Capítulo 14

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-Pasado-
~Narra Salomé~
El ruido de una puerta provoca que me interese por ver quien lo ha realizado. Al abrir los ojos veo borroso una figura sentada en el borde de mi cama tocando suavemente mi espalda destapada por culpa de que parte de la camisa está arrugada en la mitad de mi abdomen.
-Buenos días-me dice una voz suave, en cambio yo le respondo con un fuerte suspiro cerrando de nuevo los ojos.
Él para de acariciarme y me quejo buscando a ciegas su mano hasta que la encuentro y le obligo a que siga, Pablo ríe y no solo acaricia mi cintura si no también toda mi espalda jugando con su mano debajo de mi camisa. Siento calor por dentro y siento como mis mejillas están hirviendo, gesto que he de reconocer que me provoca bastante.
Pero vuelvo al mundo cuando me doy cuenta que llego tarde al instituto, mierda, me quedaría aquí todo el tiempo del mundo, es más, es lo que quiere mi cuerpo pero mi conciencia me está jugando una mala pasada.
-¡Pablo!-me incorporo rápidamente en la cama sobresaltandolo-Llego tarde al instituto ¿Y mi chaqueta?-digo buscando con mi mirada mi abrigo por toda la habitación-¡Me matan!-él coloca sus manos sobre mis hombros para que me tranquilice.
-Es sábado-suspiro de alivio, él me sonríe mientras que sus manos peina mi cabello revuelto-Tengo planes para esta mañana.
-No puedo, tengo que visitar a Luis-Pablo me observa desanimado, le hacía tanta ilusión lo que tuviese preparado que ahora me siento culpable por negarle-Aunque puedo ir esta tarde.
-Solo te digo que te abrigues-asiento y lo veo salir de la habitación dejándome con la curiosidad.
Antes de arreglarme llamo a Ainhoa por si se quedó ayer preocupada por todo lo que sucedió, ella no tarda ni un instante en cogérmelo.
-Perdoname-me dice antes de que le comente algo-Me enteré cuando ya estaba en casa, intenté ir pero no me dejaron, lo siento.
-Estoy bien, no te preocupes-se produce un minuto de silencio-¿Cómo te enteraste?
-Salió en el canal de la ciudad-comenta, lo que me faltaba, solo espero que mi madre no lo haya visto-Fui al hospital a ver a Luis, me preguntó por ti-no puedo evitar morderme el labio inferior-¿Lo vas a visitar? Después de lo que ha hecho por ti puedes perdonarlo.
-Lo que me hizo no se perdona-y cuelgo para evitar entrar en una depresión todo el día.
Suspiro varias veces y en el espejo me dibujo varias veces una sonrisa que ni yo misma me lo creería.

~Narra Pablo~
-¿Por qué llevas una cámara?-le pregunto observando como la guarda en la mochila que lleva a sus espaldas.
-Tengo un trabajo para fotografía, tu propuesta me parece interesante-río, si ella supiera lo que tengo planeado, se tapa parte de su cabello con un gorro gris y nos disponemos a irnos.
Le ofrezco mi brazo para que se sujete de ella y miro con determinación todos los puntos de su cuerpo como he realizado esta mañana, es tan guapa que me parece una persona inalcanzable para personas como yo, aburridas y con piernas de alfiler, por no comentar más complejos-Con que eres de mi rama-me hago el interesante pero más bien parezco estúpido-Por eso me gustas tanto-me atrevo a decir.
Ya me he confesado más de una vez y ella también lo hizo ayer ¿Por qué ninguno de los dos se adelanta a dar un paso más? Tal vez por miedo de hacernos daño o por timidez, pero tanta espera llega un punto en la que desespera y sin querer alguno de los dos se equivocará y hará daño al otro.
Observo como se tapa el rostro con su cabello avergonzada por lo que le acabo de decir, una manía de ella que he podido verle más veces, le aparto el pelo y ella en cambio pone su mirada en el suelo.
Llegamos al sitio y Salomé sorprendida abre la boca, lo que tanto le sorprende es una pista de hielo que tenemos delante de nuestras narices.
-¡No me lo creo!-exclama poniéndose las manos en su cara-¡Es mi pasión desde pequeña!-una cosa más que no sabía, en el fondo me arrepiento porque se dará cuenta que soy un lastre patinando-¿Cómo has conseguido que estemos los dos solos?
-Aunque no me guste decirlo, ventajas de ser famoso.
Los dos nos quitamos los abrigos y nos colocamos los patines, le doy paso a ella que me demuestra que tiene razón, la veo patinar como si fuese una profesional.
-¡Ven!-me grita con una de sus mejores sonrisas, intento acercarme pero en mitad del camino pierdo el equilibrio y antes de caer, ella me sujeta.
-Yo te enseñaré-y suspiro, me da a mi que nos llevarán varias horas.

Se pasan las horas y la luz del Sol que entra por las ventanas del edificio es cada vez más tenue, ya voy cogiendo el tranquillo a esto y por lo menos puedo ir solo sin su ayuda.
-¿Qué haces?-le pregunto al ver que coloca la cámara y enciende una luz en ella.
-Grabarnos-me comenta y me pongo colorado, nunca me voy acostumbrar del todo a las cámaras.
-¿Para reírte de mis caídas?-ella ríe y niega con una sonrisa burlona.
-¿Acaso no lo he hecho ya?-me comenta patinando a mi alrededor y mareandome con tantas vueltas.
Salomé se coloca en frente de la cámara y comienza un baile que yo sería incapaz de realizar, me acerco a ella y en cierto modo me apunto a su baile, me sujeta bien, tanto que solo nos separan centímetros.
Centímetros que son la perdición de los dos, nuestras sonrisas se borran quedándose nuestras miradas fijas y moviéndose al unisono que nuestras respiraciones. Pero mi tentación hace que me fije en sus labios tan delgados, posando los míos encima de los suyos y nuestras manos jugando en el cuerpo de cada uno.
Cada vez nuestra acción aumenta a más hasta saber en que va a acabar-¿Seguro que no vendrá nadie?-me pregunta entre suspiros, niego besando dulcemente sus orejas-Espera-se separa de mi sintiendo su ausencia.
Me había quedado tan embobado que ni me había dado cuenta que la cámara seguía grabando, cuando la apaga, se vuelve acercar a mi con su mirada puesta en mi sonrisa picarona-¿Es que esto no lo vas a grabar?-le bromeo y ella colorada me da una pequeño golpe en las costillas con señal de que me callase.
Y así se hizo, las ropas se desprendieron, ni el frío suelo de hielo calmó nuestro éxtasis, lo único que se escuchó fue nuestros besos pasando a suspiros fuertes y entrecortados.

Una Estúpida Ilusión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora