CAPÍTULO 23¿QUÉ MÁS LE PODÍA PEDIR A LA VIDA?

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"La dicha de la vida consiste en tener algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar".

Thomas Chalmers

Al regreso de Redmond la oficina seguía igual, pero yo me sentía diferente. El martes Erick, me esperaba con un gran café para poder chismear a gusto, según palabras de él.

La amiga de Snow, llegó cerca de las diez de la mañana, justo cuando recibía una llamada de la guardería, Ethan, tenía fiebre y era necesario ir por él y llevarlo al doctor.

Miré a la señora y le pedí unos minutos. Llamé a Peeta, para que recogiera a Ethan y lo llevara con su papá, que era su doctor.

—¿Me da diez minutos?, necesito que vaya alguien por mi hijo a la guardería. Regreso enseguida.

—No se preocupe —me dijo la señora.

Busqué a Peeta, pero ni me atendía el teléfono, ni lo encontraba en la oficina, entonces llamé a Gale.

Gale, necesito que me hagas un favor, Ethan, tiene fiebre y yo estoy en una junta con una nueva clienta; por favor ve por él y llévalo con tu papá. Te alcanzo en cuanto pueda.

Tranquila Osita, voy por él y lo llevo, no te preocupes.

—Gracias, Gale, te quiero muchísimo... nos vemos. —Quise decirle hermano pero rectifiqué a tiempo.

Llamé a la guardería y dije que Gale, iría por él, que por favor se lo entregaran.

Entré de nuevo.

Mil disculpas, señora... — ¿Cómo diablos se apellidaba? Ella notó que no recordaba su nombre, solo sonrió.

Soy Rose Singer. Un gusto y no se preocupe, ¿puedo tutearte? —Asentí con la cabeza—. Sé lo que es tener hijos enfermos, tengo cuatro hijos; el menor ahora tiene cuatro.

Por el cuerpo que tenía parecía no haber tenido ni uno.

Es mi único hijo y salimos de viaje. Puede ser eso o algo que comió. Pero centrémonos en su caso.

La escuché por media hora o intenté hacerlo, pues mi mente estaba con Ethan y... ¡¿Dónde carajos estaba Peeta?! ¡¿Dónde estaba el maldito hombre que había prometido estar conmigo?!

Cuando me di cuenta que no iba a poder concentrarme, decidí terminar la reunión.

Terminamos por hoy, me pongo a trabajar en la demanda y la tendré lista en unos días, mi asistente le llamará para agendar otra cita. Por lo pronto, no abandone la casa y cualquier cosa que pase llámeme inmediatamente. Le doy mis teléfonos y quedo a sus órdenes.

Me despedí con un gesto de mano, casi quería sacarla de la oficina.

Al llegar a la recepción pregunté por Peeta.

Sandy, ¿Peeta, salió?

—No, el abogado está entrevistando a una nueva secretaria —me dijo con un dejo de burla que no acabó de convencerme.

Iba a salir corriendo pero recordé sus palabras: "Kat, ahora somos una familia", pero... ¡¿Dónde estaba?! Entrevistar a una secretaria no toma tanto tiempo y no es necesario apagar el maldito celular. Hice el último intento de llamarlo al móvil cuando lo vi bajando las escaleras, con una rubia alta y espectacular. Ella vestía con una falda muy corta, no, más bien un cinturón y él le tomaba la mano.

Juro que vi todo rojo, quería ir a despelucar a la tipa. En ese momento Peeta, alzó la cabeza y me saludó.

— ¡Kat! —me llamó.

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