CAPÍTULO 15 ENTRE PELEAS Y BESOS

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No amar por temor a sufrir es como no vivir por temor a morir.

Al llegar de casa de Effie, me metí a bañar automáticamente y cuando salí de la ducha, Johanna, estaba esperándome en mi cuarto, en toalla.

Bueno hermosa, necesito que te veas espectacular —me dijo mirándome
Ponte crema mucha, de la que da reflejos, te verás más sexy. Ponte esto en el cabello y no dejes que se seque del todo, subo a cambiarme y bajo. Y por favor solo ponte humectante en la cara.

—Antes de que te vayas dime algo ¿ya tienes pancita? —le dije curiosa.

No me ha crecido nada, mira —me dijo quitándose la toalla, y si su vientre seguía casi igual de plano pero noté que si se veía una pequeño chipotito.

Johanna, si se te nota, mira —y toqué donde estaba el bultito.

— ¡Dios! voy a llorar. ¿Sabes? siempre pensé que tendría que adoptar porque no iba a poder ser mamá de la forma tradicional. Kat, siento una felicidad tan grande, me siento completa, plena.

—Y yo estoy feliz por ti amiga —le dije abrazándola.

-Espero no ponerme demasiado panzona ¡ojalá me toque tu suerte! hasta las 6 meses usaste ropa normal ¿te imaginas como me voy a ver? —sacudió su cabeza —. Bueno te dejo voy a ponerme hermosa.

Cuando Johanna, salió me quedé en la cama como en estado vegetativo, recordé cada una de las instrucciones que me había dado. Me puse la crema despacio, suavemente, amaba esta crema, dejaba unos ligeros reflejos en la piel.

Después me puse del botecito que dejó, en el cabello y me gustó como se sentía mi cabello, más suave, más manejable, sus ondas se marcaban mejor.

Me observé en el espejo, algo que últimamente no hacía, era yo con unas hermosas braguitas en marino y el brassier a juego, me veía bonita, me sentía bonita.

Cuando Johanna, volvió a mí habitación se veía hermosa, llevaba un vestido pegado, rojo, el cabello suelto y se veía espectacular, cuando quise ver que zapatos llevaba puestos me di cuenta que eran unas flats rojas llenas de brillitos, al darse cuenta que me le quedé mirando los pies me dijo:

Ni preguntes, más vale prevenir que lamentar. Los resbalones son peligrosos en mi estado.

— ¡Es que creo que jamás te había visto en flats!

—Cállate y déjame ponerte bella, Kat —dijo.

Dejé todo en sus manos, era lo mejor, de por si Johanna, era muy terca y no quería discutir. Yo solo sentía miles de brochas, dedos, esponjas y demás cosas por mi cara. Tenía miedo porque yo nunca me maquillaba tanto, solo no quería parecer un payaso.

— ¡Ahora sí! señorita abra los ojos —me dijo Johanna.

Y lo que vi en el espejo me impactó, era una versión mejorada de mí, lucía hermosa.

Johanna, en tu otra vida debiste ser maquillista o algo así, me dejaste espectacular.

Johanna, sacó un vestido de encaje azul forrado, llevaba un cinturón azul en la cintura, tenía manga larga y era pegado, no era muy corto.

Johanna, es hermoso —en verdad lo era.

Es mi regalo, te lo compré el otro día —Johanna, nunca compraba nada para otra persona. La miré fijamente.

Está bien, está bien, me lo compré pero no me queda del busto, no me lo medí en la tienda, estaba rebajado y sin cambios, a ti se te va a ver hermoso y como te quiero te lo regalo, maldita Kat —sacó unos zapatillas azules a juego con el vestido—. Quiero que el chico llene de saliva el piso.

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