Pov. Andrea
Ya por fin en mi casa viendo los moretones que se quedaron en las areas donde me pusieron el suero, me dispongo a darme una ducha. Kamila, quien ya es mi hermana oficialmente, por fin me dejaba sola y necesitaba aprovechar estos minutos para relajar tensiones. Me desvisto de camino al baño dejando la ropa caer creando un camino. Me meto en la ducha y la abro.
Me tenso ya que las primeras gotas son frias, pero me relajo conforme se va calentando el chorro de agua. Limpio cada parte de mi y por alguna razón cada parte que rozo me trae un doloroso recuerdo. Paso el jabón por mis costillas y recuerdo los golpes que me dio Cristina, lo paso por mi abdomen y recuerdo cuando mi padre me robo la flor de mi virginidad, rozo mis muslos y todo es confusión. Patadas, puños, mordidas, pedradas ¿porqué mierda no me defendía?
No lograba diferenciar mis lágrimas de las gotas de agua que me bañaban pero sentía mis ojos hinchados y todo lo veía borroso. Decidí salirme, cerré la pluma, tomé la toalla y luego de secarme la enrrosque en mi cuerpo. Frente al espejo me vi, dejé caer la toalla para poder observar y tocar cada moretón. Parecía un arcoiris. Algunos eran morados, otros estaban verdosos, otros como azulados y uno que otro tenía un color más rojizo. Todos dolían demasiado, pero no tanto como las cicatrices emocionales que se encontraban en mi alma, en mi corazón.
Mi espalda chocó con la pared y me dejé caer deslizando mi espalda por ésta. Seguí viendo mi reflejo, había dejado de llorar para verme con una expresión seria, una expresión de poker. No había ni felicidad ni tristeza, ni emocion ni desilusión, solo una cara que no sabia que expresar.
Sacudí la cabeza para sacar los estupidos pensamientos e irme al cuarto para ponerme el pijama y dormir tranquila. Cuando entro Kamila está sentada como indio sonriente sobre mi cama sosteniendo entre sus manos algún libro. Sonreí de lado, no quiero que ella me vea mal, y me acerqué a ella. Me senté a su lado y cuando iba a tomar el libro ella golpeó mi mano y me empujó para que me acostara dejandome saber que ella me quería leer.
- ¿Qué historia es? - pregunté curiosa ya que no logré ver el título
- Solo sé que lo amarás - me sonrió y esta vez le correspondí de igual forma pues su sonrisa es contagiosa.
Comenzó a leer pausadamente, cada detalle de la narración lo leía con voz dulce y poco a poco me di cuenta de que era el libro que tanto habia querido conseguir.
- En serio ¿conseguiste "Eternidad" de Allyson Noel? - me incorporé dejando mi espalda pegada al cabezal.
- Si, te conseguí la saga. Digamos que en Amazon estaban baratos, llegaron hoy.
Solté una carcajada y luego me volví a acostar deseando que me siguiera leyenedo y así lo hizo. Siguió leyendo y yo seguí escuchandola hasta que mis parpados no puedieron más y se cerraron cuando mi cerebro decidió tomarse un descanso.
Me despierto atontada, despues de unos segundos recuerdo todo lo que ha sucedido y me calmo un poco más. Me pongo de pies, me dedico a caminar hasta el armario y tomar lo primero que veo. Un simple vestido blanco, unas botas azules hasta la rodilla, en el baño encuentro mi diadema de flores azules, verdes y moradas que combinan con mi gran cantidad de pulseras. Desenrredo mi melena dejandola suave y acomodo el flequillo logrando que me tape un ojo. Coloco la diadema con cuidado y me cepillo los dientes para luego vestirme y ponerme un poco de perfume.
Bajo las escaleras y veo a Kamila esperandome abajo.
- Vaya, te levantaste temprano - le digo mientras veo la hora en el reloj que adorna mi muñeca, las 6:30 de la mañana
- Si es que quiero que nos vayamos caminando - mostró todos sus dientes de forma exagerada en su sonrisa y me extendió una manzana verde dejandome saber que ese sería mi único desayuno. Me reí a carcajadas y luego de cinco minutos estaba siendo jaloneada por el brazo hasta la salida.
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Mil razones para matarme
Teen FictionA veces la vida cansa y hace que tomemos deciciones que para algunos son malas y para otros son buenas. Hay días que queremos desaparecer de la fas de la tierra, no queremos existir, no queremos estar aquí. Muchos solo se desprecian, unos llegan mas...