Capítulo 19

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-Actualidad-
~Narra Amaia~
Desde que se fue Pablo le pedí a su familia trasladarme a su habitación porque al fin y al cabo lo tendría cerca, su olor, sus objetos que se salvaron de su ataque de ira, de esta manera no le echaría tanto de menos. Su habitación ha quedado renovado después de que él lo destruyese, su familia le puso mucho empeño para el momento en el que volviese se sintiera agusto. Lo único que no cambiaron fueron las sábanas de su cama donde cada vez que me acostaba olía su perfume y sin querer se me escapaban las lágrimas. La verdad es que me sigo preguntando que es lo que hago aquí, ya no tengo nada que hacer, bueno, aprender de Salva.
-¡Amaia! ¿Amaia? ¡Amaia?-hundo mi cara en la almohada y me tapo los ojos ante la luz de la ventana, he de reconocer que ayer me acosté muy tarde y ahora pago las consecuencias.
Alguien acaricia mi brazo, un tacto que me suena mucho y una mano que es imposible que sea de una mujer. Abro los ojos poco a poco y me encuentro el rostro de Pablo con una gran sonrisa. Me froto más veces los ojos con las manos incrédula de lo que estoy viendo-¡Pablo!-me reincorporo de la cama y le doy un fuerte abrazo.
Sus brazos me rodean fuerte y siento sus labios apoyarse en mis mejillas, subir poco a poco a mi oreja-Te he echado de menos-me susurra, río.
-Todo este tiempo, he pensado en tu risa y en tu forma de caminar-le canturreo, su mano acaricia mi cuero cabelludo mientras que la otra roza mis caderas provocando que me ponga colorada del calor que me provoca.
Cada vez esto llega a más, sus besos pasan a mi cuello, sus manos a todo mi cuerpo, hasta llegar el momento donde sin darnos cuenta, los dos estamos sin ropa, su mirada puesta en todo mi cuerpo y la mía en la de él.
-Te voy a morder-río por la estupidez que acaba de decir.
-¿Me vas a morder?-le pregunto, una sonrisa picarona sale de su boca.
-Para volvernos locos al amanecer-y mi risa es cada vez más nerviosa porque no lo decía de broma, me da pequeños bocados que solo provocan cosquillas.

-¡Amaia!-me grita de nuevo Casilda, me levanto rapidamente por miedo de que nos hayan pillado pero a mi lado no hay nadie, miro a mi alrededor y no estoy en su habitación, me hayo tumbada en el sofá con el cuaderno encima de mi estómago.
-Pablo... Pablo...-me imita Salva, me pongo rojísima al ver la escena, pensaba que no hablaba entre sueños.
-¡Salva!-le tiro un cojín en su cara, su hermana ríe y le tira otro, dos contra uno, no puede hacer nada.
Al final, de las veces que lo golpeamos con el cojín se va antes de que le matemos de cansancio.
-¿Qué soñabas? ¿Y esas voces?-ella también me imita y me pongo más furiosa de lo que estaba.
-Lo echo de menos-murmuro ahogando la s en un pequeño suspiro.
-¡Pues esta mañana vuelve! Le han dado el alta.

-Varias horas después-
Toda la familia excepto los pequeños esperamos en la sala de espera de la clínica con muchos nervios, llevamos sin verlo dos meses, bueno, yo en realidad uno pero en estos días puede pasar de todo. La mujer que me acompañó en la visita sale y con él un muchacho blanquísimo de piel, con menos músculos que antes, más delgado y con ojeras en sus ojos. Helena es la primera en abrazarle y se me forma un nudo en la garganta, no puedo verlo tan deteriorado.
La última en abrazarlo soy yo que con una sonrisa pequeña me espera, apoyo mi cabeza sobre su hombro y lloro en él, me siento tan culpable de no poder haber ayudado en ese momento. Pablo me tranquiliza con pequeños shh y con un No me llores pequeña.
No es el Pablo que yo conocía pero si el Pablo que todos conocemos, ha vuelto a ser el hombre humilde y cariñoso de siempre.

~Narra Pablo~
Los dos nos sentamos encima de la toalla que ha sacado Amaia de su mochila, observamos como el mar se mueve tranquilamente y los niños aprovechan para bañarse con este buen tiempo.
-No debí haberte llevado aquí ese día-me susurra arrepentida por lo que sucedió la última vez.
-Lo mejor es olvidar el pasado-ríe-¿Qué tiene de gracioso?
-La típica frase que te graban en el cerebro ¿Te han hecho daño?-evito mirarla porque tiene razón, he sufrido bastante para poder recuperarme.
-He sufrido por no poder ver a mi familia, por no poder verte a ti...-le cojo la mano, mi corazón palpita de nuevo rápidamente y busco sus ojos.
-Dicen, que no le damos importancia a las cosas hasta que los pierdes y yo no me di cuenta de una cosa.
-¿De qué?-la beso sin ella esperárselo, por un momento no sabe que hacer hasta que se deja llevar agarrando fuerte mi camiseta.
-De que te quiero.

Una Estúpida Ilusión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora