EPÍLOGO.

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Estábamos en el parque disfrutando de tiempo en familia. Era una rutina que siempre seguíamos, una vez a la semana, solo nosotros... solos.

Katniss, no podemos seguir así, es en serio; Ashley, es igual o mucho más desordenada que tú. Los chicos siempre se están quejando, ellos recogen y Ashley, siempre tira y no recoge. Tiene ocho años y me da miedo pensar cuál será su nivel de desorden cuando llegue a la adolescencia.

Iba a contestarle, que intentaría hablar con ella pero Peeta, como siempre se me adelantó y me calló con un beso.

No, Katniss. No quiero que hables con ella, necesito que tú seas más ordenada, no podemos seguir así, me frustro —manifestó dándome besos a medida que hablaba.

Mejor vamos a casa y practiquemos lo que mejor hacemos —le dije tocándolo sobre sus pantalones.

No, Kat. Ashley, es el asunto, no me distraigas —reprochó apartándome.

Aguafiestas —me quejé y le enseñé la lengua—. Peeta, no puedo ser más ordenada. Lo intento, al menos ya no dejo mi ropa botada por todos lados.

— ¿No? Katniss, la señora que nos ayuda se burla de eso, ahora dejas todo botado en la recámara. Es algo serio, Kat, deja de reírte —me regañó. Yo no podía parar de reír.

De pronto el sonido de varios niños corriendo me hizo voltear, vi a mis hijos.

Ethan, que ya era todo un adolescente, llevaba el pelo algo largo y seguía siendo muy rubio. Se parecía físicamente a Gloss, pero era el mejor hermano mayor del mundo. Cuidaba de Evan y de Ashley, siempre estaba ayudándolos.

Evan, era una copia mía pero con el color de pelo y ojos como los de Peeta, los gemelos siempre bromeaban por su cabello, de pequeño lloraba mucho por eso. Ahora que ya era todo un niño grande, tenía once años, ya no le molestaba.

Y Ashley, que era idéntica a Peeta, con su cabello castaño y los ojos azules. Pero su personalidad era más parecida a la mía que a la de Peeta. Era una soñadora incorregible. Era mi bebé.

— ¡Papá! ¡Papá! —gritaban Ethan y Evan. Evan, llegó primero, era el más rápido.

Ash, estaba viendo niños y le dio un beso a uno, nosotros... —Señaló a Ethan y a sí mismo— la vimos.

— ¡No es cierto, lo que te digan no es cierto! —llegó gritando casi sin aire Ashley o Ash, como le decían sus hermanos.

Es cierto, le diste un beso a uno de los niños... en la mejilla —puntualizó Ethan.

Solo le di las gracias —contestó poniéndose toda rojita, como yo.

No debes besar niños, Ashley —dijo Peeta, molesto.

Papá —habló molesta—, Ethan, tiene novia, yo lo oí hablando con ella y a él no le dices nada. Yo solo le di las gracias porque me ayudó a juntar piedras.

¡Oh sí! Mi hija amaba las piedras, no entendí el por qué pero siempre estaba en busca de una piedra.

No, las niñas no besan a los niños, hasta que tengas cuarenta años.

—Pero ya voy a estar vieja como mamá, no es justo. Ayúdame, mamita —pidió Ashley, haciendo puchero.

Todavía eres pequeña, amor, no hasta las cuarenta pero cuando seas mayor —le dije sin dejar de mirar a Peeta, mientras la abrazaba.

— ¿Cuándo tenga nueve mami?

—No, peque. Cuando tengas treinta y nueve —contesté y todos reímos. Esto era parte de lo que a diario vivía. Ethan y Evan, siempre acusaban a Ash, cuando no hacía lo que le tocaba o por acuerdo con su papá veía a los niños, mi pobre peque tenía un padre y dos hermanos celosos, si a esto le sumamos los primos, le tocaba sufrir y cuando llegara a la adolescencia le tocaría aún más.

Mamá, ya tenemos que irnos —urgió Ethan.

Sí, porque tiene que llamar a su novia Molly —se burló Evan e Ethan, comenzó a perseguirlo.

Me siento viejo —me dijo Peeta, mientras nos levantábamos. Ashley, nos tomó las manos.

Tú no estás viejo, papito. Eres el mejor papito del mundo —aseguró mientras le abrazaba, soltándome.

Claro, tu papito no está viejo pero a mi hace un rato me dijiste vieja —acusé.

Ninguno de los está tan viejo como el abuelo Plutarch o como los abuelos —concluyó refiriéndose a Effie y Haymitch.

Eso sí —le respondió Peeta.

Mamá, Charlize, va ir a casa hoy, ¿puedo ponerme del brillito que tiene? Por favor, por favor, por favor, por favor... —Comenzó a gritar los últimos por favor.

Silencio, no lo sé. Ya veremos.

Ella se echó a correr hacia sus hermanos.

Charlize, estará en la casa —afirmó Peeta, poniendo cara de preocupación.

Y los gemelos, Jo, me pidió que los tres se quedaran en casa esta noche, ella y Gale, celebraran su aniversario.

—Y nosotros tendremos que aguantar a sus hijos. Hablaré con Charlize, no quiero que desarme la tele otra vez.

Recordé que en una de sus visitas desarmó el tostador, cosa que Peeta, no sabía.

Me parece bien, incluye todos los aparatos eléctricos de la casa.

— ¿Sabes? Katniss, cada día que pasa te amo más y más. Todavía recuerdo cuando entraste al juzgado y yo... prácticamente tuve que cerrar los ojos para concentrarme. Eres mi vida, Katniss.

—Pues yo no me acuerdo —dije bromeando. Recordaba el día como si hubiera sido hoy— pero también te amo más que todo en el mundo. Eres lo más importante... junto con nuestros hijos... en mi vida.

Peeta, comenzó a besarme y las cosas se calentaron un poco hasta que escuchamos...

Sepárense, hacen que me de vergüenza que sean mis papás, siempre están tocándose —expresó Ethan, mientras se reía.

Ya te veré con tu novia en unos años... creo que es hora de tener una plática papá-hijo. —Peeta, lo tomó de los hombros y caminaron hacia la camioneta. Yo llamé a los otros dos niños.

Una vez todos estuvimos en la camioneta suspiré y sonreí... La vida era buena conmigo. Había pasado por muchas cosas para llegar aquí, había sufrido, había vuelto a vivir, y ahora amaba y era amada como nunca antes logré imaginar.

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Sufrir, Vivir, Amar.  🌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora