Luna de Plata (Parte I)

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Por fin llegó el sábado. Me desperté con el canto de los pájaros. Había dormido tan bien, hacía tiempo que no dormía toda la noche del tirón. Últimamente tenía bastantes pesadillas desde que supe que me quedaban unos seis meses hasta que el hígado me dejase de funcionar por completo. Me desperecé y me senté en la cama. Como siempre hago antes de levantarme, cogí el móvil y miré las últimas noticias y facebook. Algunos de mis amigos ya habían publicado comentarios ansiosos por la fiesta de esta noche.

Fui al baño y me duché. Como era sábado y los obreros no trabajaban mi madre le pidió a Julian que hicieran un apaño para poder tener agua el fin de semana y no molestarle. De que terminé me dirigí hacia el armario para elegir la ropa que me iba a poner pero al pasar por al lado de la ventana vi a mi madre hablando con Julian y Zoe. ¿De qué estarán hablando?-pensé.

Mi madre tenía la cara un poco triste y ellos parecían muy serios. No quise preocuparme, hoy iba a ser un día especial para mí porque iba a ser la última fiesta al a que iba a ir, me lo pensaba pasar estupendamente y la iba a disfrutar.

Me vestí y baje por las escaleras justo cuando mi madre entraba por la puerta.

- Buenos días mamá. ¿Ya has preparado la maleta?

- Si cariño, ya están de camino para venir a recogerme. Me da mucha pena dejarte sola.

- No te preocupes mamá, estaré bien.

- Eso espero. - dijo acariciándome la mejilla derecha.

- ¿De qué hablabas con los vecinos?-pregunté sin pensar.

- ¿Eh?

- Te vi hablando con los vecinos por la ventana.

- Ah. Solo... solo les estaba comentando que te quedabas sola y que estas débil de salud. Y... y a ver si te podían echar un ojo de vez en cuando- dijo con una sonrisa.

- Se lo has contado mamá.

- Sí.- afirmó y subió por las escaleras.

Me quedé sentada en el último escalón. Estupendo, solo espero que no les haya contado que tengo prohibido ir a la fiesta.

Me levanté al ver que mi madre bajaba con la maleta.

- Lo hice para estar yo más tranquila.- dijo sin que yo le hubiera dicho nada.

- Está bien mamá. Solo espero que no se lo cuenten a su hijo y que luego se enteren mis amigos. - dije con enfado.

- Algún día se lo tendrás que decir, ¿no?

- Sí, pero... cuando quede poco... porque no quiero que se preocupen y estén todo el día encima mío.

Mi madre posó la maleta en el suelo y me abrazó. Me encantaba como olía. Aspiré su perfume y le di dos besos de despedida. Abrió la puerta de la calle. Un coche negro la estaba esperando. Salí al jardín para decirle adiós hasta que el coche desapareció de mi vista. Di la vuelta y me metí en casa. Estaba subiendo las escaleras cuando alguien tocó el timbre.

¿Quién podrá ser?- pensé. No sabía si abrir. Cuando me quedo sola en casa nunca suelo abrir la puerta. Tengo miedo de que cuando la abra alguien me asalté. Soy un poco miedica, lo reconozco.

Bajé los pocos peldaños que había subido y respiré hondo. Abrí la puerta. Para mi sorpresa era la hermana pequeña de Nathan.

-Hola- dije un poco sorprendida.

Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora