Capítulo 27

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El dolor se hizo insoportable cuando recuperó la conciencia. Oía voces lejanas... y sentía que apenas podía mover el cuerpo.

— Parece que el imbécil va a cargar con tu embarazo ¿no?— preguntó alguien.

— Esa era la idea pero no entiendo qué hace esta chica aquí, ella no puede estar aquí— oyó la voz altiva de una joven que le resultó algo familiar.

— Bueno, está aquí porque yo quiero, hermanita, quiero que sea mía.

— ¿Es que no lo entiendes? ¡Es amiga de mi prometido!

— No tiene por qué darse cuenta de nada, la tengo todo el día durmiendo.

— Le traerás más problemas a papá y eso no nos conviene.

— Tampoco le conviene que vaya a tener un nieto de sus dos hijos ¿no crees? Estás embarazada gracias a mí.

— Nadie tiene por qué enterarse, ese hijo es de Héctor y de nadie más— Ami dedujo entonces que se trataba de Tatiana aunque la cabeza le iba a estallar. Intentó moverse de nuevo. Aunque ¿por qué tenía que ser Tatiana? ¿Qué hacía ella allí? El cuerpo no le respondía para su desgracia. Se sentía como un vegetal. Intentó mover los labios pero no podía, solo le salió un quedo gemido— está despertando...— cortó la conversación la chica que ya no dudaba Ami de que fuera Tatiana, sobre todo por su voz. Ami abrió los ojos levemente aunque rápidamente los tuvo que cerrar ya que la luz le molestaba un poco— entiéndetelas con ella pero como llegue a saber más de la cuenta, lo tendrás todo perdido, lo que has hecho para mí no es más que una estupidez— una puerta se abrió y se cerró con un golpe seco.

Notó como alguien se le acercaba y le acariciaba la mejilla.

— Al fin te despiertas, preciosa.

— Mmm...— ella protestó porque le dolía, recordaba poco del día anterior, había perdido la conciencia por los golpes y se hallaba confusa respecto a lo sucedido en general.

— Ya has dejado de sangrar...— le susurraron— me tenías preocupado.

Ella entreabrió los ojos y vio el rostro de un tipo.

— ¿Q... quién?— no podía terminar la pregunta porque sentía la boca pastosa.

— Espera que te doy agua— dijo el tipo tomando un vaso para dárselo a beber. Ella bebió obediente, ¿se encontraría ya a salvo? Se preguntó— no me puedo creer que mis chicos te hicieran todo esto— dijo el tipo acariciándole el brazo. Ami parpadeó asimilando sus palabras, era un chico fuerte y de rostro cuadrado con los ojos verdes tirando a marrón pero despedían un brillo extraño.

— ¿Quién... eres?— pudo preguntar al fin, el agua le había aclarado la garganta pero los dolores se le iban intensificando en varias zonas del cuerpo.

— Soy Justin... tu salvador, siempre y cuando seas una buena chica y muy obediente.

Ella lo observó con recelo.

— Me duele todo...

— Lo sé, princesa, pero te estoy curando tus heridas.

— ¿Dónde me encuentro?— trató de mirar alrededor como pudo.

— Demasiadas preguntas, princesa, eh, eh, no te toques esa herida— dijo cuando Ami iba a tocarse el abdomen.

Entre BandasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora