El paisaje que ahora observo se encuentra muerto, sin pájaros cantando, sin las risas de mis sobrinas tirándose a la piscina, sin la música que hace que me despiste de mi realidad.
El cielo nublado muestra mi interior, no hay ninguna luz que me ilumine, solo lágrimas como las gotas que pronto van a caer. La naturaleza y el ser humano estamos tan conectados.
Quiero cerrar los ojos, no volver a sufrir, que nadie sea capaz de romper mi corazón, morirme de una vez y dejar de incordiar a la gente.
¿Y no es lo que estás haciendo ahora? Me dice la razón y en cierto modo estoy de acuerdo. Dentro de mí, todo está muerto. No como nada, respondo con silencios cuando me hablan, no veo la luz del Sol desde semanas.
Las nubes rompen a llover y el ruido que producen las gotas al caer al agua de la piscina me calma por completo.
Cierro los ojos y escucho cosas que me recuerdan tanto a esos amargos momentos: su llanto, un coche a gran velocidad, unos golpes. Lo peor de todo es que solo veo dolor que provocan que mi llanto sea más fuerte y se junte con todo el agua que tengo a mi alrededor.
¡Deja de sufrir! me grito a mi mismo Para de una vez razona mi subsconciencia. Nadie te echará de menos bajo suelo, eres otro Mozart en esta vida me regaña mis sentimientos. Callaros le susurro al aire.
Pero no lo hacen, todos me llevan a mi lado pesimista, a mi desconfianza, no hago más que alimentar al lobo malo de mi ser. Esto hace que pierda por completo la razón y que pase de estar flotando en el agua de la piscina a hundirme por completo.
Abro los ojos asustado por la acción que acabo de realizar y poco a poco se me agota el oxígeno. No te rindas, queda poco me susurro a mi mismo pero cuando empiezo a ver todo borroso y a no sentir mi cuerpo...
-¡Pablo!-grita mi hermana Casilda a viva voz.
Salgo a la superficie cogiendo todo el aire que puedo, ella me mira asustada y me ayuda a sentarme en el bordillo de la piscina.
-¿Qué pretendías? ¿Querías matarte?-intento hablar pero me es incapaz, necesito aún recuperarme de mi intento de suicidio sin ningún éxito.
-¿Qué ha pasado?-una chica morena con los ojos azules aparece corriendo a nuestra dirección-¿Estás bien?-me pregunta preocupada por mi sin saber quien soy yo.
-¡Lo ves como te dije que estaba muy mal! ¡No nos des más sustos!-me regaña Casilda sollozando como si de un niño me tratase-¡Tienes que ayudarle Amaia!-el remordimiento vuelve a mí después de estar oculto tanto tiempo, mi intención no era asustar a mi hermana, mi intención era dejar de dar problemas.
-Tranquilízate Casilda-intenta calmar la desconocida-Pablo ¿podemos hablar?-hay algo en ella que me llama mucho su atención, tal vez por lo atractiva que es o por la confianza que da.
Ella me ayuda a levantarme y me ofrece las toallas que hay encima de la amaca, mi hermana, mientras, intenta olvidar lo que acaba de ver y nos deja solos en el comedor, uno delante del otro.
Amaia me mira fijamente a los ojos como si intentará averiguar cual es el motivo de mi penar, todo esto hace que me intimide bastante y me distraigo acariciando mis manos.
-Soy Amaia Quintana, psicóloga y amiga de tu hermana-la palabra que acaba de mencionar me da escalofríos y los vellos de mis brazos se me erizan por completo-Pero trátame como una amiga. ¿Los amigos se cuentan los secretos no?-ella sonríe y espera que le devuelva mi sonrisa pero en cambio le doy una fría mirada que hace que se ponga seria y suspire-Los amigos también se presentan-comenta molestada por mi respuesta.
-Pablo Moreno, muerto desde hace tiempo.

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Una Estúpida Ilusión
FanfictionEl mítico Pablo Alborán, aquel cantautor que ha llegado a conseguir millones de corazones pero que nadie ha sido capaz de conseguir el suyo. Salomé Hurtado, esa chica que nadie sabe de ella y que es conocida por un nombre poco común al igual que sus...