajes para ganar tiempo en lo que decido cómo se los voy a decir.

TMI: Ciudad de conversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora