-Silvia, ya es tarde, deberíamos irnos.
Miró su reloj para confirmar mis palabras.
-Tienes razón.
Pagué las copas que nos habíamos tomado y pedimos un taxi.
-Bueno... - se comenzó a despedir Silvia- hasta ma...
-Sube -le corté a mitad de la frase.
Me miro dudando pero acto seguido desabrochó su cinturón y bajo del coche, dejando ir al taxista.
Abrí la puerta de la habitación.
-Por favor, ponte cómoda. Enseguida vuelvo.
Fui al baño para pensar. Pensar por qué la había invitado a subir, por qué me había dicho aquello en el bar, por qué me vuelve tan loca, por qué hace que pierda todos mis sentidos por ella. En definitiva, necesitaba pensar cual era mi siguiente paso.
- Ana -me dije a mí misma no muy alto- ella está casada y tiene una niña preciosa, ¿vas a destruir esa familia? Pero por otro lado parece que ella te quiere. Tendré que intentarlo.
Salí del cuarto de baño y estaba sentada en la cama, con el móvil. Tan bonita como siempre.
-Suelta ya eso.
Me senté a su lado y vi como sonreía.
-Vale...
Se levantó y lo guardo en su bolso.
-¿Contenta?
-Muchísimo.
Volvió a ocupar su asiento a mi lado y nos miramos. Le aparte un mechón de pelo que caía sobre su cara y lo deposité tras su oreja. Mi mano se deslizo como una breve caricia hacia su mejilla y mi pulgar trazó un recorrido en sus labios. Me acerque, no se oponía, entre abrió su boca y ahora, sin dudarlo, la bese. La estaba besando. Sabía a todos esos placeres prohibidos que no imaginas como sabrán pero te haces una leve idea. Me separé para mirarla a sus ojos, sus preciosos ojos.
-Ana... ¿qué haces?
No era un "¿qué haces?" despectivo ni en modo de queja. Eres un "¿qué haces?" de verdad.
-Confirmar si llevabas la razón cuando dijiste en el bar que el amor probablemente fuera mutuo. Dime por favor que no me equivoqué.
Me miro a los ojos y en su rostro apareció una leve sonrisa que depositó en mis labios en forma de beso.
-Te quiero -me susurro entre besos.
Se me corto el aire por un segundo, no podía responderle.
Nos tumbamos sobre la cama y poco a poco fui descendiendo: besando su nariz y cuello. Llevaba una camisa de botones y despacio, recreándome en cada botón, fui desabrochando uno tras otro al mismo tiempo que besaba cada centímetro de piel que liberaba de la tela.
-A...na -dijo con voz temblorosa.
Detuve mi tarea para mirarla a los ojos.
-Es la primera vez que lo hago con una...
-Shh -la interrumpí- tranquila, estás tú y estoy yo, somos nosotras, estamos juntas. Relájate.
La mire y sonreí para que se tranquilizara y lo conseguí, pues su respuesta fue otra sonrisa tras la cual deposité un beso en sus labios y continué con mi tarea en la camisa para después deshacerme de la falda y de mi vestido.
Era maravillosa; ella, su piel, su tacto, nuestro contacto.
Descendí por su abdomen poco a poco, cuando estaba cerca de mi destino final levante la vista para asegurarme de que era lo que quería y recibí una mirada de amor y deseo, así que proseguí mi camino.
Entre jadeos, otra vez, lo repitió.
-Te... quiero.
Y otra vez, está vez con una añadido.
-Te... te quiero... Ana.
No contesté.Oía su respiración, era acompasada, pero aún no había caído en brazos de Morfeo, yo jugaba con mechones de su pelo al mismo tiempo que una de mis manos sostenía la suya pegada a su pecho, sintiendo los latidos de su corazón. Los latidos más hermosos.
-Ana... -pronuncio mi nombre con voz adormilada.
-¿Mm?
-¿Por qué... -estaba quedándose dormida- ... Por qué no me has dicho... que me quieres?
-Porque no he podido.
-¿Y... eso? -ya no hablaba, eran susurros casi imperceptibles.
Callé por un rato, hasta que por fin se cerraron sus ojos. Entonces conteste:
-Porque yo no te quiero; te amo -le dije cuando ya tenía plena consciencia de que dormía.
Deposité un beso en su cabeza, me acurruque contra su cuerpo y cerré los ojos dispuesta a dejarme caer en un profundo sueño.
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La soledad (sin ti) [TERMINADA]
ФанфикLa realidad es que puedes tener miles de cosas, personas y una vida genial pero si te falta alguien, si te falta esa persona, la vida no es igual.