Capitulo 4: Promesas en un colgante

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Llevo todas las vacaciones tumbada en el sofá con mi manta de rallas y mis bombones. ¿Qué haría sin ti chocolate? Apenas me he levantado para ir a las comidas y cenas familiares. Parezco una muñeca de trapo. Sin vida y con dos pozos negros e inexpresivos por ojos. Mi familia ha intentado recuperar a esa chica enamorada de la navidad. Pero al cavo de tres semanas desistieron. Ni siquiera la entrega de premios me alegró. Al contrario, me di cuenta que esa también era una de las muchas cosas que había hecho solo por él. Que patético me parece ahora.

Los únicos a los que permito aguantarme son a mi hermano Liam, Buc, Ian y Mer. Liam siempre venía e intentaba hacerme reír con sus bromas y tonterías. Era menor que yo y aunque peleábamos bastante lo amaba con locura y siempre me lo pasaba genial con él. Pero ni sus chorradas lograban alegrarme.

Buc es mi perro. Es medio pastor alemán. Lo cogimos de la perrera hace casi ya un año, fue mi regalo de reyes. Nos ama con locura igual que nosotros a él, aunque sea un poco trasto. Buc lleva des de que me senté en este sofá tumbado a mi lado. En realidad su simple compañía me conforta un poco, pero no es suficiente para curar las heridas.

Ian y Mer vienen casi cada día. De los otros no sé nada. No he querido que me vieran en mi estado "me acaban de romper el corazón a la mierda la vida". Tampoco he ido a las fiestas que habíamos montado. Merilyn intenta distraerme con sus chismes y con nuestras sesiones de manicura, cuidado de pelo, charla de las últimas tendencias de moda y el quit de "ver por quinta vez los capítulos de Gossip girl" incluido. Ian por lo contrario solo viene y se queda en silencio. Como apoyando mi situación simplemente acompañándome en mi silenciosa solitud. El otro día que Mer se marcho antes y nos dejo a los dos solos, Ian me dijo:

-Oye, no puedo decirte que se lo que estas pasando porque mentiría. Solo te diré que me tienes aquí para todo aunque sea gritar o llorar y que el tiempo es la mejor medicina.

A la mierda el tiempo. No sirve para nada. Lo he echado a perder y lo sigo perdiendo. Porque lo único que quiero es que pase rápido.

Antes de ayer fue fin de año. Por primera vez no intente tragarme las uvas a tiempo, el típico concurso que hacía con mis primos y mi hermano. Ese donde ,nadie sabe como ninguno de nosotros acababa atragantado, nos llenábamos la boca con las uvas y nos mirábamos con cara de psicópatas felices. Era todo un panorama que me chiflaba hacer, pero este año simplemente me las comí a mi ritmo y en cuanto gritaron feliz año nuevo yo aun iba por la quinta.

Año nuevo, nuevo comienzo. Pues yo he comenzado en un sofá con una manta y sin ganas de vivir más. Menudo año me espera.

Observo como Mer intenta hacerme algo para comer, ya que mi familia no está. Pero es una cocinera pésima así que, después de chamuscar un filete, decide que pedirá comida japonesa a domicilio. Ian esta a mi lado mirando formula 1 y Buc está en el suelo jugando con su pelota de goma favorita. De repente unos golpes fuertes en la puerta los descolocan a los tres. Yo sigo igual. Mer va a abrir. Una voz que conozco entra gritando en la puerta.

-¿DONDE COÑO ESTÁ?

Oigo como Merilyn dice algo.

- ¿Como que no quiere ver a nadie? ¡Me la suda lo que diga!¡Yo la veo y hablo con ella por los cojones que no tengo! ¿CLARITO?

Amber irrumpe en la habitación con un gran escándalo y me ve. Me señala con el dedo y se dirige hacia mí con una mirada penetrante y acosadora.

- Tu y yo tenemos que hablar. Ahora.- mira a Ian y a Mer que no saben qué hacer- A solas.

Me miran sin saber cómo reaccionar.

- No pasa nada. Dejadme con ella. Muchas gràcias por todo lo que habéis hecho por mí. Nunca os lo podre agradecer.

¿Juegas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora