Capítulo 19

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Capítulo 19:

-¿Cómo pudiste mentirme todo este tiempo? – gritó Rin enfadado, mirándome con odio.

-Debía arriesgarme a correr el riesgo – respondí cubriendo mi rostro con mis manos -. Todo fue por cumplir el sueño de mi padre, pero acabé encontrándote y volviéndome a enamorar de ti. Yo realmente no quería llegar a todo esto.

Sousuke, Nitori y Momo estaban detrás de él. Simplemente observaban, no hacían ni decían nada.

-Rin, por favor... Yo te amo. – traté de tocar su brazo, pero se alejó bruscamente.

-Y yo que creía que sentía algo por ti... Ese sentimiento resultó ser falso, al igual que tú.

Como si un balazo hubiera atravesado mi corazón, caí de rodillas al piso. Temblando y llorando. Aun así, él continuaba mirándome con desprecio. Rin soltó una risa cargada de enojo y se marchó.

-Nitori... Momo... Sou. – dije desde el suelo, mirándolos con mis ojos rojos de tanto llorar.

-Vamos. – ordenó Rin y ellos se fueron detrás de él, sin siquiera voltear a mirarme...

*Señores pasajeros, por favor abrochen sus cinturones y manténganse en sus asientos. Estamos a punto de descender a la Ciudad Iwatobi. Muchas gracias por viajar con nosotros...*

-___-Chan... - sentía como me zarandeaban el hombro.

-¡Rin! – grité inconscientemente, abriendo mis ojos y notando como los demás pasajeros me miraban con rareza.

Me sonrojé y traté de fingir como si nada hubiera pasado. Al voltearme hacia atrás, Sousuke aguantaba la risa y Rin me miraba extrañado.

-Nitori, ya te he dicho que soy Akira. – susurré enfadada, colocándome mi gorra; la cual usaba para ocultar mi cabello (el cual había crecido mucho), por lo menos hasta poder ir a la peluquería y cortármelo.

-Lo siento – se disculpó -. Pero estabas temblando y llorabas dormida.

-¿Q-que?

-¿Sucede algo? – preguntó preocupado, mirándome con sus ojitos azules que lo hacían verse realmente tierno.

-N-no, no es nada – mentí con una sonrisa que hiso que se aliviara -. Solo una pesadilla.

-Está bien. Ahora abrocha tu cinturón, ya hemos llegado.

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Un taxi nos llevó directo a la Academia Samezuka. Había sido un viaje agotador y lo único que queríamos era dormir hasta el día siguiente, cuando las clases comenzarían nuevamente.

No quería hablar con Rin. Realmente me dolió lo que dijo, a pesar de que era un simple sueño. Temía que eso pudiera volverse realidad.

Mis mentiras habían llegado a un punto en el que el más mínimo error podría causar dolor a más de una persona, incluyéndome a mí misma. Pero ya no había retorno. Las cosas estaban hechas y no me quedaba más que ver qué sucedería. Aunque realmente no quería quedarme de brazos cruzados, comenzaba a considerar revelarle todo a Rin en el campeonato de natación final que se realizaba en la escuela con nuestro club y algún otro que Rin decida invitar (claramente había elegido a los de Iwatobi, no había duda alguna).

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Todo ocurrió un día cualquiera de clases. Dos semanas antes de que el campeonato final llegara.

Nos encontrábamos en clase de gimnasia. El entrenador nos había puesto a correr veinticinco vueltas alrededor de todo el circuito de atletismo. Sou y Rin iban mucho más adelantados que yo. Y cada vez que me rebasaban, se daban la vuelta y me sacaban la lengua.

Pero me resultaba un poco extraño que fuera incluso más lenta que el niño más delgaducho y débil de la clase, sin ofender a Kai, claro está. Tambien en los últimos entrenamientos en el club había estado demasiado lenta. No se lo había dicho a ninguno de los chicos, pero realmente me costaba mover con facilidad las piernas como anteriormente lo hacía.

Continuaba corriendo a mi ritmo, mientras los demás me rebasaban. Aumenté la velocidad (no mucho por mis condiciones) cuando faltaban cinco vueltas para completar todo. Sousuke y Rin me observaban riendo desde las gradas. Ellos habían completado las vueltas enteras y estaban descansando.

Sentí una punzada terrible en mis piernas y perdí el equilibrio, cayendo en seco al suelo. De no ser porque puse mis manos, me hubiera roto la cara con el suelo.

El entrenador corrió hacia mí, al igual que Rin y Sousuke. Todos mis compañeros hicieron una ronda alrededor de mí, mientras el entrenador se encontraba agachando y mirándome preocupado.

-¿Te encuentras bien, Akira? – preguntó.

-S-sí, entrenador – respondí tocando mi frente -. Solo es que mis piernas están muy cansadas, eso es todo.

Asintió y envió a los demás a continuar corriendo.

-Yamazaki, Matsuoka – llamó el entrenador y los dos se acercaron -. Encárguense de llevar a Moritani a la enfermería.

-Hai.

Caminábamos por el pasillo hacia la enfermería, pero me detuve.

-Chicos, en serio, estoy bien – mentí -. No necesito ir a la enfermería.

Me miraron un tanto desconfiados. Sousuke soltó un suspiro.

-Si tú lo dices.

-Necesito hacer una llamada, adelántense. – me marché caminando hacia el teléfono que había en la entrada de la escuela. Antes de marcharme, mi padre me pidió que le informara sobre cualquier lesión o si simplemente me sentía mal. Aunque eso me pareció extraño...



Pequeñas mentiras| Rin Matsuoka y tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora