Déjame ayudarte

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No había vuelto a ver a Nathan desde el día en que rompimos. Había pensado en el todos los días, recordando los momentos felices que habíamos pasado juntos, cada día, cada segundo. Al verlo hoy, el alma se me cayó a los pies. Tan desmejorado, tan pálido, tan cansado.Tal vez ya estaba así cuando lo dejamos pero yo estaba ciega por los celos y no lo vi. Me sentía mal por él, por mí. Yo tenía parte de la culpa. Si solo lo hubiera dejado que me explicara lo que había pasado...

Nos miramos a los ojos.

El tiempo se detuvo y reviví todo lo que habíamos vivido. Sus ojos azules brillaban y en su cara se mostraba esa sonrisa dulce que ahora estaba un poco apagada.

- Cuanto tiempo...- dijo él.

- Si

El silencio se apoderó de nosotros. Yo no sabía que decirle. Había sido yo la que había roto con él. La situación era un poco incómoda. Sin embargo, él parecía estar a gusto a mi lado. No paraba de mirarme a los ojos como esperando a que continuara hablándole. Me miraba con ternura, como si entre nosotros no hubiera pasado nada.

- Estaba... sacando a Baddy de paseo.

- Muy bien. - me sonrió.

Volvimos a quedarnos en silencio. Cada vez la situación era más incómoda para mi. Verlo de nuevo había revivido mis sentimientos hacia él. Sentimientos que tal vez nunca se fueron, solo quedaron tapados por palabras mías de autoconvencimiento para alejarme de él.

- ¿Qué tal estas?- terminé preguntando. Su desmejora me asustaba un poco.

- Bueno,... bien.- dijo desviando por primera vez la mirada de mí.

- Has... has adelgazado.- dije con la voz entrecortada.

Una sonrisa triste apareció en su rostro, lo que me llegó al alma y me dieron ganas de abrazarle, pero me controlé.

- Puede que un poco.

- ¿No te encuentras bien?- quise saber.

Él suspiro y miró al cielo. Él frío clima hizo que de su boca saliera vapor. Creo que le estaba haciendo demasiadas preguntas sobre él y eso no le gustaba.

- No nos está yendo bien... -dijo después de unos segundos en silencio.

Me mantuve en silencio observando cómo su mirada se perdía en el infinito.

- Mi padre tuvo que cerrar la empresa porque no le iba bien... No nos había dicho nada y... ahora...tenemos que pagar las deudas que llevaba acumulando.

- Vaya... lo siento, no...no lo sabía.

- No quieren que mi hermana lo sepa... quieren que siga yendo a esa academia de ballet...es una gran bailarina y es su sueño....

Me sentía muy mal por él y su familia.

- Con el sueldo de Zoe y el mío de la cafetería no nos llega... El dinero que gana Zoe es lo que cuesta la academia de ballet... así que ahora también trabajo en un taller de coches unas calles más abajo durante la semana y los fines de semana sirvo copas en un bar del centro por la noche. Intento compatibilizarlo con el trabajo que tengo en la cafetería.

Se le veía muy cansado. No me extraña que tuviera ese aspecto.

- Vaya,.. si puedo hacer algo...- dije.

Quería ayudarlo. Él había hecho mucho por mí. Me había llevado a muchos sitios y yo no sabía nada, no sabía que ese dinero le hacía falta. Cada vez me estaba sintiendo peor.

- Tengo un poco de dinero ahorrado...- empecé a decir.

- No, Anne... gracias pero no.

- Pero...

- ¡No!... Ya has hecho suficiente estando a mi lado... - dijo bajando la voz- Tengo que irme o llegaré tarde. Adiós Anne.

Le seguí con la mirada mientras lo veía alejarse. ¿Qué puedo hacer?- pensé. Até a Baddy con la correa y volvimos a casa. Durante el trayecto estuve dándole vueltas a la cabeza.

Tal vez por eso estaba tan distante y siempre parecía irritado. Apenas nos veíamos y probablemente era porque estaba trabajando para ayudar a su familia. Aún así siempre me compraba algún detalle... y ese dinero le hacía falta. Que mal me estaba sintiendo. Si lo hubiera sabido antes... Que tonta había sido desconfiando de él. Tenía que hacer algo para ayudarlo.

Entré en casa y me quité las botas y el abrigo. Subí a mi habitación y me puse a pensar. ¿Qué puedo hacer?

Bajé al sótano y me puse a mirar cajas. Había un montón de cosas que no usábamos. Tal vez las podía vender... Pero él me había dicho que no quería mi dinero... Si pudiera dárselo sin que él se enterara...

Seguí abriendo cajas pero en ninguna había algo valioso. Entre todo no nos darían más de 500$. Tendría que pensar otra manera.

Subí de nuevo a mi habitación y me tumbé en la cama. Entonces me acordé de la conversación que tuve con mi madre. Yo le había dicho que me quería ir de allí porque quería pasar mis últimos días en un lugar tranquilo, alejada de todo y de todos.

<<Ya sé cuál va a ser mi última voluntad>>pensé. – De este modo no me podrá decir nada y yo me iré en paz conmigo misma sabiendo que lo he ayudado. Él ha tenido una vida muy dura desde que era pequeño y ahora, parece que la historia se repite pero de otra forma. Tuvo que dejar de lado sus sueños para ayudar a su familia... y ahora otra vez. No se lo merece. Él, que siempre tiene una sonrisa para todo el mundo, que siempre ayuda a todos, que siempre tiene buenas acciones... no se lo merece.

Me dio un pinchazo en el abdomen y después otro. La cabeza parecía que se me iba y las nauseas volvieron. Empecé a sudar. Me incorporé como pude. Tenía que llegar al baño.

Me levanté de la cama y fui caminado hasta el baño apoyándome en la pared con la mano. Los pinchazos cada vez eran más frecuentes y más dolorosos. Llegué justo a tiempo para subir la tapa del váter y vomitar. No paraba de tener arcadas y vomitar. Comenzó a salir sangre. Tenía que avisar a mi madre pero el móvil lo había dejado dentro del bolso, en la habitación.

No podía moverme entre los pinchazos y las nauseas. Los ojos se me llenaron de lágrimas de dolor. Me empezaron a temblar las manos y después todo el cuerpo, estaba muy nerviosa.

Oí que mi móvil empezó a sonar. Esa tenía que ser mi madre. Siempre me llamaba para decirme que iba a tardar un poco más en venir o que directamente se quedaba a dormir allí, pero hoy no podía, la necesitaba. Tenía que llegar al teléfono, tenía que contestar, como sea tenía que llegar.

Me levanté como pude. Fui a dar un paso pero las piernas me flaquearon y caí contra el lavabo. Sentí un golpe en la cabeza, algo corriendo por mi frente y todo se volvió negro. Él silencio se apoderó de mis oídos. Una extraña sensación de paz invadió mi cuerpo.





Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora