CAPÍTULO 11 ETHAN MELLARK

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"La mayoría de las búsquedas honestas de verdad que hay en el mundo se hacen por los niños."

Oliver Wendell Holmes

Al otro día en la mañana desperté sintiéndome mejor, como más ligera, me levanté y me acerqué a la cuna de Ethan.

Hola corazón, es hora de levantarse –le dije moviéndolo un poco, pero había días que levantar a Ethan, era una tortura, y por lo que veía hoy sería uno de esos. –Sapito es hora de levantarse.

Nada, mi peque no se quería levantar, lo chequeé, estaba bien, ni temperatura alta, ni nada malo.

Sapito, hoy es viernes si te levantas rápido en la tarde podemos comer un poquito de chocolate y vemos a Pocoyo o a Dora – al parecer eso estaba funcionando porque empezaba a abrir los ojitos. —Y si quieres vemos Cars en la tele grandota de la sala.

— ¿Pocoyo, mami? yo quielo que me les uno sesito –me dijo tallándose los ojitos.

Uno, dos, tres, mil, los que quieras –le dije mientras lo sacaba de la cuna y lo ponía en la cama. –Vamos a quitarte ese pijama, ¿quieres hacer pipí? ¿En el baño como los grandes? Para que tu tío Oso te diga "¡Oh! que Sapito tan grande veo" –le decía intentando imitar la voz de Gale, mientras le quitaba el pijama.

Ita, tamien mami, me lice ¡oh que Sapito tan gande meo! —. ¿Qué Peeta? Mi Sapito estaba pensando en Peeta.

Sí, él también te va a decir eso –le dije.

Tonces si moy a maño de gande—. Me dijo mientras se bajaba de la cama, y corría al baño.

Cole mamá, cole, que me gana.

Y corrí ¿por qué a mí Sapito le importaba tanto que Peeta, le dijera que era grande? no tenía más de dos meses de conocerlo y realmente solo se habían visto tres veces. Pero en ese momento lo que me importaba era que aprendiera a ir al baño y si Peeta, me ayudaba, pues lo usaría también para eso.

Cuando acabó le limpié la carita con una toallita y lo vestí. Bueno lo intenté.

No quelo, esto no mi guta –me decía mientras forcejeaba por ponerle una playera roja.

Pero si te ves bien guapo –lo intentaba convencer.

No, quelo ota payera, eta no —. ¿Por qué? Casi gritaba en mi mente

A ver... dime ¿por qué no quieres esta playera? –le dije sentándolo en la cama mientras seguía jalando la playera.

No guta eta me pica aquí –y se tocaba el cuello –y no quelo.

Odiaba cuando se ponía así, pero la verdad es que lo hacía muy pocas veces. Respiré y analicé la situación, si dejaba que no se pusiera la playera otro día me haría otro berrinche, pero ya había perdido diez minutos peleando. De repente tuve una idea usaría su nuevo gusto por Peeta.

Yo te iba a poner la playera roja porque ese color le gusta a Peeta, pero si no quieres está bien te voy a poner otra.

— ¿Ita guta el lojo? –me preguntó abriendo los ojos.

Si, a él le gusta mucho –le dije. –Él se va a poner una corbata roja para verse guapo como tú, pero si tú no quieres, te pongo otra.

No, si quelo eta payela, si mi guta mucho el lojo –me dijo.

Terminé de vestirlo y peinarlo. Salimos a la cocina y milagrosamente Jo, ya tenía puesto el café y tenía unos waffles en el horno.

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