Capítulo XI

530 36 6
                                    

Un continuó ruido hizo que me despertará. Era mi móvil que sonaba. Estire la mano hasta dar con el, a tientas, en la mesilla de noche.
-¿Si? -dije con voz muy adormilada aún.
-Hay que ver como viven algunas.
La voz inconfundible. Era Llum.
-Llum.
Gire y a mi lado estaba Silvia, preciosa como una ángel, durmiendo. Sonreí.
-¿Te apetece tomar un café?
-¿Cuándo?
-Ahora, estoy en el portal de tu edificio.
Al oír eso abrí mis ojos como platos y salté de la cama como un resorte.
-Dame diez minutos -dije precipitadamente.
Abrí el armario y cogí lo primero que vi. Vaqueros y camiseta básica.
Entre al baño y me miré al espejo. Tenía ojeras pero un brillo muy especial. Me maquilla muy poco, deprisa.
Antes de irme cogí un bloc de notas y un bolígrafo y escribí:
«Buenos días vida mía. Si cuando despiertes no estoy en casa es porque Llum me ha sacado, literalmente, de la cama para ir a tomar un café. Cualquier cosa llámame.
Te amo.
Ana».
La deje en mi almohada y me acerca a ella muy despacio para depositar un beso sobre su frente.
Cogí mi abrigo y el bolso. Me mire por última vez en el espejo del ascensor. Cuando caí en la cuenta de las marcas.
-¡Joder! ¡Joder!
Me pues el abrigo y subí la cremallera al máximo. Aún se dejaba ver algo pero esperaba que no se fijara.
-¡Ana! -escuche nada más abrirse las puertas.
Le di un fuerte abrazo y ella igual.

Estábamos tomando un café y desayunando mientras hablábamos de varias cosas. Cuando debido a lo torpeza tire el servilletero.
-¡Pero Ana! -escuche decir a Llum.
Deje las servilletas sobre la mesa y la mire interrogante.
-Ahora entiendo ese brillo en tus ojos... pero ¿te has liado con un pulpo?
Tape rápido los chupetones y pequeña rasguños que tenía.
-¡Shh! -mande a callar a Llum- habla más bajo.
-Pero... ¿quién es el afortunado? ¿Lo conozco?
Mire a los lados.
-Se puede decir que sí -sonreí de forma estúpida.
-¡Pero estás enamoradísima!
-¡Llum, baja la voz!
-Vale, perdón -dijo en un tono menor- ¿quién es?
Suspire, era mi amiga... bueno, nuestra amiga. Se lo podía contar.
-Es... Es Silvia.
Se quedo a cuadros.
-Si...Si...Silvia, Silvia. ¿Silvia Abril?
-La misma.
Llum volvió a tomar la misma postura de antes sentándose recta.
-¿Pero ella está aquí? ¿En Madrid?
-Sí.
-¿Dónde?
-En mi casa. Y en estos momentos en mi cama.
Esto último lo dije recordando nuestra tarde y noche pasada.
-¿Sabéis lo que hacéis? -pregunto Llum seria.
-Estamos enamoradas -dije yo como la niña a la que no le quieren comprar un juguete nuevo.
Suspiró, no le quedaba otra. Yo sabía que estaba mal, Silvia también lo sabía y Llum, lógicamente, no era tonta.
-Me alegra que seáis tan felices, de verdad, pero empezar a coger buen camino y a hacer las cosas bien antes de que todo se tuerza.
Sé que tenía razón, por supuesto que lo sabía.

Abrí la puerta y solté el abrigo y el bolso en la entrada. Fui a la cocina y puse sobre una bandeja el desayuno que le había traído a Silvia.
Cuando lo tenía servido me encamine al cuarto y seguía durmiendo. Me deshice de la nota y deje la bandeja a lado. Comencé a dar pequeños besos por toda su cara, cuello... Hasta que abrió los ojos.
-Buenos días -le dije con una sonrisa.
-Hola, nena.
-Toma -le entregué la bandeja.
-Tiene una pinta buenísima. ¿Tú no comes?
-Yo ya he desayunado.
No podía quitarle los ojos de encima.
-Que rápido te has vestido.
-Es que Llum me despertó esta mañana con una llamada y me invitó a un café y a desayunar.
Le estaba dando un bocado a un croissant.
-¡Qué bien!
Me sonrió y siguió comiendo mientras yo la seguía observando atenta a cada uno de sus movimientos.
-Mi amor -le dije- le conté lo nuestro.
Me miró a los ojos atónita. ¿La había cagado?

La soledad (sin ti) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora