Primera parte. - #001

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PRIMERA PARTE:

Limerencia.

Porque todos estuvimos, estamos o estaremos en ese estado alguna vez en nuestra vida.

***

#001

Aquella mañana mi padre llamó a mamá. Hacía ya casi dos meses desde que había peleado con mamá y ninguna de esas noches durmió en casa. Y esa mañana, llamó solo para pedir el divorcio.

Fue un poco inesperado para mí. Sólo tenía doce años y aunque tal vez mis padres hayan dado muchas señales del divorcio, nunca me di cuenta.. Mi hermana Kate tenía nueve años, y al igual que a mí, le sorprendió mucho el divorcio. Mi mamá, Cynthia, estaba destruida. Díganme, nada podía estar peor.

Salí al patio en busca de mi bicicleta, porque me tranquiliza salir a dar vueltas en ella. Cuando iba saliendo, pude ver un camión de mudanzas estacionado en la casa de en frente. Esa casa llevaba en venta ya un largo tiempo. Recuerdo que Kate, mi hermana, y yo bromeaba más acerca de que ahí había fantasmas. De hecho, llamábamos a la casa "casa fantasma". Lo sé, es un poco tonto. En fin... Me sorprendió que al fin alguien la comprara.

Por ir pensando en todo esto, me pasó algo tremendo: fui a chocar con un árbol. ¿Díganme por favor quién se choca con un árbol?

Me levanté precipitadamente del suelo y me limpié lo mejor y más rápido que pude la tierra de mi pantalón, rogando por que nadie me hubiera visto. Sin embargo, ese no era mi día de suerte. Oí unas risas detrás del árbol. De un niño, más específicamente.

- ¿Qué te pasa? ¿No viste el árbol? - la voz y las risas eran de un niño, más o menos de mi edad, de cabello levemente pelirrojo y ojos marrones. Se podría decir que era lindo. Yo simplemente, lo ignore y me subí a mi bicicleta. Entonces el niño se puso en frente de mí.

- Oye, no te enojes. Soy Alex. Acabo de mudarme a esa casa. - dijo señalando la casa fantasma. - ¿Tú cómo te llamas, chica distraída?

- No me digas chica distraída. Solo fue un pequeño accidente. - dije fríamente. Sin embargo, me suavicé muy pronto y suspiré. - Y me llamo Blue.

- ¿Blue? ¿Blue como el color? - dijo riendo.

- Sí, como el color. - dije ya un poco exasperada.

Él no dijo nada más. Entonces, sus padres, supongo, empezaron a llamarlo.

- Lo siento, me tengo que ir. Nos vemos otro día chica Bluetooth. - dijo mientras se alejaba corriendo y riendo. Esto si ya me enojó.

- ¡Es Blue, tonto! - grité, aunque probablemente ya estaba muy lejos para oírme.

Regresé a casa en mi bicicleta roja. Cuando fui con mamá y papá a comprarla había una hermosa bicicleta azul. Me encanta el azul en todas sus tonalidades. Quizás se debe a mi nombre. Imposible saberlo. En fin, cuando fui a comprar mi bicicleta, vi esa linda bicicleta azul. Me imaginaba perfectamente en ella. Lastimosamente, mis padres no. Así que ellos usaron su gran persuasión para convencerme de escoger la roja. No me arrepiento, esta es muy bonita. Pero, sigo pensando que la azul es mejor.

Al llegar a mi destruido hogar, mamá ya había dejado de llorar. Estaba en la cocina preparando el almuerzo. Quizás en algunas familias ver esta escena puede resultar lo más normal del mundo. Pero en la mía no. Papá era quien solía preparar la comida. Él es chef y trabaja en un restaurante cinco estrellas. Mamá esa doctora. Y por esa razón, ya que casi nunca estaba en casa, nunca prestó mucha atención a cocinar. Además, papá siempre hacía eso cuando estaba aquí. Pero ahora no está. Hay que acostumbrarse, aunque eso no me agrade.

Subí a mi habitación y encontré a Kate en ella, revisando mi escritorio. Otra cosa rara, de nuevo. Kate no suele entrar a mi habitación. No porque yo se lo prohíba, sino porque ella dice que en mi habitación lo único interesante es que hay una cama para dormir. Pero allí estaba ella, revisando mi escritorio en busca de algo. Me quedé parada en la puerta intentando descifrar que era lo que buscaba mi hermana ahí. Pude haberle preguntado, pero me gusta más observar. Finalmente, vi que tomaba un libro y me miraba, como pidiendo permiso para tomarlo. Asentí y ella salió. Ella no suele leer.

Una hora más tarde fui a cenar. La comida estaba aceptable, pero no creo que hubiera sido conveniente decirle a mamá. Así que simplemente me quedé callada. Fue una cena callada. Y eso era raro para mi y Kate. Y mamá. Era raro para las tres, pero con suerte, pasaría.

La mañana del lunes me levanté. Había sido un fin de semana demasiado callado, a mi parecer. Agradecía tanto que fuera lunes, porque así estaría fuera y tendría más tiempo para pensar. Me vestí, me alisté y luego avisé a mamá que estaba lista. Ella me llevó en el auto sin a penas decir mucho más que "cuídate, cariño. Espero que te vaya bien." Le sonreí, bajé del auto y fui a mi clase. Entré y me senté en un escritorio. No tengo muchas amigas. No soy antisocial, de hecho suelo hablar y pasar el rato con casi todas las niñas de mi curso. Pero considero a casi nadie mi amiga. Bueno, a excepción de Amy. Ella llegó este año a la escuela. Y aunque la conozco de poco tiempo, la considero más mi amiga de lo que lo hago respecto a las chicas que conozco de años.

Fui a saludar a Juliana, una chica con la que hablo más seguido. ¿Por qué la saludé? Porque estar sentado viendo como los demás hablan, aburre. Entonces la saludé y hable con ella. Eso, hasta que vi entrar a ese niño pelirrojo de ojos marrones. ¿Es en serio? De tantas aulas en las que podría haber estado, justamente entró a esta. Debe ser una broma.

Hola, mis pastelillos de vainilla. Espero que les agrade mi historia. Voten si es así y comenten que les parece. Espero que sigan leyendo y que alguno de ustedes sea parte de esta historia. Porque las historias también dependen de sus lectores. Y de los escritores, obveo.

Besos llenos de pastel,

Eva





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