Capítulo 17:
Me estaba desesperando. Un pequeño tic apareció en mi ojo, amenazando con que mi cabeza volara. ¿Serán celos lo que estaba sintiendo? Definitivamente, no voy a negarlo.
Habían pasado cinco minutos desde que los presenté y ya actuaban como si fueran amigos de toda la vida.
El día del baile, por la tarde, me decidí por hacer una pequeña reunión en mi casa con los chicos de Samezuka y mi antiguo grupo de amigos de Australia - que no eran más que Edwin y tres personas más -.
Un inmenso e incómodo silencio entre todos, excepto por Rin y Dánica. Ella, apenas llegaron, fue la primera en acercarse a Rin. Y, para colmo, parecía que no hubiera nadie más en la sala que ellos dos.
En un intento por comenzar una normal y decente conversación entre todos, fui a la cocina por algo de comer. Volví con una bandeja de galletas y jugo de naranja. Caminaba tranquilamente y en cuanto crucé la puerta de la sala, fue cuando todo se desmoronó.
-¿Quieres venir al baile conmigo? - preguntó Rin.
La bandeja simplemente se desprendió de mis manos y cayó al piso. Sentía como si el mismo Rin me hubiera arrancado mi corazón y se lo hubiera ofrecido a Dánica. ¿Mi amiga de toda la vida y el amor de mi vida? Estaba en shock. Mis piernas no respondían. Trataba de no moverme, ya que - si lo hacía - acabaría arrancándole a Dánica una por una de esas pestañas postizas que llevaba puesta.
Momo se levantó a ayudarme y se ofreció a llevar las cosas, ya que quería ser caballero... ¿Por qué miento? Él nada más quería una excusa para poder encerrarse en la cocina y poder comer el queso untable con sabor a jamón. Comenzaba a considerar regalarle una caja entera para su cumpleaños...
-Bien, tengo que ir a comprar mis vestido - chilló Dánica, levantándose del sillón de un salto -. ¡Nos vemos en la noche, RinRin!
"¿A-acaba de llamarlo... ¡RinRin!?".
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-¡Apúrate, mujer! - gritó Sousuke fastidiado, golpeando por quinta vez mi puerta.
Abrí levemente la puerta y asomé mi rostro para decir:
-Como tu mano vuelva a tocar esta puerta, me encargaré de dejarte el doble de lisiado.
Y la cerré en su rostro.
No tardaría mucho, simplemente me peinaría y ya. ¿Para qué tanto maquillaje? Eso era lo que pensaba en esos momentos. El entusiasmo por asistir al baile y revivir los viejos tiempos con mi mejor amigo se fueron con las esperanzas de que entre Rin y yo pudiera haber algo más que amistad.
"Ambos crecimos. El tiempo pasa, las personas cambian... Esa carta no era más que simples palabras de un niño enamorado".
Coloqué nuevamente el collar con la medalla que ganamos en los relevos mixtos en mi cuello y me observé al espejo. ¿Cómo era posible que fuera tan parecida a mi madre? La extrañaba... pero ella se había marchado hace tiempo y ese no era momento para llorar.
Los zapatos me aguardaban junto a la puerta. En un movimiento rápido, mis pies ya se encontraban dentro de ellos.
Estaba lista para salir. Abrí la puerta y me dirigí a las escaleras. Los cuatro me esperaban al pie de la escalera. Abrieron sus ojos sorprendidos y no tardaron en oírse los cumplidos y algún que otro silbido de Momo. Me sonrojé instantáneamente. Pero Rin... él no decía nada. Se encontraba en silencio. Simplemente me miraba.
Agaché la mirada y en ese momento llamaron a la puerta. Me adelanté a Sousuke y abrí. Edwin y un hermoso traje negro me esperaba.
-Estás hermosa. - sonrió él.
Me tendió su brazo y lo tomé. Mi familia ya se había ido directo al baile, ya que ellos acostumbraban a ir temprano para poder elegir un buen lugar para comer.
Al salir, me encontré con el auto del hermano mayor de Edwin y - dentro de éste - Dánica con un vestido rosa ajustado. Se notaban perfectamente sus curvas y buen cuerpo. Enseguida bajé la mirada a mi vestido. Me veía tan ridícula a comparación de ella. Inclusive Molly - otra amiga, quien era la cita de Momo esa noche -, quien acostumbraba a vestir de una manera un tanto "aniñada" estaba vestida tan formalmente. Se veían como todas unas princesas, mientras que yo más bien parecía una simple salvaje.
Subimos al auto. Edwin y Molly adelante, los demás atrás. Pero había un problema: no entrabamos todos en el auto. ¿Cuál fue la mejor solución para Edwin? ¡Exacto! Dos debían sentarse en las rodillas de otro. La primera en saltar sobre Rin fue Dánica. Vi perfectamente como él se sonrojaba. Nitori se sentó en las rodillas de Momo y así pudimos viajar en paz.
-No te preocupes. Verás cómo la pasaremos genial. - murmuró Sousuke a mi oído.
Yo simplemente asentí, esperando que las palabras de Sou fueran ciertas.
Apenas llegamos, mis ojos se abrieron con asombro. Todo el parque estaba decorado con lámparas y se veía como en un cuento de hadas. Era la primera vez que se veía tan bien decorado. Sobre un escenario tocaba una banda y, un poco alejados de la pista de baile, varios puestos de comida con mesas alrededor. En una de ellas estaba mi padre, lo reconocí rápidamente por su llamativa y vergonzosa camisa floreada de color verde chillón. Estampé mi palma contra mí frente al verlo tratar de imitar los movimientos de los chicos jóvenes que bailaban en la pista.
-Oye, viejo, los abuelos deben quedarse en sus casas. - se burló Terry, pero recibió un zope de Marcie.
Sou, Momo y Nitori tomaron asiento en la mesa. Nos dispusimos a comer todos juntos y luego nos marchamos a bailar en cuanto Edwin vino por mí.
Mientras bailábamos alegremente y de una manera bastante rara entre la multitud de adolescentes, pude distinguir entre el montón a Rin y Dánica bailando muy, muy cercanamente.
"¿Qué estos no saben nada del espacio personal?".
Pasada la hora de la fiesta, me cansé e ver a Rin y Dánica tan juntos. Me despedí de los chicos y me marché. No les dije la verdadera razón por la cual me iba, ya que prefería que no se preocuparan y pasar el resto de la noche bailando con sus parejas o (en el caso de Nitori y Sousuke) con las chicas que los habían invitado a bailar.
Antes de irme, le di una última mirada a Rin y luego me marché. Realmente no me sentía bien estando allí.
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Pequeñas mentiras| Rin Matsuoka y tú ©
FanficImagínate haberte estado preparando toda tu vida para cumplir tu mayor sueño, el cual es convertirte en una nadadora olímpica. Viajar a Japón, ya que te ofrecieron una vacante en una escuela femenina especializada en natación. Pero luego resulta que...