Capítulo 20

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-Pasado-
~Narra Pablo~
Despierto solo en mi habitación buscando su presencia con mi mirada pero no la hayo en ningún lado. Veo su mochila al lado de la cama y al menos eso me da confianza de que no se ha marchado. Me estiro dentro de la cama y arranco el botón Play para afrontar el día. La busco por toda la casa y la veo en el estudio de mi hermano Salva, con su ordenador y sin él observando lo que hace.
Me acerco y la abrazo dándole un beso de buenos días-¿Qué haces?-de su boca sale una risa nerviosa.
-Tu hermano es muy majo-rio-El trabajo de fotografía.
-¿Esos dos somos nosotros?-señalo una foto donde yo beso su cuello mientras que ella sale con los ojos cerrados y una gran sonrisa-¿Qué efecto le has puesto? Uo, no me reconozco.
-Photoshop, de eso se trata que no nos reconozcan, si no por esta foto-y clica una pestaña donde si me reconozco perfectamente-Saldríamos en todas las prensas del corazón-Salomé me enseña las fotos que ha terminado y he de decir que si lo viese mi hermano que es el experto en esto lo admiraría.
En la primera foto sale ella haciendo un giro sobre el hielo con el pelo en movimiento haciendo que no se le vea la cara. En la segunda foto es el momento donde yo la cogí de las caderas remarcando bien mis ojos brillantes, después el beso y podría continuar porque parece un vídeo hecho por fotos.
-En la primera foto tuve que poner el vídeo en cámara lenta para capturar el momento-con sus dedos forma un cuadrado encima de la pantalla del ordenador y río.
-¿Como vas a llamar tu exposición?-ella se lo piensa y mira a su alrededor buscando un nombre original.
-Los placeres de Epicúreo.
-¿La Ética donde habla que la felicidad está en los placeres?-asiente-Yo te pondría un diez sobre diez.
-Tú que eres muy bueno.
-¿A sí?-le doy una sonrisa picarona y un pequeño mordisco en su oreja produciéndole de nuevo esa risilla que tanto me gusta.
-¡Ey! ¡Para!-siento una descarga por dentro, de seguir a más pero no es el momento.
-Te dejo trabajar-me agacho de nuevo para darle otro tierno beso.

Llevaba tanto tiempo sin experimentar este sentimiento, sin preocuparme de otra persona y no de mi mismo, de pensar en alguien durante todo el día, de vivir nuevas experiencias porque como dijo Bécquer, cada amor no es igual, cada relación tiene algo especial que ninguno tiene.

En la cocina me esperan mi familia con una ronda de preguntas que esta noche mientras acariciaba con mis pulgares el rostro de Salomé he ido preparando por si se daba la ocasión y por las caras que me ponen, no me ando incorrecto.

-¿Y esa chica?-Casilda me mira preocupada, sabe perfectamente que lo que sucedió entre Marta y yo y por eso comentaba lo de Bécquer, me da tanta rabia que comparen dos relaciones cuando en realidad no tienen nada que ver.

-Veréis, llega un momento donde tienes que plantearte que hacer con tu vida, si compartirla con alguien o con gatos-Salva ríe y me da una palmada en la espalda.

-Venía ya con el diálogo preparado-río con él-Yo le veo buena chica, un poco joven para él pero la edad no importa.

-Si importa cuando se habla de prensas del corazón y Sálvame-también había pensado que Casilda diría eso, ella siempre me ha protegido lo que ha podido de mi privacidad.

-Como dije, si tengo pareja no la voy a ocultar, tengo que hacer vida-no comenta nada más, solo se levanta y se marcha con Sofía que no comprende que es lo que está sucediendo.

-Dejala-dice mi hermano-Ya entrará en razón-y en cierto modo no puedo hacerlo, me molesta tanto enfadarme con algún familiar a estas edades.

-Ojalá sea para siempre-comenta mi madre, ojalá pienso yo-Pero antes he de conocerla mejor ¿Por qué no la invitas a cenar esta noche?

-¿Hablabais de mi?-aparece aún con el pijama puesto e intentando peinarse con sus dedos el cabello.

-¿Habéis dormido juntos?-los dos nos ponemos colorados y ninguno sabe que responder.

-Esto... Bueno...

-Que rápido vais ¿no?-apoya su mano sobre la mía nerviosa y entrelaza sus dedos.
-Tiene una explicación y él no lo sabe tampoco-la observo extrañado y me acuerdo de que la otra vez tenía algo importante que comentarme-Discutí con mi madre y no se donde alojarme.
-Haces las paces con ellas-cada vez me aprieta más la mano y yo también.
-No es tan fácil, mamá-la defiendo porque sé que en su familia están viviendo un momento duro.
-¿Como vamos a meter a una desconocida hijo?
-No daré guerra, haré lo que me corresponda-y en el silencio que se produce mi hermano lo interrumpe con una pequeña carcajada-¡Salva! Que no estoy de broma.
-Perdona, es que la situación es muy heavy-mi mirada fulmina la suya y deja de reirse.
-Espero que así sea-les manda a todos excepto a nosotros dos de marcharse.
-¿Por qué no me lo dijistes anoche?-ella evita mirarme-¿Y por qué delante de mi madre?
-Estaba cansada y al fin y al cabo se daría cuenta-resoplo y me da un fuerte abrazo intentando que mi mosqueo desaparezca.
-No, Salomé, las cosas se dicen a su tiempo.
-Tienes razón pero no quería recordarlo de nuevo, creeme estaba cansada.
-¿¡Y de qué!?
-¡De mi familia! De que me mientan, de que no me valoren, de que no se preocupen de mi. No podía seguir viviendo allí-antes de que se vaya la detengo con un grito.
-¡Salomé!-se voltea para fijarse en mi con lágrimas en sus ojos, me acerco secándoselas y después de darle un beso, ella llora en mi hombro, apoyando mi cabeza sobre la suya y viendo de lejos a mi hermana como ve la escena.

Una Estúpida Ilusión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora