Oía que alguien me llamaba a lo lejos pero no podía despertar. Quería abrir los ojos y gritar "aquí estoy", "ayuda" pero mi cuerpo no reaccionaba a mis impulsos. Era como si estuviera en otro cuerpo. Empecé a notar unos golpes en la cara. Alguien seguía gritando mi nombre. Conseguí abrir un poco los ojos. Un dolor agudo en la sien me hizo desplazar mi mano hasta allí.
- Anne, Anne, ¡despierta!- decía alguien a mi lado.
Enfoqué mi vista en esa persona.
- ¡Anne! , Mírame, Anne.
Los párpados se me querían volver a cerrar. Me gustaba la situación de paz que sentí antes. Quería volver. Ahora me dolía todo.
- ¡No! No cierres los ojos. ¡Mírame!
Su voz me resultaba familiar pero mi cabeza no pensaba. Noté que se llevaban mi cuerpo. Alguien, probablemente esa voz, que parecía la de un ángel, me estaba llevando. A mi nariz llegó un aroma que llevaba anhelando unos días. Me encantaba como olía.
-Nathan... - conseguí decir con voz débil.
- Anne. Tranquila, te voy a llevar al hospital. Mantente despierta.
- Quédate a mi lado... No me dejes sola. - dije apenas en un susurro.
-No te dejaré.
Desde que me enteré de que me podía morir siempre había querido alejarme de la gente para no hacerles sufrir. Sin embargo, me he dado cuenta de que les hago sufrir más si me alejo y no quiero que me ayuden. Yo decía que era mejor estar sola, que no necesitaba a nadie pero unos minutos antes, cuando estaba en el baño vomitando pude ver que estar sola en estos momentos es lo peor. Yo necesitaba a alguien que me dijera que todo iba a ir bien y que me acompañara el resto del camino. Tanto si me iba como si me quedaba en este mundo porque lo más triste de todo es estar solo.
Noté el frió viento acariciándome la cara y el cuerpo. Empecé a temblar pero Nathan me apretó contra su cuerpo al darse cuenta. Me metió en el coche y corriendo se metió el también. Arrancó y me agarró de la mano. Cada poco me hacía preguntas para que me mantuviera despierta. Me costaba contestar, apenas tenía fuerza para hablar y la cabeza me dolía mucho.
- Vamos Anne, eres fuerte.... Cuéntame... cuéntame cual ha sido el mejor día de tu vida.
- El mejor día...- me quedé pensando.- los mejores días de mi vida han sido los que he pasado a tu lado. Desde el día en que te conocí hasta...- me quedé cayada.
Él me apretó la mano con más fuerza.
- Continúa Anne...- me animó pero estaba completamente agotada y se me cerraron los párpados.
No recuerdo ni cuánto tiempo tardamos en llegar ni cuánto tiempo llevaba en el hospital. Cuando me desperté estaba llena de cables por todos los sitios. Me asusté.
Alguien tenía agarrada mi mano izquierda. Miré en esa dirección y vi a Nathan dormido sobre la cama donde estaba tumbada. Miré al lado opuesto de la habitación. Montones de máquinas dando datos y haciendo ruidos extraños. Noté que Nathan se movía. Nuestros ojos se encontraron y me regaló una sonrisa.
- Te prometí que no te dejaría sola.- me dijo.
En ese mismo momento entró mi madre corriendo a la habitación.
- Anne, Anne cariño como estas. Oh... Nathan gracias por ir a ver cuando os llamé. Gracias.
Mi madre se acercó y me besó la mano que tenía libre con mucho cuidado. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
- Siento no haber estado allí hija. Siento... siento no haber pasado más tiempo contigo. Le he dado mucha importancia al trabajo pero tú eres mi prioridad. Quiero que sepas que te quiero mucho aunque no te lo haya dicho nunca. Que eres mi única hija y lo mejor que me ha pasado en esta vida y... y que no cambiaría nada de ti.
Mis ojos también se llenaron de lágrimas. Nathan nos miraba con cariño. Me daba pena porque a él se le había ido su madre para siempre. Le apreté la mano y él me miró. Le dedique una pequeña sonrisa de agradecimiento y asintió.
En ese instante apareció el médico que se presentó a mi madre y miró todas las máquinas mientras apuntaba los datos en una hoja. Después le dijo a mi madre que quería hablar con ella y salieron al pasillo dejándome a solas con Nathan.
- Gracias por estar siempre ahí... siempre cuidándome. - le dije.
Hizo ademán de querer hablar pero levanté la mano para que esperara. Todavía tenía mucho que decirle.
- Siento haberte hecho daño. No he sido una buena persona contigo. Me siento mal por todo lo que te dije cuando la culpable era yo. Me cegué por los celos y no supe ver más allá. Tú nunca me has dado motivos para enfadarme. Al contrario, siempre has tenido buenas palabras y buenos gestos... Cosas que no me merezco... No sé cómo voy a agradecerte todo lo que has hecho por mí. - las lágrimas empezaron a salir de mis ojos.
- Quedándote a mi lado.- me respondió.
- No te merezco. Mírame... estoy a punto de morirme... estoy hecha un asco.
- Para mi eres y estas perfecta.
Me acarició la mejilla secándome las lágrimas.
- Todo saldrá bien. Ya lo verás... Encontrarán a un donante.- dijo sonriéndome.
- ¿Cuánto me queda?
La pregunta le hizo retroceder.
- Vamos... ya sé que tú lo sabes... Tú me trajiste al hospital y llevas conmigo desde entonces. El médico te habrá dicho algo.
Bajó la mirada y se puso muy serio.
- No lo sé. .. - respondió.
Nos mantuvimos en silencio hasta que mi madre regresó. No traía buena cara.
- Cariño. ¿Quieres dormir un poco?... Nathan, ya puedes irte a casa. Gracias por todo lo que has hecho.
Él me miró y yo asentí. Me dio un beso en la frente, se despidió de mi madre y se fue.
- Duerme un poco. Es muy tarde.
- ¿Qué hora es?- pregunté.
- Son las cinco de la mañana cariño.
- ¿Qué te ha dicho el médico?
- De que descanses hablamos, ¿vale?
Los ojos se me cerraron sin esfuerzo y caí en un sueño profundo.
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Más allá de las estrellas
RomanceAnne es una chica de 18 años que vive en Long Island con su madre. Ella padece una enfermedad terminal que le impide llevar una vida normal de adolescente pero con la llegada de su nuevo vecino Nathan todo cambiará. Portada: @tbeatlesread