Capítulo 5

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Danitza estaba dormida con la cabeza apoyada en el regazo de JK, había dejado al fin de llorar y estaba muy cansada.

Él se mantenía alerta, ya habían hablado hacía dos días con el abogado que había mandado Marius y la cosa parecía no estar tan mal a pesar de que llevaban tres días allí metidos.

La chica llamó a sus padres diciendo que iba a estar unos días en casa de una amiga pero se sentía fatal al tener que mentirles de esa forma y más cuando la necesitaban tanto. Había llegado incluso a plantearse lo de seguir en la banda, era su única distracción pero podría perder por ello muchos momentos junto a su madre y no sabía si estaba dispuesta a ello.

JK había hecho todo lo posible por animarla pero nada parecía eficaz para sacarle al menos una sonrisa, él tampoco vivía una vida de rosas, iba a visitar a sus padres cada vez que podía al barrio vecino, se había independizado porque sabía que ellos con lo que cobraban de pensión no podían seguir manteniéndolo y soportando sus idas y venidas, así poco sabrían de él pero no se mantendrían al margen de su vida callejera. Era mejor que pensaran que tenía un gran trabajo y una buena vida, a que supieran la verdad de cómo vivía.

Mientras cavilaba, no se dio cuenta de que se acercaba un policía.

— ¡Eh, vosotros dos!— abrió la celda— fuera, sois libres.

JK sonrió ante esas palabras y rápidamente despertó a Danitza.

— ¡Dani, despierta, somos libres!

La joven se sobresaltó incorporándose.

— ¿Libres...?— no entendía lo que estaba diciendo hasta que recordó dónde se hallaba y por qué— ¿que somos libres? Pero ¿cómo? ¿Por qué?— miró a su amigo y luego al policía.

— No habéis cometido ningún delito como para que podamos reteneros, ahora eso sí, tened cuidado para la próxima vez porque puede que no tengáis tanta suerte— les advirtió el policía.

Los dos jóvenes se levantaron y salieron de la celda para recoger las cosas que les habían quitado antes de entrar en la celda. Luego salieron a la parte de las oficinas, donde los esperaba el abogado.

— Ya sois libres, chavales— dijo el abogado sonriendo.

— Gracias por todo— le dijo Danitza.

— No me las des a mí... dádselas a Marius que fue el que me llamó para sacaros.

La joven asintió y salieron fuera donde se encontraban su líder y Owen. Danitza corrió a abrazar a su novio, llorando de felicidad.

JK chocó la mano a Marius y se abrazaron como buenos amigos que eran.

— Gracias, no sabía cuánto tiempo más iba a aguantar ahí dentro.

— De nada, tío, de todas formas, la chica a la que secuestraron no vino a declarar tampoco.

— Y aunque lo hubiera hecho, ¿qué teníamos nosotros que ver con eso? Sólo armamos un poco de jaleo en la calle, eso no nos vuelve secuestradores.

— Ya pero la policía sospechaba que estuvisteis metidos en el rollo del secuestro.

— Contentos deben de estar lo que la secuestraron aunque hasta ahora que se les seguirá buscando.

— Eso parece aunque le oí decir a un poli que la chica no estaba interesada en declarar nada contra ellos...— dijo Owen.

— ¿No quiere? Eso es ilógico— dijo Danitza.

Entre BandasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora