Capítulo 21:
Acababa de regresar del hospital nuevamente. No avisé a los chicos cuando me fui esta vez. No quería que me vieran llegar llorando. Porque, de ser así, tendría que explicarles.
Estaba realmente destrozada. Tal y como temía, había un 50,5% de probabilidades de tener esa enfermedad. El doctor dijo que todos esos dolores, punzadas y cansancio repentino eran síntomas comunes de una persona que sufre distrofia muscular.
Saqué las llaves y abrí la puerta. La cerré detrás de mí, esperando que nadie me hubiera visto. Aunque era algo poco probable, ya que la mayoría estaban en clase.
Mi nariz se arrugó al sentir un perfume raro. Como una colonia femenina. Me pareció extraño, ya que yo no solía utilizar eso, mucho menos estando en Samezuka. Comencé a olfatear, el olor estaba por toda la habitación.
Ignoré eso y fui al baño para cambiarme de ropa y ponerme el uniforme. Al entrar observé en el espejo mi rostro. Mi corto cabello, mi pequeña nariz, mis ojos varoniles. Definitivamente Akira se había vuelto parte de mí y hasta admito que me gustaba estar haciendo eso, era divertido. Gracias a ese disfraz había conocido a mis mejores amigos. Continuar mi sueño en la natación y reencontrarme con el niño que robó mi corazón hace tiempo.
-¿Solo son pequeñas mentiras, eh? – dije a mí misma, observando fijamente al espejo.
Al salir me acerqué la ventana y observé con cautela el patio de la zona de las habitaciones. Estaba rodeado por el edificio. En el centro un árbol de cerezo y unos cuantos bancos.
-¿A ti te parece? Llegar a estas horas a la escuela y ni siquiera presentarte a clases.
No se trataba de mis amigos de Samezuka. No podían ser ellos, si no tenían mis llaves. El aroma se sentía aún más fuerte. Estaba de espaldas, pero aun así esa voz me parecía conocida desde mi nacimiento. Una cálida mano se apoyó en mi hombro y enseguida me di la vuelta.
-¡¿Mamá?!
Ella asintió sonriendo.
Enfrente de mí estaba la mujer que me había dado la vida. La que me abandonó diez años atrás. Cabello corto como el mío, ojos marrones que reflejaban comprensión y una sonrisa curvada.
-¿Qué haces aquí? – pregunté cuando la sorpresa se fue y se transformó en enojo.
-El conserje me abrió la puerta – explicó sentándose en mi cama -. Realmente esto estaba hecho un asco. Sigues siendo igual de desastrosa.
-¿Podrías irte? – pedí entre dientes en tono autoritario.
-¿Esa es forma de tratar a tu madre? – entrecerré los ojos ante su comentario. Realmente no la consideraba una madre luego de haberme abandonado durante todo ese tiempo -. Al menos ofréceme algo de comer. Fue un largo viaje y estoy muerta de hambre.
Rodé los ojos y me dirigía la puerta. Si con algo de comida se iría, le traería todo lo que había en la cafetería.
-Ahora vuelvo – la señalé -. Tú te quedas aquí. Calladita y quietecita.
Asintió de mala manera y salí del cuarto. Con sigilo, sin que ningún monitor de pasillo o profesor me viera, me escabullí hacia la cafetería.
-Muchas gracias. – dije tomando la bandeja que la cocinera me entregó.
Me di la vuelta. El timbre sonó y las puertas de la cafetería se abrieron de repente. Entre las muchas personas estaban Rin, Sousuke, Momo y Ai.
-Aquí estas, Akira. – Sousuke soltó un suspiro de alivio.
-Nos preocupó no haberte visto en clase – dijo Rin -. Te hemos buscado por todas partes.
-¿Fuiste al hospital? – preguntó Nitori.
Yo asentí.
-¿Cómo te ha ido? – Momo aguardó una respuesta, pero al ver que no respondía se quedó mirándome -. Aki-Chan, ¿Pasa algo?
Salí de mi estado pensativo y miré a los chicos. Les sonreí con pesar, negando con mi cabeza.
-Estoy bien. No era más que un simple chequeo. – respondí.
-Está bien.
-Nosotros tenemos que ir a la biblioteca, nos vemos. – se despidió Momo, arrastrando a Nitori con él.
Rin igualmente se marchó, iría a hablar con unos chicos del club de natación. Sousuke se quedó junto a mí.
-¿Tú no tienes nada que hacer? – pregunte burlonamente.
-Estas mintiendo – dijo, abrí mis ojos de repente -. Eso mismo dije yo cuando me diagnosticaron el problema en mi hombro.
Suspiré. Definitivamente no había forma de ganarle.
-Tu maldito hombro te da poder psíquicos a mí no me engañas.
.
.
.
Le dije a Sou que le explicaría todo más tarde. Preferí dirigirme a mi cuarto y entregarle la comida a mi madre, para que así se marchara de una vez y me ahorrara problemas en la escuela.
-Aquí está tú...
Quedé paralizada al encontrar a mi madre charlando animadamente con los chicos. ¿En qué momento habían venido? Nitori, Momo, Sousuke y Rin.
-Oh, Akira, que bueno que estas aquí – Rin se volteó a verme, se veía enfadado -. Tu madre nos ha contado mucho sobre ti.
"Mierda, mierda, mierda..."
-Rin, puedo explicarlo...
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Pequeñas mentiras| Rin Matsuoka y tú ©
Fiksi PenggemarImagínate haberte estado preparando toda tu vida para cumplir tu mayor sueño, el cual es convertirte en una nadadora olímpica. Viajar a Japón, ya que te ofrecieron una vacante en una escuela femenina especializada en natación. Pero luego resulta que...