Capítulo 23

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-Pasado-

-Narra Pablo-

Detecto sus nervios por cada acción que realiza que solo provoca que desconcentre mi mirada de la carretera, como no se esté quieta vamos acabar despedidos por un acantilado. La observo como se muerde las uñas de la mano del brazo que apoya en la ventanilla mientras contempla con determinación el paisaje, hemos pasado de tener agua a tener nieve, cada vez vamos subiendo más altura.

Se perfectamente que le va a encantar la sorpresa que le tengo porque no es material si no natural y esto le da cien mil vueltas a lo primero que mencioné. Por suerte en la carretera por la que estamos circulando no pasa ningún coche por lo que puedo ir con tranquilidad sin peligro de perder el control y chocarme con alguien, si hay que morir, que sea sin víctimas.

-¿Cuando me vas a decir de una maldita vez la sorpresa?-comenta Salomé con un risa en cada palabra-¡Nunca había estado más nerviosa!

-¿Ni cuando te besé por primera vez?-aquello le pone colorada y se coloca la capucha para que no pueda mirarla.

-Te odio-bromea, doy un frenazo donde las ruedas resbalan un poco hasta que se detiene, ella se asusta y veo como se queda paralizada sujetándose a cualquier cosa-Ahora te odio más.

-Venga no tengas tanto rencor-salgo del coche y le abro la puerta para que ella salga también, en cambio no sale y le cierro la puerta, silbando para hacerla rabiar y dándole la espalda mientras camino al destino que quiero llegar.

-¡Espera!-me grita y de que me doy cuenta se ha tirado encima de mi donde caigo al suelo-Por suerte la nieve es blanda, no te habrá dolido tanto ¿no?-refunfuño y hago la croqueta para que ella acabe en la nieve.

-¿Cómo que blanda? Me vas a dejar tonto con tus abrazos de koala-ahora es ella la que me deja en la nieve.

-¿Acaso ya no lo estás?-sorprendido y sin pensarlo cojo un poco de nieve tirándosela en su cara-¡Te vas a enterar!-aprovecho un despite suyo y me separo de sus cálidas garras para correr-¡No huyas!

-Aunque no lo creas los koalas son ofensivos-reímos y al final me atrapa tirándome de nuevo al suelo-¿Cómo es que a los koalas le gustan tanto la nieve?

-¡Qué no soy un koala!-comenta con las mejillas rojas por el frío-Y me encanta.

-Para mi siempre serás mi koala-guiño un ojo y su boca acaba en la mía, besándonos ferozmente, sin que nadie pueda detenernos pero la falta de aire si lo hace-Espera... Espera-cojo aire-Que aún no ha terminado la sorpresa.

-¿Puede esperar no?-comienza a besarme el cuello y esa risilla que le sale en estos momentos, esta vez soy yo la que rio de esa forma, no vamos bien de esta manera, solo pido un poco de tiempo pero me está provocando y acabaré cayendo.

-Espera, solo te pido unos minutos-resopla, nos levantamos de la nieve limpiando nuestros abrigos, le ofrezco mi mano y con una gran sonrisa nuestras manos se entrelazan y yo me acerco a ella para darle calor.

Llegamos a una pequeña cabaña de madera, donde sale humo de la chimenea, hace poco que he estado aquí para que calentara el lugar, además de estar media hora buscando madera para quemar, abre la boca observando todo lo que tiene a su alrededor, no se que le verá de especial, solo es madera, una chimenea, una mesa, una cama...

-¡Abre la ventana!-corre abriéndola sin importarle que se está volviendo a mojar con la nieve-¡Dios! Yo quiero vivir aquí, lejos de la sociedad.

-¡Loca! Cierra que se sale el gato-ella me mira extrañada-Un dicho, cierra koala.

-No sin antes hacer unas fotos-saca de su mochila su querida amiga la cámara y la deja en la mesa enfocando la ventana-Invítame a un baile-me ofrece su mano y yo arqueo las cejas.

-¿Cómo cuando bailamos el charlestoon? Parecíamos dos panolis-ella ríe por mi comentario y la acerco a mi.

-No bobo-y sus manos se posan en mi hombro derecho y en mi cintura, hago lo mismo dando pequeñas vueltas como si bailásemos al son de una balada-¿Por qué dicen que la magia no existe?

-Porque no se fijaron en tus ojos-me da una pequeña sonrisa y me pierdo en ella, la suelto y ella da una pequeña vuelta atraiéndola otra vez a mi.

-No te separes nunca de mi-me susurra al oído.

-Nunca lo haré.

-Varias horas después-

Los dos tumbados en la cama que ha sido testigo de este cuento de sexo calor y de vicio. Nos acariciamos uno al otro y la miro con cariño como si se tratase de mi ángel más bella, de la persona por la que daría mi vida si hiciese la falta, estoy locamente enamorado de ella.

El móvil suena y me pongo la ropa interior antes de cogerlo, me levanto con pereza y lo descuelgo-¿Si?

-Are you Pablo Alborán?-me comenta un inglés con acento americano en vez de británico, me extraña, no recuerdo tener algún contacto de por allí.

-Yes. Why?-el americano ríe.

-I am Eric Rosse. Sorry. Soy Eric-entonces recuerdo que hace unos días mi compañía envió las maquetas que había compuesto-He escuchado tus maquetas y...-se produce un largo silencio y yo me pongo nervioso por si no les ha gustado-¿De donde has salido tú? Incredible!

-Thank you-comento tímido, no es que lo conozca mucho y yo sea muy hablador.

-I want... Sorry.

-No pasa nada te entiendo.

-No, no, aquí se respeta al genio creador ¿Se dice así no?-rio.

-Si, si.

-Quiero que te traslades a Los Ángeles para grabar el disco, no serán muchos meses por si vas a echar de menos a tu familia.

-¡Oh!-comento sorprendido, no me lo esperaba-Pero... Si solo he creado dos canciones, no me gustan las prisas.

-¡No se preocupe! Aquí podrás componer, podemos esperar cien mil años si es necesario, quiero que vayas conociendo el estudio y te vayas familiarizando con la ciudad.

-He de pensarlo...

-Lo comprendo, cuando quieras hablamos, adiós, espero que aceptes.

Salomé me mira esperando respuestas de las llamadas, si me voy justo ahora, la echaré de menos y quien sabe si dejará de amarme, si se irá con otro más joven, si me olvida.

Si esto lo das por perdido,
me iré antes que llegue el olvido.
Saldré de este sueño prohibido,
castigaré el tiempo que viví contigo.

Canturrea mi cabeza, no puedo permitir eso pero no me queda otro remedio, debo avanzar en mi profesión y no estancarme en lo mismo de siempre pero... ¿Y si me la llevo conmigo?

Me siento a su lado acariciando su cuerpo desnudo-Verás... He de decirte una cosa.

-No me asustes Pablo...

-Me han ofrecido irme a Los Ángeles para grabar el próximo disco-su cara se pone blanquísima-He pensado que podrías venirte conmigo.

-No puedo, no puedo, tengo que terminar mis estudios.

-¿Y no puedes dejarlos por mi?

-¡Pablo! ¡Pides mucho, tú tienes un futuro asegurado pero yo no!

-¡Qué dices! Mi trabajo es de todo menos fijo, hoy puedo estar en lo alto y mañana en lo más bajo.

-Prefieres tu trabajo que la mitad de tu ser, o tal vez no sea nada para ti, tal vez solo sea esto-y se señala entendiendo lo que quiere decir, niego entre lágrimas.

-No eres eso, eres mi vida entera.

-No lo soy, ya no. Vete si es lo que quieres pero yo no te esperaré.







Una Estúpida Ilusión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora