10: "¿Nerviosa?"

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-¡Y entonces Tiff le dijo a Nat que Jess le había contado que Britt se había pasado la noche entera coqueteando con Brandon!- solté otro agudo grito cuando la peluquera volvió a jalar fuertemente de mi cabello.

Este "Día de belleza" había sido más una tortura que otra cosa hasta ahora: depilaciones, pedicura, manicura... casi me muero.

Y ahora estábamos en el estilista. Mamá estaba sentada en una esquina, entretenida con el material de lectura que había en aquel local. Mientras que yo sufría a manos de una estilista poco gentil y en compañía de un grupo de chicas exageradamente escandalosas.

-¡Oh my! ¡Que zorra!- le lancé una mirada de auxilio a mi madre al no poder soportar más los chillidos de al lado. Ella solo hizo un movimiento despreocupado y volvió a enfrascarse en la revista que leía.

-Mamá...- masculle en voz baja.

-¿Hija?- pregunto ella sin levantar la mirada. Rodé los ojos.

-Mamá...- insistí.

-¿Si, Katherine?- Sus ojos se clavaron en mí.

-¿Cuánto más durará el castigo?

-Kate, linda. ¿Pero qué cosas dices?- mamá sonrió condescendiente a la peluquera y ni se molestó en escuchar mis quejas.

Observé el espejo que tenía delante, la mitad de mi cabello estaba recogido con ganchos, y la otra tenía claras ondulaciones. Se veía bien. De hecho me gustó mucho: el cómo se veía en mí. Pero mi cuero cabelludo ya estaba medió salido de tantos jalones que había recibido.

Media hora de sufrimientos y cientos de cabellos arrastrados por la desgracia.

-Deja de quejarte, cielo. Saliste preciosa. Hannah tiene que enseñarme su secreto, esas ojeras desaparecieron como por arte de magia.

-Hannah casi me deja calva- masculle con la cabeza adolorida.

-Querida, ¿qué tipo de agradecimiento es ese? ¡Si quedaste hermosa!

-Puede ser... pero extraño la otra mitad de mi pelo. Juro que con tantos cabellos, hubieran podido hacer una peluca- mamá soltó una risa.

-Una linda peluca. Ahora que lo mencionas, podríamos hacerte una modelo de champús- replico mi madre alegremente.

No nos quedamos mucho tiempo más en el centro comercial.

A las cinco de la tarde, mamá y yo estábamos de vuelta en casa. Quedaban menos de una hora y media antes que Diego llegara a recogerme y los nervios que no había tenido hasta entonces, se hicieron presentes como por arte de magia.

Mamá me invito a tomar el lonche de media tarde con ella, sinceramente no me apetecía comer nada, pero ya que era una invitación suya, no pude negarme. Ella se había tomado todo el día libre para pasarlo conmigo...algo que casi nunca pasaba.

Hablamos como si fuéramos dos extrañas, aunque ahora ella y papá pasaban más tiempo en la casa, no era lo mismo que estar con ellos y solo con ellos. Y solamente por esa razón, le perdone el hecho de que gracias a su estilista, casi perdí la sensibilidad de mi cuero cabelludo. Lo disfrute, apreciaba mucho tener este tiempo con ella.

-Bueno, cielo, creo que ya llego el momento...- mamá se puso de pie y sonrió.

-¿El momento de qué?

-De ponerte tu vestido.

Abrí mis ojos y me dispuse a poner la mejor cara de emoción que tenía. Hasta ahora, yo no había visto como era el traje que mamá había comprado para mí, ella peso que sería mejor mantenerlo como una sorpresa, ya que podría no gustarme y en ese caso, seguramente hubiera decidido escoger uno que me agradara a mí.

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora