Capítulo 6

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-Actualidad-
~Narra Amaia~
Determino cada palabra que estoy leyendo sin saltarme ningún pequeño detalle, esto es solo el principio pero ya me he percatado de la actitud de la chica. Tan concentrada estoy de la lectura que no me doy cuenta que Casilda ha apoyado su mano sobre mi hombro, me sobresalto, no me esperaba eso.
-¿De donde has sacado este cuaderno?-le pregunto, ella me da la sonrisilla que reconozco perfectamente-¡Se lo has quitado!-me pone la otra mano en la boca callándome.
-Shh, nos va a oír-se fija varias veces en la puerta-Es por su bien ¿Tú crees que te va a contar el motivo de su depresión?-claro que no, reconozco que esto me da muchas ventajas pero estoy jugando en sucio, el primer paso es reconocer la enfermedad y el porqué, si saltamos pasos no avanzamos.
-Por su bien, se lo voy a devolver-me levanto pero me empuja para sentarme.
-¿Y qué le vas a decir? Hola, tu hermana te ha robado tu diario, venga ya nos veremos-enfadada me levanto definitivamente pero algo me detiene.
-¡A cenar!-grita Helena, miro a Casilda y al final dejo el cuaderno debajo de la almohada, ella, como si tuviésemos quince años, me besa la mejilla agradeciéndomelo.
Las dos bajamos las escaleras encontrándonos a toda la familia sentada en sus respectivos sitios, observo a Pablo que me mira incrédulo, me siento a su lado y noto que le molesta, típico de mi profesión, que los pacientes te tengan manía al principio y más si son obligados.
-¿Qué hace ella aquí?-comenta en voz alta, frío, mostrando molestar-¿No tienes casa?-me pregunta y me pongo blanquísima, siempre me habían hablado de un Pablo humilde, gracioso, cariñoso, tal y como escribe Salomé en su diario pero el Pablo que tengo al lado es todo lo contrario.
-Se va a quedar aquí unos meses para que te recuperes-intenta Casilda convencerlo, aunque consigue lo contrario.
-¿Y no tiene más pacientes? ¿Ya por ser famoso tengo psicóloga las 24 horas?
-Estoy de prácticas-le corrijo-Y tu hermana me ha ofrecido esta oportunidad, deberías agradecérselo.
-¿El qué?
-¿El qué?-digo incrédula, no puedo creer que el primer día ya tenga que sacar mi mal humor-Está haciendo todo lo posible por cuidarte-suspiro varias veces para tranquilizarme y no echarle nada en cara.
-Calmaos-interrumpe su padre y mis mejillas se colorean de rojo, que falta de respeto.
-Perdone-digo arrepentida, él en cambio me da una sonrisa y me vuelvo a tranquilizar.
El silencio vuelve a la sala, todo el mundo está comiendo excepto él, aparto mi plato y dejo el tenedor sobre la mesa, Pablo observa la acción que acabo de cometer.
-¿Por qué no comes?
-¿Acaso tú lo haces?
-Come.
-Lo mismo digo.
-No voy a comer.
-Yo tampoco.
Todos sueltan pequeñas carcajadas, hasta a mi me parece gracioso y eso que me estoy muriendo de hambre. Él resignado acerca su plato y comienza a comer, veo a su hermana con la boca abierta por lo que ve. Hago lo mismo que él y noto como sus ojos amenazantes se posan sobre mi.
-¿Contenta?-río asintiendo, él muestra una sonrisa tímida-No sabes lo que te odio-me susurra, esta vez si que río más fuerte.
-Tú y yo nos vamos a llevar muy bien-le bromeo dándole un codazo en su costado.
-Espero que no-murmura-Sofía-la pequeña que no hace más que jugar con la comida levanta la cabeza-¿Me pasas la servilleta?-ella no hace caso de lo que le acaba de decir y sigue comiendo.
-Sofía hazle caso a tu tío-le regaña su padre, ella hincha las mejillas enfadándose.
-¡Ese no es mi tío!-todos nos quedamos sorprendidos-¡Ese no es mi tío Pa!-Pablo dolido, se levanta de la mesa secándose las lágrimas que intenta aguantar.
-¡Sofía!-grita Casilda-¡Pídele perdón!-la niña niega.
-Si me disculpáis-me levanto de la silla marchando por el mismo camino que ha cogido Pablo, al final llego a la puerta del garaje.
Me apoyo en ella y escucho una melodía melancólica que incluso a mi me dan ganas de llorar. Toco varias veces la puerta sin obtener respuesta.
-Pablo-la música para-Pablo, soy Amaia.
-Vete-le oigo decir detrás de la puerta.
-Solo quiero ayudarte.
-Vete-me vuelve a decir y golpeo varias veces la puerta.
-¿¡Sabes qué!? ¡Eres un desagradecido! ¡Te comportas peor que tu sobrina! Ella tiene razón, no eres Pablo Moreno, eres Pablo Muerto.
Y me voy, sin arrepentirme de lo que acabo de decir, hace minutos me había dado las esperanzas de que no era un caso perdido pero esas esperanzas se han agotado, sin querer choco con su madre y me fijo en su cara de preocupación.
-¿Has hablado con Pablo?-niego-No se que voy hacer con él-dice con lágrimas en los ojos-¡Para lo que ha sido!-la abrazo intentando calmarla-Gracias por aguantarnos.
-Mujer-no se como consolarla-Esto no lo hago solo por su bien si no por el de todos. Los problemas por muy oscuros que sean siempren tienen una pequeña luz que nos guían a la esperanza de solucionarlo.
-¡Dios te escuche hija mía!-me despido de ella preocupada por no saber como ayudarla.
Al entrar a mi habitación, me cambio el pijama aún teniendo a Pablo en mente, tal vez haya sido muy dura, tiene que doler que tu propia sobrina te diga eso.
Ya tumbada en la cama, saco el cuaderno de la almohada y busco la página por la que me quedé hace unos minutos, quisiera tanto leer el final, ahí está la clave del problema pero sería hacer autospolier.
Me dirijo a mi habitación aún pensando en el beso que no le di...
Alguien llama a la puerta y guardo rápidamente el cuaderno-Pase-digo peinándome el pelo con los dedos.
Para mi sorpresa, el que entra es Pablo con la cara llena de lágrimas y los ojos rojos e hinchados, me duele verlo de esa manera.
-Me odias ¿Verdad? Todos lo hacen-le limpio las lágrimas con un pañuelo-Me odio hasta yo mismo.
-No digas sandeces-le invito a que se siente encima de mi cama, yo en cambio me siento en la silla del escritorio-Lo hacemos por tu bien.
-Mi muerte es lo que causaría mi bien-confiesa dolorido-Estoy tan harto de todo, no hay nada que me ayude.
-¿Ni la música?-la sala se silencia-Si eso sucediese ¿No crees que hay gente que llegarían a estar en tu lugar? Piensalo, has sido la salvación de muchas fans, imagínate que ellas te escuchan decir eso, esas personas que te tienen en la cima. Por no hablar de tu familia, están sufriendo viéndote de esta manera, piensa en ellos-mira el suelo jugando con sus dedos, reconociendo que digo la verdad-Sé que yo no voy a poder hacer que olvides el motivo de tu penar pero intentaré que lo guardes en lo más profundo de tu memoria.
-¿Y si no lo consigues?
-Sé que podré-él vuelve a mostrar una pequeña sonrisa-Ahora debes descansar...-me interrumpe.
-¿Puedo dormir contigo?-mi sangre se hiela al pensarlo ¿tan rápido ha cogido confianza? Y vaya si la ha cogido-Llevo sin dormir días...
-No te preocupes-los dos nos tumbamos en la cama, uno en frente del otro, él me da la espalda y yo se la doy a él hasta que por fin consigo conciliar el sueño.

Una Estúpida Ilusión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora