Capítulo IX

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Miraba a Silvia. Estaba confundida, no sabía si volver hacia atrás he ignorar el mensaje o contestar. En este ponía:
«¿Cómo os lo estáis pasando?»
Al final se decidió por contestar.
«Genial»
'Escribiendo...', seguía mirando con atención el móvil, al igual que yo. Llego otro mensaje:
«Te echamos de menos».
Suspire y Silvia hizo lo propio. Después, contestó.
«Y yo a vosotros».
Un nudo se formaba en mi estómago. Dirigió su mirada hacia a mí apartándola del teléfono.
-Es mi familia -dijo en un breve susurro.
Yo agache mi cabeza mirando el suelo para acto seguido desviarla a la televisión.
-Lo sé, yo solo soy la otra.
Dicho esto me levante del sofá, mi estómago no lo soportaba más. Nada más entrar en el baño comencé a vomitar al mismo tiempo que lloraba como una cría.
Escuche a Silvia golpeando la puerta.
-¡Ana! ¡Ana déjame pasar!
Limpie mi boca y tome un poco de enjuague bucal. Abrí el fechillo y de precipitó dentro del baño. Mis lágrimas seguían presentes.
-Por favor, entiéndeme -me pidió.
-Te entiendo. Tú tienes una maravillosa familia y yo... yo estoy sola.
-No, no estas sola, me tienes...
-¡Basta! -dije ofuscada- cállate, no lo digas -decía entre sollozos- no me mientas Silvia. Estoy sola, es tu familia ¿recuerdas? Yo no tengo a nadie. Nadie.
Salí del baño propinándole un leve empujón para apartarla de la puerta y me encamine a la cocina.
Llevaba ya 15 minutos dentro y Silvia no había dicho nada cuando de pronto apareció en la sala con su maleta.
-Lo siento, Ana, que sepas que te amo.
Se iba. Ya no había marcha atrás.
Abrió la puerta pero antes de marchar se giró para decirme algo.
-Ve al baile si quieres. Las reservas están a nombre de Thalía y Melpomene.
No podía ser tan detallista. El siguiente ruido que escuche fue el de la puerta y le siguió el de mi puño contra la pared.
Sangraba.
No me importaba.
Había pasado una hora. ¿Qué había echo? ¿Era idiota? Sí. Me cambie de ropa ya que llevaba el pijama aún puesto y cogí un abrigo, llaves y cartera.
Pare al primer taxi.
-A Atocha, por favor. Rápido.
Sin decir no pío emprendió el camino.

Corría entre la gente cuando miré las salidas. Ya se había ido.
Mierda.
Volví a donde le había dicho al taxista que esperará. Estaba por fuera apoyado en el coche.
-Volvemos -dije desanimada.
-¿Se le ha escapado el amor?
-Lo he perdido.
El viaje de vuelta se me hizo eterno. Pensar que no iba a estar en mi casa, que no íbamos a compartir cama, que no haríamos el amor quizás nunca más me deprimió aún más. Pero no por mucho tiempo.







Nota: Quería aclarar, por si alguien no lo sabía, que Thalía y Melpomene son los nombres de las famosísimas máscaras que representan el teatro.
La comedia (Thalía) y la tragedia (Melpomene).

La soledad (sin ti) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora