Capitulo V

716 48 8
                                    

Despertaba poco a poco a causa de la luz que se colaba por la ventana de mi habitación.
Cuando por fin desperté del todo sentí unos brazos a mi alrededor que se aferraban a mí con fuerza. Se aferraba a mí, ella.
Me gire poco a poco para poder mirarla a la cara pero no la quería despertar, así que tuve mucho cuidado. Lo conseguí y ella aún seguía profundamente dormida. Era preciosa, lo he dicho mil veces lo sé, pero esto era diferente. Es tan bonita por las mañanas. El como la luz del sol se refleja en su cara la hace ver tremendamente bella y su pelo, rebelde a dichas horas de la mañana, cayendo por su cara suavemente mientras se mueve sutilmente a causa de su respiración.
Quiero verla. Así. Cada mañana. Todos los días de mi vida.
Comienza desperezarse.
-Mmm... -se queja por la luz que se cuela por la ventana.
-Buenos días, cariño -le digo con una sonrisa.
-Bu... Buenas.
Mierda, ¿estaba confusa? ¿Por qué balbuceaba? Creo que se fijo en mi cara de preocupación porque me lanzó una pregunta.
-Anoche... Tú... ¿No estabas... borracha?
Negué con la cabeza.
-¿Y tú?
-Para nada.
Mantuvimos las miradas y sonreímos. Me acerque y la bese.
-¿Y? -le pregunte- ¿Qué tal?
-Increíble... pero...
No me gustaba verla así, tan nerviosa, quería que se soltará y que hablaramos sin tabúes.
-Silvia, cariño, hablame. Dime lo que quieras, no tienes que cortarte conmigo.
Suspiró.
-Es que, anoche, tú estuviste increíble pero yo... yo no hice nada...
Ya entendía que le pasaba por su linda cabecita.
-Shh -la corte depositando mi dedo anular sobre sus labios- no tenías que hacer nada, no aún. Esperaré hasta que estés lista, hasta que te veas preparada.
-Pero... yo quiero, es solo que...
-...¿Qué?...
-Que tengo miedo.
Entonces recordé mis palabras de la noche anterior. Cuando ella me preguntó porque no le había dicho "te quiero".
-Tú tan solo... déjate llevar.
Sonreímos y al igual que yo ella también recordó mi respuesta de la noche anterior.
-Por cierto, tú, anoche también dijiste que tenías miedo, ¿por qué?
-Silvia... -¿cómo le decía todo lo que pasaba por mi mente?-
-Por favor, Ana, recuerda que... no tienes que cortarte conmigo.
Mierda, mis palabras, ¿quién me habrá mandado?
Me incorporé en la cama y me senté apoyando mi espalda contra el cabecero y tapándome con la sábana.
-Sí, tengo miedo mucho miedo, pero la historia es larga.
-Tengo toda la vida para escucharte -me sonrió.
-Me siento sola, muy sola. ¿Estoy pasando una depresión? Pues no lo niego, es probable y raro. Raro porque cuando estoy en Madrid no estoy bien, cuando voy a Zapeando me olvido por un rato pero vuelvo a mi casa y la soledad me invade, es más, a veces... -suspire-... a veces no tengo ganas de vivir.
Silvia agarro mi mano con fuerza y depositó un beso en ella.
-Continúa, por favor.
-Todo eso me pasa cuando estoy en Madrid pero cuando vengo aquí a grabar Tu Cara Me Suena y si salimos después todos juntos a tomar algo se me quita todo, me siento genial. Viva. Al principio pensé que era la ciudad, el clima... algo. Pero no. No era algo, era alguien, eras tú.
Unas lágrimas amenazaban con salir de sus ojos pero consiguió contenerlas.
-Ana, eso es lo más bonito que me han dicho nunca, pero no entiendo tu miedo. ¿Tienes miedo a caer en una depresión? ¿A sentirte sola?
-No. A ver... Anoche tu me preguntas por qué no te había dicho que te quería y es eso, es eso de lo que tengo miedo.
-Ana, de verdad, me pierdo. Lo siento.
-No. Es mi culpa, no soy clara.
Cogí aire hasta llenar mis pulmones al completo.
-Tengo miedo de mentirte y de hacernos daño, mucho daño. Sé que si te digo que te quiero te mentiría.
Se quedo a cuadros. ¡Mierda! ¡Ahora pensaba que la estaba usando!
-Déjame acabar -dije antes de que dijera una palabra- Yo quiero a Anna, quiero a Miki, a Edu, Pablo, etc. A todos ellos los quiero, pero a ti no y sé que si te digo lo que realmente siento por ti te agobiaré y tú te alejarás y sufriré mucho, muchísimo.
-Ana... mi amor, dilo.
Ya sabía que era lo que sentía.
-Por favor, necesito oírlo. Quiero que salga de tus labios. Por favor.
La mire y me miro. Acaricio mi mejilla y me sonrió ¿por qué estaba tan enamorada de esta mujer?
-Silvia, sí... te amo.
Lo dije.
-Ana, yo también te amo.
Se acerco a mi y me beso. Dejo caer su cuerpo sobre el mío mientras sus manos recorrían cada centímetro de mi anatomía. Notaba como sonreía contra mis labios. Comenzó a bajar, primero besando mi cuello para seguir descendiendo. Se detuvo en mis pechos por unos instantes.
De pronto sonó su teléfono móvil.

La soledad (sin ti) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora