Besos y secretos

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¡Hola! ¡Cómo han estado? Espero que bien. Aquí les traigo el próximo capítulo. Es muy corto comparado con los demás pero espero que les guste.

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Su sonrisa no era altanera, como en un principio pensó que sería, sino más bien lo miraba con... ¿dulzura?

Se quedó hipnotizado por un momento con esa sonrisa que no se había dado el lujo de admirar desde hacía mucho tiempo y Magnus aprovechó para acercarse unos pasos.

Eso hizo que Alec saliera del trance y reaccionara, alejándose de él dirigiendo sus pasos hacia la parte trasera del sofá que quedaba junto al más grande.

-¿Qué haces aquí?

-Iba a seguir mencionado lo grosero que eres por no haberme contestado el mensaje, pero dada tu pregunta imagino que ni siquiera lo leíste.

Alec bajó la mirada solo un momento antes de fijarla en él de nuevo.

-Lo borré.

Magnus avanzó hasta sentarse en el sillón más largo mirando fijamente a Alec con sus ojos de gato. Lanzó un suspiro y empezó a juguetear con la tela del mueble.

-Sí, me imaginé. Estabas ocupado, después de todo.

Alec sintió como si se hubiera sonrojado y por alguna razón sintió que eso había sido una indirecta.

-¿Qué se supone que significa eso?

Magnus levantó la vista del sofá sorprendido y tras un momento observándolo fijamente su semblante cambió por uno más serio y le dedicó una mirada que Alec no supo descifrar.

-No significa absolutamente nada Alexander. No todo lo que digo es en doble sentido, ¿sabes?-dijo en tono juguetón- Sé que saliste con Raphael por más sangre, ¿acaso hay algo en eso por lo que debería reclamarte?

Alec se relajó solo en parte. ¿Por qué se había puesto a la defensiva? Y... un momento, ¿él cómo sabía que había salido con Raphael?

-¡¿Me estás espiando?! ¡Magnus, no lo puedo creer! ¡Siempre pensé que tú no eras ese tipo de persona! ¡Por el Ángel! ¡Eres un maldito! ¡Primero me rompes el corazón y luego te pones a espiarme como si te perteneciera o algo! ¡Tengo una maldita vida lejos de ti, por Razi...!- el nombre se cortó en su garganta. – Raz...- intentó decirlo de nuevo pero solo logró toser. Un par de intentos más y lo único que consiguió fue que ahora la tos estuviera acompañada de sangre.

En medio de todo esto no se dio cuenta de que Magnus se había puesto de pie y se encontraba justo delante de él con un pañuelo y un vaso de agua que había hecho aparecer. Con el pañuelo limpió su rostro suavemente hasta quitar toda la sangre y le ofreció el vaso con agua con el que Alec hizo gárgaras para luego volver a escupir el agua dentro el vaso.

-Gracias- dijo casi susurrando, en parte por el dolor de garganta que sentía y en parte por la desilusión de darse cuenta de otro efecto secundario de ser vampiro: ya no podía mencionar en voz alta el nombre de su creencia más grande.

Ya había visto a Simon atragantarse intentando decir el nombre de Dios, pero nunca se imaginó semejante sensación de ardor y ahogo en la garganta.

El moreno al ver su rostro soltó otro suspiro y lo guio hacia el sillón más pequeño y se sentó junto a él.

El ojiazul dejó de toser poco a poco y su respiración se calmó. Alzó la mirada y una vez más, como idiota, se quedó hipnotizado por ese par de ojos que no había dejado de alucinar desde que dejó de poder decir que le pertenecían. Magnus también lo miraba fijamente no con frialdad, no con preocupación, sino con ternura.

TMI: Ciudad de conversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora