La noche se mostraba silenciosa mientras Alec caminaba por las calles de regreso al Instituto. No podía creer lo que había hecho. Había renunciado a lo que pudo haber sido una segunda oportunidad con Magnus, una segunda oportunidad con la persona a la que más amaba en el mundo.
Sin embargo, no se arrepentía. Todo lo que había dicho era cierto. El camino que tomó su relación durante sus últimos días juntos no había sido el mejor. Esas últimas semanas no habían sido lo mismo que fue en un principio, y todo por esa falta de confianza que era más que palpable entre ellos. No totalmente, claro. Si algo tenía claro de Magnus, era que aunque hablar de su pasado no fuera uno de sus fuertes, sabía que sí podía confiar en él para cualquier otra cosa, cualquier peligro en el que estuviera, cualquier problema en el que se metiera, cualquier momento en el que necesitara ser escuchado y sentir que le importaba a alguien.
¿Habría hecho lo correcto? Es cierto que, para mala suerte de todos, en cualquier relación una sola cosa mala suele tener el poder de opacar todas las cosas buenas. Quizás debería de haber pensado un poco más en eso. En todas las cosas buenas que Magnus había hecho por él y en lo feliz que había sido a su lado.
Pero lo que le había hecho, eso de pensar que él habría sido capaz de quitarle su inmortalidad, de hacerlo vulnerable, y haberlo cortado por eso, no lo podía olvidar.
Por un momento se sintió como un niño resentido. Pero estaba seguro de que esta noche no se había alejado de Magnus solo por resentimiento, no, por mucho dolor que le hubiera causado, nunca podría llegar a sentir algo como el odio o resentimiento hacia Magnus. Se lo había dicho, todavía lo amaba, pero verdaderamente creía que por aquella constante batalla de celos y recelo hacia un pasado que no compartían, definitivamente intentar ser felices cada uno por su lado sería la mejor opción. Esperaba que lo fuera.
Pasaba cerca de un callejón cuando escuchó que un ruido salía de éste. Pensó que seguramente se trataría solo de un gato, pero conforme se fue a acercando, se dio cuenta de que no eran ruidos, sino voces.
-Ya sabes a qué hemos venido- la voz sonaba como si estuvieran raspando dos pedazos de acero oxidado- Sabes que nuestro señor te quiere de su lado, y también sabes que no te conviene estar contra él.
-Los hijos de la noche no responden ante la luz, solo ante las sombras. ¿Por qué, entonces, osas dudar en unirte a ellas?- dijo una segunda voz.
-Es algo que tarde o temprano todos tendrán que hacer- la voz sonaba amenazadora- de lo contrario perecerán como lo hará todo aquel que piense que los hijos de Raziel pueden ganar esta guerra.
-¿Guerra?- replicó una voz que no sonaba nada parecida a las otras dos, sino más melodiosa, más humana- Yo hubiera jurado que para ustedes esto era más como un juego. No me sorprende que se rebajen a servirle a un hijo del ángel cuando eso representa la oportunidad para entretenerse con un baño de sangre sin que nadie se les interponga.
Alec se quedó atónito. La voz que había hablado pertenecía a Raphael Santiago.
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-Alec ya tardó mucho- decía un muchacho rubio recostado en la cama de su hermana, mientras ésta caminaba de un lado al otro de la habitación, revisando cada dos minutos su celular.
-Ya lo sé- replicó la morocha.- Son más de las dos de la mañana, ya debería de haber regresado.
Jace miró a su hermanastra.
-Vamos, tampoco es para que te pongas así, fue a ver asuntos oficiales con su exnovio, se habrán entretenido charlando, o haciendo algo más...
Isabelle se detuvo en seco frente a él.
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TMI: Ciudad de conversión
FanfictionDespués de quedar desdichado tras su rompimiento con Magnus, los problemas de Alec no terminan. El destino le tiene preparado un giro completo a su vida que lo hará ver desde otro ángulo su antigua naturaleza nefilim, y tener que aprender a aceptar...