Capítulo 18

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Capítulo 18:

*Rin*

A pesar de que me divertía bailando y que Dánica no estaba para nada mal, me sentía un poco extraño viendo como ___ bailaba tan divertidamente con ese chico Edwin. ¿Celos? Claro que no, yo no estaba celoso.

-Oye, Rin - llamó Dánica, sin dejar de moverse al compás de la música -. Voy por algo de beber.

Y, dicho eso, se marchó, empujando y tratando de pasar entre toda la gente.

Estuve alrededor de cinco minutos aguardando y bailando solo como un idiota. Me harté de esperar y fui al puesto de bebidas para ver si Dánica se encontraba allí. Pero al llegar - para mi sorpresa - no se encontraba allí.

Detrás del escenario y junto al puesto de bebidas había un pequeño jardín. Había varios bancos y parejas juntas. Caminaba tranquilamente entre un rosal, cuando me detengo al oír la voz de Dánica.

Con cuidado de no clavarme ninguna espina, corro las ramas que obstruyen mi vista y puedo ver perfectamente a Dánica y la cita de ___ juntos en un banco. Las luces los iluminaban y, delante de ellos, el lago reflejaba la luna llena que había esa noche. Era un ambiente bastante romántico. Edwin metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y de él sacó una pequeña caja color azul.

-¡Te amo! - gritó Edwin, sonrojado y con la cabeza a gachas. Movió velozmente su mano y la extendió frente a Dánica. Ella lo miraba sorprendida, con sus ojos azules bien abiertos -. ¡Por favor, sé mi novia!

-E-edwin... - susurró Dánica y, seguido de esto, tomó el rostro de Edwin en sus manos y lo besó con intensidad.

Apreté mis puños y le di una patada al suelo. Primero me robaba a ___ y ahora a mi pareja de esa noche. Definitivamente no me quedaría para ver a esos dos besuquearse toda la noche.

"Si él está aquí... ¿Dónde está ___?"

Rápidamente, pude divisar al lisi... digo a Sousuke bailando con una chica. Me acerqué a él y toqué su hombro, esperando a que se diera la vuelta, pero no lo hiso. Repetí la acción unas tres veces, hasta que me harté y jalé su hombro, obligándolo a voltearse. Fue entonces cuando sentí un horrible olor a alcohol y vi la mirada de Sousuke perdida.

-¿Sousuke has estado bebiendo? - pregunté mirando acusatoriamente la botella de cerveza que había en su mano.

-Claro que no... ¡Hip!

-¿Dónde están Ai y Momo? - preocupado, comencé a mirar a todos lados.

Sousuke señaló hacia una mesa. Momo se encontraba sobre esta, bailando ridículamente. En uno de sus "movimientos de baile", estiró el pie y tiró una botella de la mesa. Por suerte, solo cayó al piso, no se rompió. Una mano se asomó debajo del mantel que cubría la mesa y tomó la botella.

-¿Quién... - me agaché y sentí una gran decepción al ver a Nitori debajo de esta, abrazando a la botella.

-Prometo que nadie nos separará. - murmuró, prosiguiendo a besarla.

-Dios, ustedes son ridículos. - bufé sacando a Ai a rastras de debajo de la mesa.

Acabé llevándome a los tres de ahí. No quería irme y que ellos se metieran en problemas... o peor, que metieran en problemas a los padres de ___.

-¡De lo que te pierdes, Akira! - gritó Nitori a la nada, alzando su botella en el aire y dándole un gran trago.

.

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Llegamos a casa de ___ y dejé a los tres dormir en paz sobre la mesa del comedor. No creí que fuera a molestarles, después de todo, estaban ebrios. Estaba por subir al cuarto de visitas para dormir, cuando escucho un sollozo provenir de la sala. La televisión estaba encendida. Y como el sollozo se oía muy femenino, supuse que era ___.

"Apuesto a que está viendo una película de drama".

Asomé mi cabeza por la puerta. Como ella estaba dándome la espalda en el sillón, no podía verme. Dirigí mi mirada a la televisión, mi boca se abrió formando una perfecta "O". No era une película de angustia o drama, mucho menos una película cualquiera, sino un video del torneo de relevos cuando teníamos trece años.

Finalizó nadando ella estilo libre y, en cuanto salió, los chicos y yo nos lanzamos a abrazarla. Habíamos quedado en primer lugar. Recordaba perfectamente ese día.

-Demonios - la oí quejarse, luego sonó su nariz con un pañuelo -. ¿Por qué todo no puede ser como cuando éramos niños?

Tomó bruscamente el control remoto y apagó la televisión, quedando a obscuras en la sala. A pesar de eso, continuaba inmóvil en el sillón. Sídney, su perro, se subió junto a ella y apoyó su cabeza sobre sus piernas. ___ la acarició lentamente.

-Desearía poder haber ido con Rin al baile... Estoy segura de que me hubiera divertido mucho más. - parecía estar hablándole al perro.

Me sonrojé de inmediato. ¿Ella realmente deseaba ir conmigo?

-A mi también me hubiera gustado. - dije encendiendo la luz.

Ella dio un pequeño salto, haciendo que Sídney se asustara y saliera corriendo fuera de la casa. Se volteó lentamente y me miró sorprendida. Estaba roja. Rápidamente, se cubrió con sus sabanas, en un intento vano de escapar de mí.

Solté una risa y caminé hacia ella. Tomé con mi mano una parte de la sábana y tiré de ella.

Su cabello se despeino y algunos de ellos fueron directo a cubrir su rostro.

Tomé asiento junto a ella y apoyé mi mano en su mejilla, girándola lentamente hacia mí. Tenía sus ojos cerrados.

Aprovechando la situación, cerré mis ojos igualmente y fui acercando mi rostro hacia el suyo. Sentía perfectamente mis mejillas arder.

-¿Qué hacen ustedes dos?



Pequeñas mentiras| Rin Matsuoka y tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora