6: "¿Patinar? Claro."

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-Atención, atención por favor.- La pobre profesora de matemáticas seguía agitando sus cortos brazos intentando llamar nuestra atención. La mayoría de la clase estaba parada, algunos lanzándose aviones de papel, sentados sobre la mesa de otros, charlando sin hacer caso omiso de la pequeña mujer que gritaba desde el frente.

La clase del año.

Observe el reloj que colgaba de la pared y tamborilee la mesa con mis dedos. Estaba aburrida. La hora ya casi llegaba a su fin y yo no podría estar más feliz. No me malentiendan, me gustaban las matemáticas, cuando las entendía claro, pero no tenía ganas de estar en la preparatoria.

-¡SILENCIO!- La voz de la entrenadora de basquetbol acallo todos los sonidos del cuarto y logro imponer el orden. La entrenadora Bowinski era una mujer bastante respetada. Con su porte de gigante y su voz de general, daba incluso más miedo que Rosie, la cocinera del instituto, quien en sus tiempos de juventud había servido como chef superior en lugares de guerra. Ya tienen una pequeña idea a la cual aferrarse si quieren imaginar cómo era tener a esas dos mujeres en tu centro educativo.

-Gracias.- La pequeña mujer dio un paso adelante y le agradeció con un gesto a la entrenadora.- Queridos estudiantes, como ya saben, el instituto organiza cada año una fiesta de invierno. Este año, la junta directiva del centro educativo, decidió organizar la fiesta con ayuda del parlamento escolar.- La entrenadora asentía a cada palabra, dándonos a entender que era cierto.- Al final, llegamos a la conclusión, de que la fiesta este año, seria organizada en un lugar muy especial, ya que este año, el instituto Wambrouse cumple cien años desde su fundación. Es por eso, que la fiesta anual de invierno, se realizara en el lago Opold, dentro de dos semanas. Y si quieren, pueden llevar una pareja. Todavía tenemos que pensar en si haremos elecciones para una reina y un rey de invierno, pero es muy probable que si.- Los gritos de júbilo por parte nuestra resonaron en la estancia.- Y como fue pronosticado que el lago se congelaría este invierno, se propuso la idea de hacer de el una pista de patinaje.- Esta vez, la única que no grito, fui yo.

No, queridos amigos, yo no sabía patinar. Pero, tampoco es que alguien me fuera a invitar al baile, lo cual significaba que no tendría una razón para meterme a la pista de patinaje, donde hubiera sido muy probable avergonzarme frente a todos. ¡Brillante, lo se!

Mire la puerta y descubrí a Diego sonriéndome desde el otro lado. El timbre toco y fui la primera en salir.

-Hola linda, ¿Ya escuchaste la buena nueva?- Me sonroje, aun no me acostumbraba a los adjetivos de cariño que Diego usaba conmigo.

-¿Te refieres a que el profesor de cálculo está enfermo? ¡Sádico!

-¿Qué? No yo... claro que no, yo...- Rompí en risas.

-Tranquilo, no lo decía enserio.- Diego me miro confundido y amplio su sonrisa.

-Eres cruel. Pero no era eso lo que te quería preguntar.

-¿Qué querías preguntarme?

-Seguramente ya escuchaste que la fiesta de invierno se realizaría en el lago Opold, ¿verdad?- No. No podía hacerme esto, no ahora. ¡Ya tenía un plan de escape!

Exacto: tenias.

-Diego, ¿te importaría que continuáramos hablando de eso camino a la cafetería? Me muero de hambre.- Hasta cierto punto era verdad, me moría de hambre. Pero no sabía que le diría si me invitaba a ir con él a la fiesta.

-Sí, vamos.

(...)

-Entonces...- Julie me echo una mirada cómplice y señalo disimuladamente a Diego con su tenedor. Él estaba parado en la fila, recogiendo nuestra comida, como todo un caballero. Entrecerré mis ojos cuando vi que una chica se le había acercado y hablaba entretenidamente con él.

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora