Estaba en la puerta de casa. Nuestra romántica "cita" había acabado. Y con romántica me refiero a desastrosa. Regresamos luego de subir a la Rueda de la Fortuna, ya que Alex se empezó a sentir mal, le dolía la cabeza y tenía náuseas.
- Lo siento mucho, Blue. - dijo poniendo su mano en el cuello de forma nerviosa. - Es solo que esto me suele pasar cuando estoy en lugares muy altos y eso... Lo siento.
Me observó con esos ojos verdes tan hermosos. Eso ojos que a veces eran verdes, luego grises, luego azules. Aquellos ojos que contenían auroras. Inspiraban compasión. No me enojaría por que haya tenido mareos.
- Está bien, no hay problema. - dije sonriendo. - Sólo una pregunta. ¿Le temes mucho a las alturas, no es así? - dije riéndo.
- Claro que no. ¿Qué te hace pensar eso? ¿No has hablado con mi hermano, cierto? - contestó él, muy a la defensiva, lo cual causó que me riera mucho.
- No, no he hablado con tu hermano. De hecho, nunca he hablado con tu hermano. - reí y Alex se quedó en silencio.
Su hermano tiene cuatro años de haberse ido a la universidad. Y en todo el tiempo que estuvo acá, nunca me habló más que para saludarme en las mañanas, cuando salía a recoger el periódico para mamá.
- Pero... - agregé. - El hecho que palideceras cuando estábamos en lo más alto me da una pista.
- No le temo a las alturas. Le temo a caer y morir.
- Por favor, las alturas son lo máximo. - él rió. - Bueno, tengo que admitirlo. Fue una linda tarde, después de todo.
- Sabía que dirías eso.
En ese momento, Kate abrió la puerta.
- Hermanita, ¿por qué no tocaste la puerta? Te miro aquí desde hace un rato.
- Kate. ¿Para qué sales? - resopló.
- Uno, para abrirte. Dos, iré a comprar pinturas.
Kate ama pintar, y casi cada tres meses va a comprar pinturas. Pero yo la tengo que acompañar siempre, por que de no hacer esto ella compraría toda la librería.
- Bueno, Alex... Creo que hablamos mañana.
- ¿No dejarás de hablarme?-dijo el, y yo negué con mi cabeza, por qué no fue tan malo salir con él después de todo. - Genial. Adiós. - dijo, y luego de hacerlo se inclinó a besar mi mejilla.
- Hey, no te pases. Solo acepté seguir hablandote. No que me besaras en la mejilla, otra vez... - dije, sin embargo fue para el aire, por que Alex ya se había ido.
-¿Otra vez? - preguntó Kate cruzando los brazos.
- Larga historia, te cuento después. ¿Vamos por las pinturas?
- Vamos por las pinturas.
Caminamos unas cuadras hasta llegar al Paraíso para Kate. Se volvía completamente feliz al tener todas aquellas pinturas en frente. Era como cuando yo estaba en una tienda de discos de vinilo o de libros. Era una felicidad inexplicable.
Aún recuerdo cómo fue que empecé a comprar discos de vinilo. Un hermano de papá, cuando yo tenía catorce años, él en ese entonces tenía 19. Papá lo dejó vivir en el sótano de casa, en contra de la voluntad de mamá. Éste tío siempre fue como mi hermano. Solía salir con él a observar como practicaba con la patineta, tocaba guitarra en las calles con sus amigos y sobre todo, admiraba su colección de discos de vinilo. Cabe resaltar que estaba estudiando Geología y que, sorprendentemente, no dejo ni una sola materia. En fin, este tío me enseñó todo lo que se de música hasta ahora, lo cual no es poco. Me enseñó de los clásicos, rock alternativa y miles de canciones realmente buenas.
Llegó un día, ese día fue su graduación, en el que tuvo que irse. Me regaló tres de sus discos de vinilo y su tocadiscos. Uno de los discos era de The Beatles, otro de jazz y el último era uno que contenía canciones de varios grupos. Fue su herencia para mi. Y desde entonces, mi colección de discos sólo ha crecido.
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Antes De Morir (Completa)
Fiksi RemajaLa adolescencia de Blue siempre fue una vida normal. Y hasta el final siempre continuó siendo una vida normal. Sus padres no se ganaron la lotería, no se volvió presidente de la nación, no se convirtió una actriz de Hollywood. Pero ser una persona n...