Capítulo XXII

503 40 16
                                    

Nos separamos y nos miramos a los ojos sonriendo como dos niñas pequeñas que acaban de hacer una travesura.
Avanzamos en el photocall mientras oíamos incesantes preguntas a mano de los periodistas. Llegamos a la recepción donde se encontraba todo el mundo y allí nos encontramos con amigos y compañeros de profesión que no hicieron ningún tipo de preguntar lo que agradecí profundamente.
Silvia llevaba toda la noche muy cariñosa. Ya no nos escondíamos de nada ni de nadie.
Estábamos sentadas en una mesa charlando con unos amigos.
-Silvia -le dije al oído- ahora vuelvo, voy al baño.
-Vale cielo -me dedicó una sonrisa.
Estiré mi vestido y me encamine al baño. Una vez dentro cogí el teléfono móvil.
-Buenas. Soy Ana Morgade. Exacto. Quería pedirles algo, ¿podría haber una botella de champán y unas fresas en la habitación antes de que llegáramos? Perfecto. Déjenlas en el baño. Muchas gracias. Adiós.
Colgué y me retoqué un poco para que se notase que había ido por algo. Salí de allí para decirle a Silvia de irnos. Estaba de pie, charlando.
-Te la robo un momento -le dije a quien mantenía una conversación con ella.
La lleve a una zona con menos gente.
-¿Qué te pasa Ana? ¿Estás bien?
-Si, estoy genial. Bueno, no del todo, es solo que me quiero ir ya.
-¿Ya? -dijo entre sorprendida y decepcionada.
-Por favor -supliqué- me duele la cabeza -mentí.
-De acuerdo.

Minutos más tarde estaba fuera, dentro del taxi esperando a Silvia que se estaba despidiendo de alguien. Había aprovechado para darle la dirección al taxista.
-¡Listo! ¡Vámonos a casita!
-No -sonreí y la mire.
Llegamos al destino. Un hotel. Un fantástico hotel.
-A...Ana, ¿qué es esto?
-Una pequeña sorpresa -agarré su cintura y nos introducimos en el recibidor.

Dentro del ascensor estaba abrazada a ella por la espalda con mi cabeza apoyada en su hombro mientras ella recargaba la suya hacia atrás.
-¡Hemos llegado!
-¿Último piso?
-Ajá. Para que no se te ocurra saltar por la ventana.
Abrí la puerta de la habitación y se dejo ver una magnifica suite.
-Ana... esto es... maravilloso.
-No tanto como tú. ¿Te hace un baño?
-Me hace -me sonrió.
-Ve llenando la bañera. Ahora voy.
Entré a la habitación y allí estaba, el ramo de peonias que había comprado y pedido que pusieran.
-¿¡No vienes!? -gritó Silvia desde el baño.
Volví a cerrar la puerta de la habitación y me encaminé al baño. Llegué y estaba de espaldas a la puerta mirando la botella de champán. Me acerque despacio y la rodee haciendo que se sobresaltara. Depositó de nuevo la botella en su sitio.
Besé su cuello lo cual hacia que su piel se estremeciera.
-Mmm... hueles delicioso -le dije- y sabes aún mejor.
Baje lentamente la cremallera de su vestido hasta que cayó al suelo. Más tarde hice lo propio con el mio y el resto de prendas.

Estábamos en la bañera, sentadas. Silvia estaba entre mis piernas y yo sujetaba mi copa de champán mientras charlabamos.
-¿Cómo crees que reaccionará la gente cuando vea las fotos de hoy?
-No lo sé pero tampoco me importa demasiado -le dije.
-¿Y que dirá Vicky? -dijo riendo.
-Esa cara si la quiero ver.
-Me da a mí que lo hizo porque está enamorada de ti.
-¡Calla anda!
-Pero no ha visto esos ojitos que se le ponen cuando te miran -dijo con voz idiota.
-¡Silvia!
-¡A Vicky le gustaaas! Lo sab...
Sus palabras se vieron interrumpidas porque le metí una fresa en la boca.
-Come y calla.
Reímos y salimos de la bañara, nos envolvimos en los albornoces y fuimos camino a la cama. Silvia abrió la puerta y se vio el ramo sobre la cama.
-Ana... -estaba a punto de llorar- eres fantástica.
-Te mereces todo y más mi vida.
Se dio la vuelta y quedamos frente a frente. La bese y suavemente la deposité sobre la cama quedando sobre ella. Desabroche el lazo de su albornoz y deposite besos en cada rincón de su cuerpo. Me incorporé para mirarla a los ojos y cogí una flor del ramo. Tracé una camino con ella en su abdomen muy despacio. Después pasé a sus brazos... Poco a poco recorrí cada centímetro de ella con la flor.

Estábamos tumbadas, charlando. Me animé a decirle a Silvia lo que llevó queriendo decirle hace meses.

La soledad (sin ti) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora